La Rioja

Alejandro Ramonda: “Me gustaría ser el referente de las artes escénicas de La Rioja”

Alejandro Ramonda llegó a Logroño hace más de un cuarto de siglo desde el otro lado del Atlántico. Mendoza (Argentina) fue su punto de partida y el de llegada aún lo desconoce. Por aquel entonces tenía una compañera de viaje, Silvia Sáenz, para quien el teatro era más que una pasión. Era su sueño y lo sigue siendo. Juntos fundaron hace diecisiete años ‘Dinámica Teatral’, una compañía que cuenta en la actualidad con casi medio centenar de trabajadores y que se ha convertido en uno de los motores culturales de La Rioja.

Este argentino de pelo rizado, gafas de pasta, verbo fácil y una apariencia que le resta varios años al primer vistazo se confiesa como “un gestor” que continúa con el sueño de Silvia. “Ahora es mi vida. Mi razón de ser es organizar las cosas y que la gente esté contenta”, reconoce, dándole a la que fuera su pareja el mérito del “tesón inicial” para hacer de una idea una realidad que en los últimos años se le ha ido de las manos (en el buen sentido) debido a su crecimiento exponencial.

“Yo nunca había hecho nada de teatro”, sigue confesando, al tiempo que explica que aquella ‘Dinámica Teatral’ que comenzó de forma modesta ahora tiene varias ramas que van desde las actividades extraescolares (más de trescientos jóvenes apuntados) a la escuela de teatro (alrededor de 150 alumnos), pasando por la Asociación Juvenil y Teatral On & Off, que realiza encuentros internacionales por toda Europa con otras entidades y cuenta con fondos Erasmus+. La última ‘pata’ para asentar el banco es una pequeña joya de la corona: la Sala Negra – Café Teatro.

Allí nos recibe Alejandro, en un local de la calle Lardero (Logroño) reformado por el arquitecto riojano Javier Dulín que engaña a cualquiera que pase por su puerta. Una vez dentro, el visitante parece caminar por el plató de ‘Upa Dance’, aquella serie de Antena 3 que hizo furor al mismo tiempo que comenzaba ‘Dinámica Teatral’. “El crecimiento de la empresa nos pedía hacer esto porque el anterior local -estaba en la calle Labradores- ya era incómodo y necesitábamos un sitio donde las aulas fueran independientes”.

Y ya que se ponía a cumplir sueños, qué mejor que hacerlo a lo grande. Nada de medias tintas. Un pequeño espacio con capacidad para 146 espectadores. Acogedor. Íntimo. ¿El objetivo? Doble. Quien no arriesga… aunque siempre desde la seguridad. Por un lado, mostrar el trabajo de los alumnos de la escuela en una sala acondicionada para ello y, por otro, ofrecer teatro. Tan simple y tan difícil como eso. En las palabras de Alejandro se ve su ambición: “Me gustaría ser el referente de las artes escénicas de La Rioja”.

Cuando se tienen las cosas tan claras, es difícil no dar cierta credibilidad. “Quiero ofrecer el ocio cultural en la ciudad”, apunta, poniéndose como meta el conseguir que pasen por su entrañable espacio las obras de pequeño y mediano formato que no tienen cabidas en otros lugares como el Teatro Bretón o el Riojaforum. Sus puntos fuertes: la cercanía con el público, que prácticamente toca al actor, y que el diseño permite ver y oír con una calidad difícil de encontrar en sitios más modestos.

En las semanas que lleva ya en marcha este último proyecto, multitud de artistas, músicos, monologuistas, cómicos… han conocido la Sala Negra – Café Teatro. “Al no haber una experiencia similar en Logroño, vemos lo que gusta en otras salas, pero todavía estamos un poco en ensayo-error. ¿Qué quiere la gente? ¿Cómo? ¿Cuándo?”. Buenas preguntas que seguro pronto sabrá un argentino que un día descubrió que la vida era puro teatro y decidió convertirlo en realidad en Logroño.

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