Gastronomía

Pedro Barrio: “En La Rioja falta personal cualificado en la hostelería”

Pedro Barrio: “En La Rioja falta personal cualificado en la hostelería”

El turismo gastronómico está de moda. Cada vez más, la elección de un destino tiene que ver con la cocina del lugar. Lógico si tenemos en cuenta que la gastronomía es uno de los ingredientes fundamentales en la definición de muchas tradiciones culturales de los pueblos y regiones.

No cabe duda de que La Rioja se ha convertido en un destino gastronómico por excelencia gracias a sus productos y, como no, al vino. La Academia Riojana de Gastronomía, creada en 2004 por Luis Javier Rodríguez Moroy, conoce perfectamente la importancia de la cocina y todo lo que le rodea en la excelencia de una ciudad o comunidad y, por ello, trabaja día a día por estimular la gastronomía riojana.

Pedro Barrio preside esta Academia en la actualidad y ha querido contar a NueveCuatroUno cómo se vive el turismo gastronómico en nuestra región: “Pienso que una de las experiencia más placenteras, que casi es una forma de vida, de comunicarse y relacionarse, es ir a la bodega de un pueblo y hacer unas chuletillas de cordero de leche al sarmiento mientras estás tomando un vino. Es una experiencia difícilmente superable a nivel gastronómico, y esto es un valor y un tesoro que tenemos”.

– ¿Cuál es la situación actual de la gastronomía en La Rioja?

– Lo que está pasando en estos últimos tres o cuatro años es increíble. Están explosionando muchos nuevos cocineros y se están poniendo muchos establecimientos de los que adolecía La Rioja y Logroño en concreto. Ahora hay muchos sitios con una oferta muy atractiva e interesante, pero ha habido años que después del triste e injusto cierre de La Merced en Logroño, aún habiendo sitios, no se atraía a visitantes aficionados a la gastronomía de fuera de nuestra región. Eso ha cambiado radicalmente. Ahora tenemos negocios muy conocidos y se sigue abriendo establecimientos con el objetivo de excelencia, de hacer una cocina de alta calidad con criterios de búsqueda de muy alto nivel. A nivel nacional se está mirando qué está pasando en La Rioja. Hay un turismo gastronómico creciente en La Rioja.

– ¿Qué percepción de la gastronomía riojana hay fuera de nuestras fronteras?

– Siempre ha habido una imagen general de buen producto y de que se come muy bien, pero ahora hemos trascendido esa imagen básica. Actualmente estamos en vanguardia en la gastronomía española. Hay sitios realmente únicos. No es casual que en los últimos años hayan llegado a La Rioja cuatro premios nacionales de gastronomía, que en una región tan pequeña sorprende. Estamos acumulando elementos de prestigio que a su vez sirven para que los ciudadanos tomen conciencia de que aquí pueden disfrutar de una gastronomía de alto nivel.

– ¿Hay margen de mejora?

– Siempre. La calle Laurel, por ejemplo, es una de las zonas emblemáticas que tenemos que cuidar al máximo para que ningún visitante que llegue ilusionado a conocerla con altas expectativas se decepcionen. Cuando las expectativas son muy altas, la decepción produce efectos demoledores. Hay que hacer que el nivel de atención, del cuidado al cliente, del cuidado al establecimiento, la limpieza, la calidad, la excelencia en todos los ámbitos y el trato al vino sean inmejorables.

– ¿Cuáles son los objetivos de la Academia?

– Principalmente promocionar los productos riojanos, no solo la gastronomía. Dar a conocer en el exterior las virtudes de la gastronomía directa e indirectamente de la región; educar a la población en hábitos saludables de alimentación; luchar contra a obesidad infantil y juvenil o tratar de estimular la recuperación de variedades autóctonas de nuestra huerta, entre otros muchos. Estamos perdiendo nuestra huerta. Hay agricultores que se jubilan y no tienen sucesión, así que tenemos que procurar estimular a los jóvenes agricultores para que puedan seguir dedicándose a cuidar el campo y la tierra. Además, queremos intentar convencer a los colegios y a la Administración de la importancia de que en los comedores escolares se dé una alimentación de mayor calidad, introduciendo productos frescos y de proximidad.

