Entrevista

Planeta Calleja: “Lo bonito de este trabajo es que cada año es diferente”

Fotos: Sergio Espinosa (JPEG Estudio)

Matías Calleja es de Ollauri (1959), “optimista por naturaleza” y controla cerca de un millar de hectáreas de viñedo (alrededor de cuarenta propias y el resto de viticultores de la comarca) desde su atalaya riojalteña. Con más de cuarenta vendimias a sus espaldas (comenzó en Bodegas Beronia en 1982), recuerda aquello de que “para el Pilar todos a vendimiar”, dicho cierto hasta hace pocos años. Ahora, sin embargo, nos recibe en la “bodega más sostenible del mundo” durante el mencionado puente y todas las uvas de la cosecha ya descansan a buen recaudo entre sus paredes.

De charla animada y siempre con la defensa del viticultor como “patrimonio” de su propia bodega, reflexiona sobre el “buen momento” de la masa vegetal en Rioja, los efectos del cambio climático en el viñedo y lo “enrarecidos” que están los mercados. “Yo tengo esperanzas de que la cosa mejore, aunque puede costar un poquito más de lo que nosotros pensamos”.

– Vendimia complicada tanto en campo como en bodega. ¿Cómo la ha vivido Matías Calleja?

– Ha sido una vendimia muy técnica en la que ha habido que estar al pie del cañón no con cinco sino con ocho sentidos. Empezó con una brotación tardía y se han criado las uvas en un tiempo récord si contamos los días que han estado desde la brotación de las viñas hasta que se ha cortado. Yo tengo, históricamente, un criterio para fiarme de cómo va la viña: en San Juan y San Pedro tiene que estar limpia porque termina la floración y ya se crea el grano.

Este año para esas fechas ya teníamos los agraces. Fue todo en tiempo récord: brotación, creación del racimo, floración y cuajado. Después vino aquella semana fatídica con más de cuarenta grados e hizo daño sin contar que por el medio tuvimos tormentas, aunque eso sea en áreas muy concretas. Y el final de la maduración ha sido terrible porque ha habido humedad, temperaturas diurnas altas y por la noche hemos seguido con calor, que aquí estamos acostumbrados al contraste de temperatura entre la noche y el día. Este año prácticamente no ha ocurrido.

 

– ¿Cómo se hace para controlar mil hectáreas en una vendimia tan complicada?

– Hemos estado tres personas prácticamente todo el día viendo viñedos y viendo venir los problemas: uvas castigadas por el granizo, comprobando si se habían secado bien y, sobre todo, el blandeo de las viñas, por lo que buscábamos qué zonas tenían más premura para vendimiarse.

– ¿Y qué trabajo se hace ahora en bodega al llegar la uva en estas condiciones?

– Lo bonito de este trabajo es que cada año es diferente y este, primero, ha habido que hacer una vendimia selectiva. A partir de ahí, en bodega, este año va a tocar mucho trabajo con una nueva selección partida a partida y luego hay que estructurar los vinos. Ha habido que bregar con ellos cuidando las maceraciones y haciendo correcciones.

– Hablando también del futuro y con el tema sobre el volumen frente a la calidad en el centro del debate: Beronia elabora entre cinco y seis millones de botellas de vino al año. ¿Cómo defiende su modelo?

– Lo primero que tenemos que plantear es hacer vinos de calidad, que no valga cualquier cosa. Nosotros hacemos volumen, pero es muy buen vino y a un precio que lo defendemos. A nosotros también nos están haciendo daño los precios de vino que hay en los mercados ahora mismo. Nuestros vinos no son baratos -un crianza de Beronia roza los nueve euros- y nos hacen mucho daño esos crianzas que aparecen por ahí a 2,50 ó 3 euros. Estos son los que nos están matando, porque tú echas números y a cómo tienes que pagar la uva.

– Cuando se habla de los vinos de esta bodega, siempre se habla del “estilo Beronia”. Si Matías Calleja entra en el año 82 como enólogo y en el 90 asume la dirección técnica y la gerencia, podríamos decir que el “estilo Beronia” también es el “estilo Calleja”.

