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De cintura para arriba… y de cintura para abajo

A Miranda se acudía, habitualmente, dos veces por temporada. Y no: no era ni bonito ni fácil. No era bonito porque en Miranda siempre hacía frío. Y más en el Poblado de los Ángeles, donde esperaba siempre La Charca, un club de cantera de Miranda que recibía a los riojanos en las Instalaciones Municipales de Ence.

Allí se jugaban partidos perezosos, heladores y donde algunos compañeros medían las tarjetas que llevaban, sumaban y restaban, para cuadrar su sanción con el encuentro en Ence. Había siempre bajas buscadas porque a casi nadie le apetecía medirse contra La Charca en lo que nosotros llamábamos ‘la charca’ o la ciénaga, porque lo habitual es que las lluvias y el frío dejaran el lugar empantanado.

Por todo esto, muchos jugaban de cintura para arriba: lo mejor era pensar y ni tan siquiera ir. La quinta amarilla, una expulsión a tiempo… Y nos evitábamos una mala mañana, un resfriado y kilos de barro en la bañera de casa tratando de limpiar la equipación para el siguiente partido.

A Miranda se acudía, como os comentaba, dos veces al año. La segunda tampoco era fácil, pero sí algo más bonita. El Mirandés recibía a los riojanos en Anduva. Abría, decíamos, “el campo de los mayores”, y por muy viejo que estuviera aquel Anduva, uno como que se sentía jugador por un día, por aquello de verse rodeado de cuatro gradas, la salida de los vestuarios, un marcador, y en la grada unos padres que se venían arriba porque aquello pintaba a partido importante. Era lo más parecido a aquella Las Gaunas, pero accesible a unos jóvenes de granos y piti camuflado postpartido.

En Miranda se libraba el asunto de la rivalidad que tan bien sienta al fútbol modesto. Así que ante aquel escenario y con un Mirandés enfrente que casi siempre tenía buenos equipos… en Anduva se jugaban partidos de cintura para abajo, que habitualmente acababan en asuntos feos, tortas intercambiadas, algún que otro expulsado y ganas de cierta revancha porque el fútbol siempre da una nueva oportunidad. Jugar contra el Mirandés molaba, porque sentías que por allí habían pasado otros riojanos, y que, como tú, habían sufrido ante los siempre impetuosos jugadores de Miranda que recibían a los pijos de una capital con muchas ganas de hacérselo pasar mal. A falta de Burgos, les valía con atosigar sobre el césped a los de Logroño. Y habitualmente les funcionaba.

En estos partidos de cintura para abajo se contaban las tarjetas recibidas hasta entonces, para medir, y no perderse jamás el encuentro en Anduva. Todos iban al frente, dispuestos a ver qué pasaba en Miranda contra aquellos ‘mirandeses’ que tan difícil nos podían las cosas. Era una tradición deliciosa, por muy duro que fuera el trance de jugar en Anduva. Todas las cosas bonitas de la vida despeinan.

La Unión Deportiva Logroñés juega en Anduva. No lo tendrá que hacer en ‘La Charca’. Así que por eso nadie se pierde el partido por sanción. Todos han jugado este partido de cintura para arriba las jornadas previas a su inicio. Nadie, salvo los lesionados (Arnedo, Paredes, Santos, Marcos André y Olaetxea), que rumian piedras por la frustración de no poder jugar este partido, se perderá este partido. Tampoco en el Mirandés, que solo cuenta con la baja de larga duración de Pito Camacho.

Así que el resto, los sanos están en disposición de afrontar un partido de cintura para abajo.

El once de la temporada en Anduva

Un once hiperconectado con Anduva:

Miguel Martínez de Corta: Protector y guardián de todos esos niños riojanos que una vez jugaron en La Charca y en Anduva. Él, de niño, lo hizo. Conoce Miranda y lo que significan estos partidos. Ha saboreado como pocos el barro burgalés, así que ahora disfruta en la hierba tipo Segunda de Anduva.

