Entrevista

Los niños con sordera necesitan “hogares amigables con la audición”

FOTO: EFE/ Raquel Manzanares.

Sergio Jiménez Foronda y Ana Lumbreras.- Las familias con niños con sordera deben saber la importancia de buscar entornos amigables y ricos en estímulos para que puedan desarrollar el lenguaje, pero que también haya una ecología auditiva sin un problema de ruido de fondo que pueda desfavorecer la adquisición del mismo, ha indicado a EFE la logopeda y audióloga Isabel Olleta.

Esta es una de las conclusiones del estudio realizado por Olleta, con más de treinta años de experiencia profesional en su centro de Logroño; y el investigador y profesor asistente en la Universidad de Wisconsin-Madison (Estados Unidos) Carlos Benítez-Barrera, y que ha publicado la Asociación Americana de Audiología en su revista Audiology Today.

Olleta (Pamplona, 1967), también socia fundadora de la Asociación Española de Audiología, ha añadido que, en ocasiones, las familias no son conscientes de la importancia de crear “hogares amigables con la audición” para niños con hipocausa o sordera. “El hecho de hablar o tener conversaciones con sus hijos con la tele encendida puede parecer una tontería, pero, cuando estamos hablando de niños con audífono o con implante coclear, desde luego que les afecta porque el mensaje no le llega al cien por cien correcto”, ha precisado.

Este estudio para mejorar la capacidad en la adquisición del lenguaje por los niños con pérdida auditiva responde a que hay muchísima investigación e información sobre el tema de cómo mejorar la entrada de la señal respecto al ruido en el entorno educativo, pero hay poca sobre cómo favorecer la comprensión de la palabra y el lenguaje en el hogar.

“Muchas veces, a los profesionales nos peguntan los padres de niños con hipoacusia si algo está bien o no y, hasta ahora, creo que no había nada que lo dejara en negro sobre blanco”, ha subrayado, por lo que, “en este sentido, podemos ayudar a que sepan qué es lo mejor para su desarrollo y qué puede ser perjudicial”.

Ambientes amigables

Ha señalado que los entornos de los niños, tanto normoyentes (con audición normal) como con sordera, son ruidosos porque “cualquier actividad que hagan siempre es con ruido, incluso lo lúdico, como un cumpleaños, y no pueden elegir como los adultos, ya que son pequeños”.

FOTO: EFE/ Raquel Manzanares.

Los niños, al estar en una fase en la que “el lenguaje se está formando y está por configurar, no tienen la posibilidad de complementar eso que no oyen con el vocabulario que ya conocen, de ahí la importancia de que lo oigan muy bien”, ha incidido. “Hemos visto que, sin darse cuenta, las familias realizan una serie de actividades en su casa que perjudican un poco el desarrollo del lenguaje de los niños y, sin embargo, no son conscientes de ello”, ha apuntado.

En este artículo hay una serie de pautas para ayudar a las familias y a los profesionales a que el desarrollo del lenguaje de los pequeños con hipoacusia sea lo más normalizado y fácil posible.

“No sólo debemos brindar intervención temprana y fomentar el uso de dispositivos auditivos, sino también guiar a las familias para que creen hogares amigables con la audición”, ha incidido, por lo que es interesante explorar tecnologías innovadoras, como los sistemas de micrófonos remotos aptos para el hogar porque puede ser “el eslabón perdido para ayudar a estos niños a alcanzar su máximo potencial”.
Ha defendido que, al abordar estos factores multifacéticos, se puede capacitar a niño con pérdida auditiva para que sobresalga en su educación y en interacciones sociales; así como fomentar que su futuro sea mejor.

Horas de silencio

Benítez-Barrera (Madrid, 1986) ha relatado a EFE que en este estudio también se han determinado pautas para conseguir que el ruido esté considerablemente por debajo de la palabra y, así, favorecer la correcta adquisición del lenguaje en el hogar, con especial énfasis en la etapa de 0 a 3 años.

Esta etapa es la de mayor neurodesarrollo y dónde se produce la mayor plasticidad cerebral, lo que permite que el niño vaya adquiriendo el lenguaje como consecuencia de oír plenamente las palabras que le dirigen al crear ambientes más amigables y evitar la contaminación acústica.

Olleta y Bénitez-Barrera han determinado que hay que minimizar el ruido de fondo en el hogar, por ejemplo, apagar los dispositivos cuando no se usen, cerrar las ventanas y colocar muebles y alfombras para mitigar ruidos y reverberación.

También son partidarios de maximizar la comunicación, para lo que proponen, entre otras medidas, hablar cerca del niño, mirarle al hablar para que pueda leer los labios, mantener los objetos a los que se hace referencia a la vista y hablar con naturalidad para maximizar la comprensión.

A ello suman la importancia de establecer interacciones tranquilas, como designar áreas del hogar sin ruido, establecer horas de silencio y dedicar, al menos, 30 minutos diarios a comunicaciones basadas en juegos.

Este artículo, escrito a dos manos para combinar la investigación con la parte clínica, surgió de una propuesta de la Academia Americana de Audiología para revisar cómo afecta el ruido ambiental a los niños con hipoacusia en el hogar, dado que “sabemos cómo se lo hace en los colegios, pero en las casas no”, ha señalado Olleta.

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