Firmas

‘El Najerilla’, cien años de la revista riojana que cruzó el Atlántico

Por José María Menéndez de la Cuesta Valls
Autor del libro ‘Mansilla 50 años’

Se cumple ahora el centenario de ‘El Najerilla’, revista hispanoamericana, la primera en cruzar el Atlántico, cuya redacción e impresión se hacía en Mansilla de la Sierra, ese pueblo que con una historia inmensa quedó sumergido bajo las aguas, pero no su memoria. Eso aún está presente en los mansillanos de ahora y los habitantes de este pueblo.

‘El Najerilla’, fundada por Víctor Fernández Villar, secretario de aquel Ayuntamiento y un hombre con una visión y capacidad sin límites, que fue capaz de llevar las noticias de las siete villas, primero; y aumentar a otros pueblos del Alto Najerilla, después, a Argentina y Chile, donde las colonias de riojanos eran numerosas. De esa emigración que hoy negamos a otros. Curiosamente, y por circunstancias de la vida, hoy su bisnieto Guillermo ocupa esa secretaría en ese Ayuntamiento.

‘El Najerilla’, que dividía sus noticias pueblo a pueblo, hacía un periodismo directo, “sin galanuras de estilo” (decía Fernández en su primer número) ni análisis ni posicionamientos. Solo noticias que informaban a todos aquellos que, fuera de su tierra, tenían el deseo de conocer.

Y no solo esto. Consiguió también que los pueblos serranos se interesaran y supieran lo que sus vecinos hacían en el día a día. Para todas estas informaciones se valía de párrocos, secretarios y carteros que colaboraban desinteresadamente “en una buena causa informativa”, como decía Dalmacio Grela, cura de Viniegra de Arriba.

Allí en el otro lado del Atlántico los riojanos no dejaban llegar la revista a los centros de distribución, ‘Casa del Riojano’, sino que iban directamente al barco para saber qué pasaba en su pueblo, con noticias como estas: “MANSILLA. Juan Entrena compró dos terneros y una vaca, lo que aumenta su ganadería a cincuenta cabezas en este apartado de vacuno”. O esta otra: “CANALES. Juanita Medel dio a luz a su cuarto hijo, que fue hembra. La madre y la hija están bien”.

No podemos olvidar que el gobierno del general Perón le concedió una medalla por su trabajo e información a “los gallegos riojanos en Argentina” y permitió que, sin costo alguno, las revistas viajaran en sus barcos cuando salían del puerto de Bilbao.

Hace años se realizó en Mansilla, en el edificio de las Siete Villas, un homenaje a la figura periodística de lo que representó una publicación como esta, con extraordinarios periodistas, escritores y catedráticos que dieron un relieve impresionante al acto.

La importancia de la revista fue tal que hace muy poco estuve presente en un acto en Madrid, dedicado a la figura de un maestro, Patricio Redondo, que enseñaba a leer bajo el método Freixet y que fue nombrado maestro de Mansilla por el entonces secretario, Víctor Fernández. Me decía un catedrático de la Universidad Autónoma de México, D. Fernando Fernández, que descubrió su paso por tierras riojanas (ya que Patricio fue un exiliado republicano que hizo una labor importantísima en Chiapas, México) por ‘El Najerilla’, ya que le pidieron escribir una carta de presentación al pueblo y se hizo en una cuartilla encabezada por ‘El Najerilla’.

De todo esto se habló en una conferencia que luego se llegó a Puigvert (en Cataluña). Allí apareció el nombre de Mansilla, La Rioja, y la primera revista editada aquí para los de allí: ‘El Najerilla’.

En el Museo de la casas de las Siete Villas, en Mansilla, se conserva hoy el diploma de nombramiento del secretario, Víctor Fernández Villar.

Ojalá el Ayuntamiento considere que “cuando pasen las nieves” pueda celebrarse un acto aún mejor que aquel. Sería un reconocimiento más a esa memoria sumergida del pueblo que fue centro comercial, cultural, jurídico y humano de las Siete Villas.

No podía dejar de recordar al “hombre de la imprenta”, Marino, que falleció hace muy poco tiempo en Nájera, ciudad a la que se trasladó -como la familia Fernández- después del embalse del pueblo mansillano.

En el deseo de estas líneas está recordar la información, fácil y veraz, y a todos aquellos que se dedicaron a ello. Mi agradecimiento, pues ellos hicieron que una parte de la historia de esta sierra sea recordada para siempre.

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