Juan Iglesias: El joven lateral derecho habrá tenido la fortuna de no pisar en exceso La Charca, y tampoco lo ha hecho como profesional blanquirrojo en Anduva. Pero le han comentado ya todas las particularidades de estos partidos. Ahora bien, este muchacho se ha hecho futbolista en Valladolid. Y no cuesta imaginárselo en los Anexos de Zorrilla. Y no hay mejor cosa que pasar hambre de verdad para sentirse afortunado por poder jugar en Aduva. No hay nada peor que aquel agujero negro en una esquina de Zorrilla.

César Caneda: A este señor con otras películas. Anduva es su parque de recreo. Juega en casa. Ha sido el escenario de sus mayores éxitos deportivos. Conoce cada brizna de hierba, cada esquinita de Anduva, cada poro epidérmico por donde suda la afición rojilla. A Caneda con otras canciones, que ésta se la conoce de ‘carrerilla’.

Pablo Bobadilla: Como todo buen niño riojano que se precie habrá tenido la fortuna de haber aprendido alguna lección importante en tierras burgalesas. Irá comulgado a Anduva. Y otra cosa: a este chico le salieron los dientes en El Cementerio de Nájera. Tras colar muchos balones y tener que saltar la valla para recuperarlos; nada, ni Anduva, le puede asustar.

Flaño: Le tocó vivir una experiencia durísima en Anduva. Aquel 31 de enero de 2016 tuvo que ver desde el banquillo cómo el Mirandés le hacía 4 goles a aquel Osasuna, y cómo en el minuto 65 el colegio expulsaba por doble amarilla a su queridísimo hermano. Osasuna acabó aquel partido con 9 jugadores sobre el campo y cuatro goles en contra. La letra con sangre entra.

Andy Rodríguez: Tiene una espina clavada. Los derbis entre Mirandés y la Ponferradina se han decantado habitualmente del lado local. 2-1 en la temporada 14/15 con Andy titular en aquella jornada 29 con los dos equipos en Segunda. Y una temporada después, Andy no jugó, su equipo perdió por la mínima, a buen seguro Andy le preguntó a su compañero Pablo Infante el secreto de Anduva. Que se juegan se cintura para abajo, le debió decir.

Carles Salvador: Dicen que los peloteros sonríen igual. Y él, la temporada pasada tuvo que ver cómo Antxon Muneta se retiraba lesionados y entre lágrimas mediada la primera parte. Fue el último encuentro de Muneta con la blanquirroja. Y aún recordamos a Salvador sobre el árbitro, enrabietado porque pitó ante de que marcara el Mirandés en aquella jugada tan extraña. Y Salvador ni olvida ni perdona. Juega.

Rubén Martínez: Fue uno de los jugadores que naufragó el curso pasado en los partidos importantes. Pero esta campaña ha sabido entender que a esto también se juega de cintura para abajo, de ahí su compromiso para ir siempre al límite. Y no queda otra en Anduva.

Ñoño: El de San Fernando no comprendió la temporada pasada la verdadera dimensión de Anduva. No controló, no hizo lo que todos hemos hecho alguna vez: medir, calcular y jugar de cintura para arriba. No pensó en Getxo, en Gobela, y le expulsaron; le metieron dos partidos, y no pudo jugar la temporada pasada en Anduva.

Rayco: Un joven Rayco era un elemento extraño en aquel vetusto Anduva en su estreno en el fútbol profesional. Rayco se forjó siguiendo los pasos de Silva en Ipurua. Regresa más maduro, estrenando parternidad, siendo muy consciente del entorno al que acude, y con ganas de brindar un gol al pequeño Mario. Vuelve Rayco a Anduva siendo un referente.

Ander Vitoria: Al delantero vasco la temporada pasada se le caían los goles. Daba un paso y marcaba un gol. Y con el Barakaldo se presentó en Anduva. Y ha demostrado que sabe marcar en territorio comanche. En el minuto 51 hizo el 0-1. Y recordará sin duda lo que se sufre para ganar en Anduva: en dos minutos Cervero y Pito Camacho le dieron la vuelta al marcador.

Por eso, Vitoria reconoce con sus compañeros que para marcar en Anduva hay que jugar de cintura para arriba: pensar cada acción para tener éxito; aunque finalmente para ganar: hay que jugar de cintura para abajo, es decir… bueno, ya sabes.

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