La Rioja

El comercio de ultramarinos más antiguo de Logroño baja la persiana

El comercio de ultramarinos más antiguo de Logroño baja la persiana

El 30 de junio de 2018 quedará para siempre como un día histórico en el comercio logroñés. Es el día en el que su representante más antiguo de ultramarinos, Casa Juan, eche el cierre tras 72 años de actividad ininterrumpida en el número 20 de Vara de Rey.

Merche y Juan se jubilan tras toda una vida dedicada a proporcionarle a su fiel clientela el mejor género alimentario. Ella, de hecho, “ha llevado chupete en esta misma tienda”, presume orgulloso su marido, que le dio nombre al comercio que en su día regentara su suegro: el mítico Ultramarinos Nicolás.

El cierre definitivo de la tienda está previsto para las dos y media de la tarde, porque en este establecimiento se trabaja hasta el último momento. Sin embargo, “ha llegado el momento en que teníamos que jubilarnos” y el duelo lo comparten desde esta misma semana tanto los propietarios del negocio como sus compradores de toda la vida.

“Se lo hemos comunicado a las clientas más fieles en cuestión de tres días, porque sabemos cómo son y no queríamos verles pasar un mal rato”, asegura Juan, quien trata de compensar su pena con “descuentos bastante especiales” en estas últimas horas de vida de su negocio. Aun así, las “lloreras” se vienen sucediendo al conocer el anuncio, porque “la gente nos quiere, lleva décadas demostrándonoslo. Aquí hemos sido muy felices, pero es lo que hay”.

Por más que lo han intentado, ni Juan ni Merche han conseguido encontrar a alguien que se hiciera cargo de los ultramarinos. Su hijo era el más firme candidato a prolongar la estirpe del comercio, en la que hubiera sido la tercera generación a las riendas, pero “él no ha querido y estoy convencido de que lo hubiera hecho muy bien”.

“Calor humano”

Por norma general, todo trabajador fantasea con ese momento en el que a final de mes el Estado ingresa la nómina sin tener que fichar en el trabajo, pero llegado el ‘día D’ no a todos se les hace tan feliz la experiencia. Es el caso de este comercio, en el que aseguran que “con algunas clientas tenemos tanta o más relación que con algunos miembros de nuestra familia”.

Acumular tantas décadas tras el mostrador de uno de los establecimientos señeros de Logroño hace que tu cara le suene a prácticamente cualquiera y que, ante una situación como esta, hasta un desconocido te ruega que reconsideres tu postura. De hecho, Juan asegura que “el otro día fui a darme de baja en la Seguridad Social y la persona que me atendía me pidió por favor que no cerrara la tienda (se emociona); eso te lo dice todo”.

“Para mí, más que un lugar de trabajo ha sido un sitio en el que relacionarme con la gente; lo que más voy a echar de menos es el calor humano”, concluye.

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