El Rioja

Bodegas Riojanas estrena el pago de la uva por índices de sostenibilidad

Lo de Bodegas Riojanas es una clara apuesta por el futuro vitícola de la región. Con una iniciativa pionera en el sector, todavía con carácter de proyecto piloto, la firma de Cenicero ha marcado un punto de inflexión en el desarrollo de la viticultura. En esta campaña 2023 ha estrenado una prima en los contratos de compra de uva a sus proveedores fijada por unos índices de sostenibilidad con el fin de premiar las prácticas respetuosas en el viñedo más allá de sus hectáreas en propiedad.

Dentro del proyecto SOSTEVIN, que pretende estudiar la aplicación del ecodiseño en los puntos críticos de control del ciclo productivo del vino, Bodegas Riojanas ha elaborado junto a Laboratorios EXCELL Ibérica una nueva herramienta de valoración del pago de la uva basada en la protección y mejora de la biodiversidad combinada con la productividad vitícola y la calidad de los vinos.

Así, se ha partido de un análisis de la situación inicial y de la identificación de los impactos y oportunidades existentes para hacer una valoración en biodiversidad, además de una valoración del productor de la vid, los valores de potencial agroenológico y del compromiso ambiental para aumentar el agroecosistema biológico del viñedo.

“En los años 80 el único parámetro de calidad que existía en el pago de la uva era el del grado alcohólico. En 1992 comenzó a premiarse el buen trabajo en campo con un primer seguimiento en busca de la calidad de las uvas (500.000 pesetas al mejor viticultor). Ya con la entrada en el nuevo siglo se sumaron al grado los parámetros enológicos como el pH, la acidez, el ácido glucónico y 2006 fue el primer año que se hizo un pago de la uva por la clasificación de parcelas según el potencial agroenológico, apostando por la conservación del viñedo viejo y la agricultura ecológica”, explica Olarte. Ahora, en 2023 y a un año de concluir las investigaciones con el proyecto SOSTEVIN, la bodega suma a todo lo anterior el pago por “índices de sostenibilidad y actividad metabólica” con el claro objetivo de recompensar la implicación de los profesionales del campo con la preservación del entorno vitícola.

“Hemos hecho un seguimiento de la actividad microbiológica, que viene siendo la salud del suelo, y así hemos medido la carga microbiana y su vitalidad, así como el resto de pesticidas que podían contener los suelos”. Una tarea que ha sido más fácil gracias al trabajo previo de caracterización y selección de todas las parcelas parcelas que controla la bodega y que ya venía elaborando el equipo. En concreto se han medido parámetros como: el fomento de la biodiversidad del viñedo, la fauna y flora nativas de los viñedos, el funcionamiento del suelo bajo una visión integral, la integración del paisaje del viñedo y su conectividad ecológica, la recuperación de elementos arquitectónicos (muros, chozos,…) y naturales (plantación de frutales), el enfoque a una viticultura más sostenible y la gestión eficiente del riego y los abonados y la recuperación de variedades minoritarias que suponen un porcentaje ínfimo en la región.

“En esta primera fase estamos enseñando a nuestro proveedores cómo está el suelo de sus viñas y cómo han de trabajarlo para ir en la línea con estos valores sostenibles, así como premiando a quienes ya han ejecutado medidas y acciones que cumplen con esos parámetros. Hay concienciación entre el sector de todas las posibilidades que hay y les demostramos los resultados con catas de uvas y de vinos, pero este proyecto todavía es muy incipiente porque hasta ahora, al menos nosotros, no habíamos primado lo que es la sostenibilidad en campo. Ahora, sin embargo, entendemos la uva como un todo, es decir, tenemos que sumar las características agronómicas, el potencial enológico y también la sostenibilidad para fijar un precio para esa uva. Porque lo que está claro es que las uvas absorben todos los elementos que tienen en el paisaje y si un viñedo está integrado en el entorno, eso se percibe en la uva y, por tanto, en el vino resultante”.

El de este año ha sido un pago simbólico porque no todos los agricultores se han acogido a estás prácticas y las explicaciones sobre el funcionamiento continúan. “Ahora toca ver cómo podemos ser más ágiles a la hora de aplica estos índices de carga microbiana porque son muy novedosos, pero seguiremos trabajando para desde la bodega ir mejorando en todos los ámbitos. Esto no es más que un paso más en todo este camino de producir calidad, pero ya es un gran logro el poder poner en una factura esa prima por conservar y proteger y cuidar algo que, además, es patrimonio de todos”, incide la directora de Viticultura e Innovación.

Regresa la Escuela de Viticultores

Algunas de las novedades de este proyecto se han presentado este jueves en las instalaciones de Bodegas Riojanas, que ha abierto de nuevo las puertas de su Escuela de Viticultores, impulsada en 2019, con una jornada titulada ‘Redefiniendo la nutrición integral del viñedo’. Con un aforo completo, técnicos llegados de diferentes puntos de Rioja y Ribera, viticultores, personal de NEIKER, distribuidores, empresas de innovación, TICs agrarias y otras organizaciones vinculadas se dieron cita en el salón de actos de la bodega.

Con el objetivo de abordar el papel de la nutrición integral en el viñedo como herramienta para generar respuestas de las vides, Natalia Olarte reunió a los doctores en microbiología Elvira Zaldívar y Antonio Palacios para dar conocer los resultados de SOSTEVIN. Así mismo, durante la jornada se abordó la microbiota, el paisaje y el terroir como herramientas distintivas para elaborar vinos de calidad, además ed explicar la implementación de un gemelo digital para generar un ecodiseño higiénico en bodega.

François Leclerc, ingeniero agrónomo en Certis belchim fue otro de los ponentes que participaron en la Escuela. A su parecer, el futuro pasa por conocer el papel de la microbiota en el suelo, su uso y aplicaciones como herramientas para generar respuestas a la desestacionalización de las precipitaciones, mejorar el enraizamiento radicular para obtener uvas con mejor calidad nutritiva.

Por su parte, Emiliano Oreca, ingeniero agrónomo de BMS, intervino con un caso práctico explicando cómo con la aplicación de sustancias bioestimulantes foliares se puede mejorar la resistencia de las vides frente a patógenos, fijación de nitrógeno y reducción de la huella de carbono. Además, abordo por municipios las principales problemáticas de esta campaña 2023.

“Es un placer contar con estos ponentes para mantener el espíritu vivo de la Escuela y seguir generando una espacio abierto de transferencia del conocimiento para abordar entre todos los retos del mundo del vino en materia agronómica”, destaca la directora de Viticultura e Innovación de Riojanas, que refuerza su compromiso con la sostenibilidad, la certificación del International Food Standard en garantía de la calidad y seguridad de sus vinos y la certificación Wineries for Climate Protection.

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