Gastronomía

El Iruña inicia una nueva etapa

FOTO: Fernando Díaz

Alberto Andrés sonríe. Sonríe mucho. «De momento no puedo tener queja alguna». Es su primera afirmación. Está encantado cuando suma el primer mes al frente del restaurante Iruña, uno de los templos de la gastronomía tradicional logroñesa. «Hay oportunidades en la vida que no se pueden desaprovechar», apunta.

Esta oportunidad surgió casi por casualidad. En una de esas muchas conversaciones que los hosteleros tienen cuando disponen de unos minutos para tomarse un vino e intercambiar opiniones. Alberto era el responsable del Rincón de Alberto. Así ha sido hasta el pasado diciembre. Carlos era el chef del restaurante Iruña. Tras 16 años al frente de esta cocina, Carlos busca nuevos retos, y Alberto, tras levantar de la nada un buen lugar en la cercana calle San Agustín, vio la oportunidad de coger el Iruña para volver al lugar que más le gusta, la sala.

Fernando Díaz / Riojapress.

«Sí, yo estoy en la sala, que es donde creo que debo estar», indica. Recibe, se presenta, ubica y recomienda a todos los clientes. Y como ha mantenido el mismo equipo de cocina anterior y los mismos proveedores se puede decir que «el cambio no ha sido para nada traumático». Es más, «siguen viniendo los mismos clientes de siempre», lo que le genera esa sonrisa que le acompaña en estos primeros días al frente del Iruña.

«Tengo claro que estos lugares hay que seguir conservándolos». Alberto se refiere al concepto en sí del propio Iruña, un restaurante, con sus mesas, sus sillas, sus manteles de hilo… sin barra ni pinchos. «Hubiera sido lógico que si Carlos y Ana -los anteriores gerentes- dejan esto en otras manos, el nuevo propietario se decantara por la barra y los pinchos».

De ahí la preocupación de Carlos y Ana por garantizar la continuidad de esta casa de comidas con más de cincuenta años de trayectoria y con una vigencia gastronómica muy demanda por los clientes. «Querían encontrar a la persona adecuada y por eso llegamos a un acuerdo rápido». El Iruña sigue en buenas manos.

Fernando Díaz / Riojapress.

«Seguimos haciendo los mismos platos». Y los elabora el mismo equipo de cocina. «Hemos incluido dos platos nuevos, pero todos los demás siguen como los preparaban Carlos y Ana», explica Alberto Andrés. Sigue los pasos que hace dos décadas dio el propio Carlos, cuando se hizo cargo del Iruña, teniendo entonces muy claro que, con alguna mejora, había que seguir cocinando como lo hacían las hermanas Alcalde.

El 22 de octubre de 2005 el Iruña vivió un momento complicado. Fue cuando estos dos hermanas se despedían y con ellas parecía tocaba a su fin casi medio siglo de la historia gastronómica riojana. Amparo y Jesu eran las herederas de Francisco y Amparo, que en febrero de 1956 inauguraron, en la calle Laurel, un bar que ocupaba un espacio que era un mero almacén. Pusieron un pequeño comedor que le fue ganando espacio al bar, hasta dejarlo con la minúscula barra que hasta sus últimos días ha pervivido en la entrada, sin uso. «No tenía sentido volver a poner la barra del bar», explica Alberto, con esa sensibilidad de quien sabe que ha heredado algo más que un negocio hostelero. «Esto es un patrimonio. Quedamos pocos (solo) restaurantes en La Laurel, pero esto no se podía perder».

Fernando Díaz / Riojapress.

Y tras estos primeros días, Alberto Andrés no puede estar más contento. «Es un honor estar al frente del Iruña», que ha experimentado un pequeño cambio. Enfrente de esa barra original sin uso que ahora da la bienvenida a los clientes, Alberto ha colocado la impresionante vinoteca que dio sentido al Rincón de Alberto, que en la calle San Agustín guarda descanso a la espera de abrir sus puertas si algún hostelero así lo decide.

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