El Rioja

El viaje formativo hacia la excelencia en enoturismo

En la apasionante intersección entre la cultura del vino y el turismo, La Rioja se muestra como un faro de conocimiento y excelencia. La región ofrece valiosas lecciones sobre el enoturismo pero la continua formación como uno de los pilares que marquen el futuro. Una tierra capaz de enseñar pero también es de aprender de lo que otros están haciendo alrededor de todo el mundo. De esto se habla en la 7ª Conferencia Mundial de Enoturismo que se celebra estos días en Logroño donde expertos dan a conocer las posibilidades formativas que existen para seguir mejorando en una oferta de experiencias enoturísticas ya excepcionales.

Elmarie Rabe es gerente de Stellenbosch Wine Routes. Es reconocida por su enfoque orientado a soluciones en las industrias de la hospitalidad y el vino. Su creatividad y pasión por el enoturismo han mejorado significativamente la experiencia enoturística de la región.

Para ella una de las primeras premisas es “dotar al personal de habilidades integrales de cata de vinos y sumillería para mejorar la experiencia de los visitantes”. Este enfoque, respaldado por una gestión competente del turismo y la hostelería, promete elevar la experiencia turística general. “La formación abarca desde habilidades de marketing hasta la comprensión de los aspectos culturales e históricos de la elaboración del vino, proporcionando una experiencia enriquecedora a los visitantes”.

La sostenibilidad se erige como un pilar clave en este viaje, “alineándose con las tendencias del ecoturismo”. La Rioja destaca no solo por sus vinos excepcionales, sino también por su compromiso con prácticas sostenibles. Este enfoque no solo responde a la creciente conciencia ambiental, sino que también se proyecta como un ejemplo a seguir para otras regiones.

Pero quedan muchos desafíos que abordar. Rabe lo tiene claro: “Hay que conseguir que la formación en enoturismo sea más accesible” pero es fácil encontrarse con problemas: “Las restricciones financieras pueden limitar el desarrollo y la accesibilidad de programas de calidad, particularmente para las bodegas más pequeñas”. Además asegura que “las limitaciones geográficas plantean dificultades para llegar a regiones vinícolas remotas” o que “las barreras lingüísticas complican la difusión global de la formación”.

Por todo ello para ella es imprescindible “garantizar la inclusión y la diversidad, cumplir con diversos estándares regulatorios y de certificación y adaptarse a las apretadas agendas de los profesionales del enoturismo con esfuerzos colaborativos para crear una formación accesible, relevante y de alta calidad para el sector”.

La riqueza de La Rioja no solo radica en lo que puede ofrecer, sino también en su disposición a aprender y crecer. La doctora Coralie Haller es profesora asociada de Emprendimiento y Gestión de Sistemas de Información en la EM Strasbourg Business School (Universidad de Estrasburgo). Su investigación ha sido publicada en diversas revistas académicas reconocidas, libros y conferencias académicas y profesionales a nivel internacional. Además, ha fundado la Cátedra Corporativa en ‘Vino y Turismo’  que le permite liderar proyectos de investigación regionales y nacionales.

“Creo que los viticultores necesitan seguir aprendiendo todo el tiempo, es decir, tener aprendizaje continuo. No deben enfocarse sólo en la formación para elaborar vino sino que además tienen que aprender más sobre el cliente en sí y lo que espera de la bodega”. Para es imprenscindible hacerse algunas preguntas. “¿Cómo podemos interactuar más con nuestro cliente? ¿cómo podemos estar en contacto con esa persona?¿Conocemos un poco más sobre ellos?”. Y es que esa es “la única forma de poder organizar paquetes que se ajusten a lo que el cliente desea”.

Sabe de la importancia de todo lo que rodea a Rioja “Debes saber que cuándo un turista del vino viene a una región vinícola, la primera motivación para este turista del vino no es el vino. Este estudio lo realicé en Francia y lo que dicen es que quieren ver los hermosos pueblitos, el patrimonio… esa es realmente la primera motivación”. Según su estudio, la segunda es el paisaje y “creo que el vino ocupa solo el tercer lugar”.

De nuevo surge el mismo problema: la falta de tiempo en el sector. “Creo que los viticultores no tienen mucho tiempo para dedicar a la formación. Así que deberían apostar por programas a corto plazo para mejorar en uno o dos días algunos aspectos”. Hacerlo a través de conferencias que para Haller son “puentes entre los expertos de la industria y el mundo académico y donde se pueden establecer muchas conexiones”.

Subir