Gastronomía

El Chandro de Pradejón cierra… pero no del todo

Pasar por Pradejón y darse una vuelta por el Chandro para degustar sus deliciosos pinchos tiene los días contados. El próximo 31 de mayo, con la jubilación de la segunda generación de este histórico bar, se cierran las puertas de uno de los referentes gastronómicos del municipio y de toda La Rioja Baja.

Es un cierre a medias, pero no deja de ser una despedida a tapas típicas como la orejilla de cerdo o las setas a la plancha que se concretará en una fiesta en la que tienen previsto hacer un repaso fotográfico por estos 45 años de historia en los que el Chandro ha abierto sus puertas, cada día, de siete de la mañana a doce de la noche.

Cierran el bar pero mantienen el restaurante, en el que se podrá seguir disfrutando de las elaboraciones de Adela y Nicolás en menús del día y peticiones bajo reserva. Los primos, informáticos ambos, decidieron hace años dejar las teclas para seguir con el negocio familiar. Ahora continúan pero sin el trajín que conlleva tener abierto un bar que se echará de menos en el municipio. “Tendremos que cerrar unos días por los cambios que hay que hacer pero volveremos sólo con el restaurante y con el sellado de quinielas, que también se mantiene”, cuenta Adela.

El local, en el que el tapeo es casi una devoción, nació en los años setenta y se fue convirtiendo poco a poco en un referente en la localidad de la mano de la familia Chandro. Tres generaciones han pasado por allí en estos 45 años amoldándose al paso del tiempo, a los gustos de sus nuevos clientes y a la aparición de otros establecimientos en la localidad riojabajeña.

Con la cocina tradicional como seña de identidad y apoyados en productos de kilómetro cero, la barra de pinchos ha sido siempre un auténtico lujo para los pradejoneros, generación tras generación.  La tradición de ir allí a cenar de tapas se ha ido transmitiendo de padres a hijos en un local que además siempre ha estado involucrado con todo lo que se hiciese en el municipio ya fuesen jornadas gastronómicas como fiestas o cualquier otro evento.

Un adiós definitivo a una de las mejores barras de pinchos de La Rioja Baja y los dos fundadores de un negocio familiar que entendió que en la cercanía tanto con el cliente como con el productor estaba la clave del éxito.

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