– En esta nueva andadura de la gastronomía, ¿se está dejando a un lado lo tradicional en beneficio de la innovación?

– El riesgo del abandono de la cocina tradicional no existe. Otra cosa es que la vanguardia gastronómica tiene que basarse, o bien en una reinterpretación de los platos tradicionales, o bien en ofertar creaciones diferentes. La vanguardia es la que va abriendo camino y se está convirtiendo en un revulsivo con la cocina tradicional, pero la característica común es que ambas deben tener alta calidad. El triunfo de esta cocina moderna de una manera indirecta está educando a los establecimientos más tradicionales en que, aún manteniendo el recetario tradicional, que por supuesto hay que mantenerlo, también tienen que subir el escalón. Modernizar la culinaria tradicional no quiere decir que suponga perder las raíces.

– La gastronomía es parte fundamental de la economía de una región. ¿Los riojanos somos conscientes de ello?

– Creo que no. La gastronomía tiene una importancia enorme en el PIB nacional y el impacto económico del hecho gastronómico es altísimo. El turismo gastronómico crece y crece y la gente se desplaza buscando experiencias gastronómicas y, aprovechando, hacen turismo general. En La Rioja el impacto debería ser todavía mayor. Tenemos potencialidad y condiciones para que seamos una destino muy atractivo. Al visitante hay que conquistarlo, tiene que irse enamorado de nuestra tierra para que se convierta en un prescriptor.

– La gastronomía se ha convertido en un fenómeno cultural. ¿Corre el riesgo de pasar de moda?

– Hay una concienciación y una sensibilización del atractivo de la gastronomía. Se ha descubierto que en la gastronomía hay todo un mundo de actividades de las que se puede disfrutar y, además, llevan aparejadas actividades paralelas que te sirven también para divertirse y eso es lo que quiere la gente, pasárselo bien. Disfrutar de cosas sencillas como tomarte un pincho o vivir experiencias de alto nivel gastronómico.

– ¿Hay diferencia entre el turista gastronómico extranjero y el nacional?

– Bastante. El turista extranjero que busca sitios singulares tiene normalmente una mayor cultura gastronómica y vitivinícola. Es decir, sabe que para disfrutar de cosas verdaderamente buenas hay que pagarlas. Ellos están acostumbrados a pagar mucho dinero en un restaurante por el vino. A mí me duele mucho el precio tan bajo que tienen muchos de los vinos de Rioja en los bares y restaurantes. Normalmente, el extranjero es más exigente, disfruta más y agradece más la experiencia recibida.

– La gastronomía riojana, ¿tendría tanto renombre sin el vino?

– El mundo del vino es nuestro gran emblema. Se corre el riesgo de que el mundo del vino y las bodegas eclipsen un poco a otros aspectos de la región, pero hay más ventajas que desventajas porque el mundo del vino atrae a mucha gente que, de otra forma, no vendría. Una vez aquí descubren el aspecto gastronómico, además de muchos otros.

– ¿Qué echan en falta los hosteleros riojanos?

– Un problema importante es la falta de personal cualificado. Nosotros también intentamos convencer a las administraciones de que una escuela de sumillería en La Rioja es imprescindible, así como intentar tener la mejor facultad de enología de España, y áreas de formación de camareros y servicio de sala. Tenemos la Escuela de Hostelería de Santo Domingo que hace un trabajo extraordinario, pero complementario a él debería haber estas otras posibilidades, porque no solo para la hostelería es importante que haya profesionales bien formados, sino que de nuevo sería una fuente de actividad y recursos en la región que crearían riqueza.

– ¿Especialistas en el mundo del vino?

– Un camarero de un bar en La Rioja tiene que tener unos conocimientos mas que básicos del mundo del vino, de su servicio, de las armonías del vino con los diferentes alimentos. Hay que progresar y tener exigencia.

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