Semana Santa

Emoción a flor de piel: las personas con discapacidad palpan la Semana Santa de Logroño

La experiencia de la Semana Santa trasciende al sentido de la vista, al igual que la vida de una hermandad va mucho más allá de tener todo dispuesto para poner una procesión en la calle. A apenas una semana para que los cortejos procesionales tomen la vía pública, la Cofradía de la Flagelación, en colaboración con la Hermandad de Cofradías de Logroño y la Fundación ONCE, ha abierto las puertas de Santa Teresita a los sentidos.

El templo ha acogido durante la mañana de este sábado la tercera edición de ‘Sentimos la Pasión’, la actividad de Cuaresma que más emociones produce entre quienes tienen el privilegio de asistir. Su propósito es tan sencillo como loable: acercar la Semana Santa a todos, independientemente de sus capacidades para relacionarse con los elementos nucleares de una cofradía.

La iniciativa, aunque abierta a todo tipo de público, está específicamente dirigida a las personas con discapacidad, a las que ofrece la oportunidad de sentir la Semana Santa a través de un circuito de experiencias en el que los sentidos se maximizan hasta el punto de que las personas sin visión puedan visualizar la semblanza del cristo de la Flagelación palpando con sus propias manos cada detalle de la talla.

Dicho circuito se completaba con el tacto sobre elementos de la hermandad, como una medalla, sus dos cruces de guía, una corona de espinas y otros elementos de la flagelación o el propio paso que el Martes Santo acaparará cientos de miradas en su procesión por Logroño. Una grabación trasladaba a los visitantes los sonidos más característicos de la Semana Santa y la actividad ofrecía, incluso, la posibilidad de enfundarse la característica ‘molía’ de la hermandad para experimentar la sensación de levantar el paso.

Así es cómo Esmeralda, una mujer ciega y sorda, ha disfrutado de una experiencia inmersiva que le ha trasladado al Martes Santo y le ha permitido establecer una conversación sin palabras con el propio cristo, con cuyas formas ha hablado mientras las recorría con las yemas de sus dedos. “Es muy bonito y muy expresivo al tocarlo. Aunque me habían explicado de palabra cómo era, nunca me lo había imaginado así”, explica emocionada, confesando que “lo que más me ha impresionado es cómo está atado a la columna y cómo sobresalen los huesos en la talla”.

Posiblemente, el esbozo que ha configurado Esmeralda en su mente tras tocar con sus manos las hechuras de la imagen tallada por Vicente Ochoa se diferencie de la que ha percibido Pilar. Afectada por una visión baja que le impide hacer vida normal, no ha podido reprimir las lágrimas mientras recorría la anatomía de la escultura, como tampoco dirigirle un beso a una cara cuyas facciones iban cobrando forma a través de su tacto.

“Me ha impactado la expresión de su cara”, confiesa emocionada, aunque también le ha sorprendido “lo grande que es” la talla. “He sentido mucha emoción, ha sido una experiencia muy bonita”, asegura, con un nudo más que notable en la garganta.

De eso se trata. De sentir sin poner trabas a una emoción que no solo invade a los invitados a participar de la experiencia. Los propios cofrades han tenido que enjugarse las lágrimas en más de una ocasión porque, como verbaliza Adrián Insausti, “el regalo nos lo hacen ellos a nosotros”.

 

El vice-hermano mayor de la Flagelación explica que, respecto a las dos ediciones anteriores de ‘Sentimos la Pasión’ -a cargo de la Cofradía del Cristo de las Ánimas y la Cofradía de la Entrada de Jesús en Jerusalén-, “hemos abierto la iniciativa a personas con otros tipos de discapacidad, más allá de la visual”. “Ver sus caras de sentimiento… es algo que hay que vivirlo”, enfatiza.

Porque Insausti recuerda que la vida de una hermandad se extiende más allá de los preparativos de su día grande y de organizar una profesión. “Las cofradías tenemos unos fines estatutarios y la caridad es uno de los más importantes”, señala, subrayando que “a lo largo del año organizamos diferentes actos benéficos” que este domingo tendrá su colofón con el ensayo a beneficio del Banco de Alimentos.

Quedan apenas ocho días para que la Borriquilla anuncie la llegada de la primavera cofrade y cada hermandad plasme en las calles su particular forma de entender la fe. Una fe que cada uno siente a su manera, con independencia de sus capacidades físicas. Porque, en Semana Santa o durante el resto del año, no hay nada más importante que sentir.

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