La Rioja

La Rioja pierde 258 bares en los últimos 14 años

La Rioja pierde 258 establecimientos en los últimos 14 años

Desde el desayuno a primera hora de la mañana hasta la última cerveza por la noche están ahí. Presentes. Esperando a que abramos su puerta, le hagamos una señal al camarero (que en muchos casos es ya como de la familia y conoce de antemano lo que vamos a pedir) y disfrutemos de pie en la barra, sentados en una de sus mesas o al aire libre, en sus terrazas, de lo que nos han servido. ¿Qué sería de nosotros sin los bares? Imposible hacerse una idea. Son remedio contra la soledad en las zonas más rurales y lugar de encuentro en las ciudades en las que entre el ir y venir solitario de las calles abarrotadas, los bares se convierten en el único y genuino lugar de encuentro de todos.

Mundos donde todo puede pasar… La tendencia desde 2010 es que su número en España no deje de caer. También en La Rioja. Aunque menos que en la geografía nacional, la región ha perdido más de un 15 por ciento de ellos en los últimos 14 años. Muy lejos del 0,4 por ciento sufrido por los vecinos navarros, que se mantienen como la comunidad en la que menos establecimientos bajan su verja para siempre.

Sólo dos pequeños repuntes en las estadísticas en la comunidad. El primero fue en 2016, con un incremento de más de una veintena de estos establecimientos en la región, y el segundo en 2019, cuando se crearon en La Rioja 58 establecimientos nuevos en un solo año. Luego llegó la pandemia y todos conocemos lo que pasó con muchos de ellos.

Aun así, España sigue siendo el país con más bares del mundo, con 3,4 por cada mil habitantes. En La Rioja subimos la apuesta y contamos con 4,2 por cada mil habitantes. En el país hay un total de 168.665 bares y en La Rioja, a pesar de sus pequeñas dimensiones, abren cada día la verja un total de 1.374 establecimientos de este tipo.

La disminución de bares en La Rioja en los últimos años no se puede atribuir a una única causa. Aunque la pandemia fuese un importante mazazo para el sector, su reducción es el resultado de una combinación de factores. Los efectos de la crisis de 2008, la evolución de los hábitos de consumo, y las regulaciones gubernamentales son elementos clave que han contribuido a esta tendencia.

La crisis económica que azotó España en la pasada década dejó secuelas en numerosos sectores, incluida la hostelería. Y no hay mas que ver los datos para comprobar que fue en el año 2014 cuando más bares desparecieron en la región. Muchos de ellos lucharon para mantenerse a flote en medio de la recesión, finalmente muchos tuvieron que optar por el cierre definitivo. Ese año fue desastroso para el recuento riojano. Se perdieron 86 establecimientos. 2015 no fue mucho mejor, con 46 cierres a sus espaldas.

Cuando parecía que todo empezaba a mejorar en el sector  -en 2019 se registró el mayor aumento de establecimientos en los últimos años. con 58 aperturas-, llegó la pandemia y nada más que en el año 2020 se cerraron un total de 63 establecimientos. Las restricciones sanitarias hicieron que muchos no pudiesen aguantar la coyuntura. La preferencia por consumir en las terrazas hizo que muchos bares pequeños que no la tenían no pudiesen abrir sus puertas al público y un gran número de ellos cerró definitivamente.

Otro de los factores que ha consolidado esta tendencia a la baja es sin duda el vaciamiento de los municipios más pequeños. Hace años no había un pueblo sin bar; ahora, los más pequeños se las ven y se las desean para mantenerlos abiertos, al menos en verano, que es cuando los hijos del pueblo que viven en ciudades más grandes y turistas llenan sus calles.

Los cambios en la forma de consumo también han propiciado esta circunstancia. Frente a los establecimientos en los que se sirven bebidas, el número de locales pertenecientes a la categoría ‘Servicios de comidas y bebidas’, que incluye los restaurantes, prácticamente se mantiene. Cada vez los bares implementan sus servicios y pasan de ser sólo el bar donde ofrecer bebidas a algo más.

“Nosotros lo que hemos detectado es más que cierre de negocios muchos cambios de titularidad, con estos cambios los bares de toda la vida dejan de serlo como los teníamos concebidos y empiezan a ampliar sus servicios con ofertas también gastronómicas”, explica Ana Cruz Llach, secretaria general de FeSMC-UGT.

“Hay diferentes factores que hacen que los bares de toda la vida estén siendo cada vez menos, especialmente el cambio en el modelo de entender el ocio”. Para ella los que más problemas tienen a la hora de mantener los negocios son tanto los bares de La Rioja rural como los que tienen menos de dos empleados. “En los pueblos en los que se cierra un bar es muy complicado intentar volver a abrirlo de no ser que los ayuntamientos se impliquen con ayudas”. Para ella son necesarias. “Es algo que hay que hacer porque en esos lugares los bares además de alternativas de ocio son también lugares de sociabilización para los vecinos”.

Con respecto a los establecimientos con menos de dos empleados asegura que “tienen menos posibilidades de diversificar su oferta y hay momentos, sobretodo ahora con el incremento de los precios, que no pueden seguir adelante”.

El 71 % con menos de tres empleados

La reducción de bares no solo afecta la forma en que la gente socializa, sino que también tiene un impacto económico significativo. La hostelería riojana siempre ha sido un pilar importante en la economía local, generando empleo y atrayendo a turistas interesados en la rica cultura gastronómica y vinícola de la región.

En La Rioja, en la actualidad algo más del 71 por ciento de los bares tienen menos de tres empleados. Un porcentaje que se eleva hasta el 94 por ciento si se tienen en cuenta los que tienen menos de seis empleados. Sólo el 6 por ciento de los bares cuentan con seis o más empleados en la región. “Para esos es mucho más fácil ampliar servicios y por lo tanto sobrevivir a estos cambios de tendencia y situaciones coyunturales”.

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