– [Risas] Yo soy el responsable de la bodega desde hace muchos años y puedo centrar el tiro, pero aquí trabaja mucha gente. Puedo presumir de profesionales desde producción, administrativos, tecnología, equipo de campo… trabajamos muchas personas de la mano. Algo de Matías tendrá, seguramente, pero también me he confundido y he rectificado. Me gusta analizar las cosas y, por ejemplo, para mí es muy importante el trato con los proveedores. Trabajan mucho en el campo y hemos ido ampliando, así como seleccionando nuevos. También puedo presumir del tipo de proveedores que tenemos, que son muy profesionales, y de que hasta tenemos un grupo de Whatsapp con ellos. Cuando voy paseando o en bici, veo cómo están las viñas y les escribo para decirles que tengan cuidado o que estén atentos si veo algo mal.

– Una frase que le robo: ‘La viña de Rioja está en su mejor momento porque la mayoría de cepas se plantaron en los años 70 y 80’.

– La viticultura la veo muy bien, aunque también veo algunas sombras. Yo creo que se ha profesionalizado mucho, pero el cambio climático es una realidad. Afortunadamente, en algunas subzonas de La Rioja Alta nos está favoreciendo para la madurez fenólica, pese a que estamos perdiendo un poquito el equilibrio entre madurez fenólica y glucométrica. Nos estamos subiendo un pelín con la graduación.

Por tanto, hay luces y sombras aunque en líneas generales estamos bien. Sin embargo, hay que tener en cuenta que el cambio climático va a más y fenómenos que vienen de repente como las tormentas y los granizos nos pueden perjudicar. Ni todo es claridad ni oscuridad. Ni de noche ni de día. Estamos en un momento de incertidumbres en todos los aspectos.

– Pero aquí estamos, en la semana del Pilar y con la vendimia terminada.

– Ha habido un cambio brutal. Antes estábamos pensando en empezar y de eso no hace muchos años. Yo he terminado de vendimiar el 1 de noviembre, Día de Todos los Santos, y nevando. Eso es algo negativo porque yo creo que, como todo en la vida incluidas las personas, se necesita tiempo para evolucionar.

– En 2023 lanzaron su primer Viñedo Singular (Vareia Beronia) para alcanzar las diecisiete referencias con otras apuestas como el vino de autor (Beronia III. a.C) o la selección del Beronia 198 Barricas. Sin embargo, además del “estilo Beronia”, otro punto que distingue a la bodega es su apuesta por la sostenibilidad.

– La línea ecológica la tenemos muy desarrollada y ahí tenemos un mercado de vinos muy interesante. Nosotros incentivamos a nuestros proveedores con una viticultura sostenible y te garantizo que, analíticamente, nuestros vinos convencionales (el noventa por ciento) dan los parámetros como si fueran ecológicos. La sostenibilidad en el campo y en la creación de las uvas, así como la naturalidad en la bodega, la llevamos a rajatabla.

– La guinda a esa apuesta sería esta nueva bodega, inaugurada en 2021, que se ha calificado como “la más sostenible del mundo”.

– Nosotros siempre hemos trabajado mediante planes estratégicos a largo plazo (cuatro, cinco o seis años) para adelantarnos a las inversiones y que después el producto no sufra. Después de cinco ampliaciones en la antigua bodega, vimos la necesidad de volver a ampliar y entonces abrimos la posibilidad a realizar un estudio para ver dónde podríamos hacer una nueva bodega.

Una tarde que teníamos un poco más tranquila empezamos a hablar y elucubrar. Entonces dijimos que tenía que estar integrada en el terreno, enterrada para que no moleste, que fuera moderna y llena de cristales para aprovechar el paisaje (la sierra de Cantabria, la sierra de la Demanda, el valle de Valpierre…). Luego pensamos en cómo debíamos enfriarla y pensamos en las energías limpias -geotermia, aerotermia, termosolar y fotovoltaica-. Además, la tecnología tenía que ser la más actual que hubiera ahora mismo con selección óptica y cámaras frigoríficas, entre otras cosas, como que los datos estuvieran automatizados para automatizar la trazabilidad.

– Hablando de planes estratégicos a largo plazo, tal y como está el sector, ¿cómo sería el plan de Beronia para los próximos cinco años?

– Los planes siempre son un compendio de ideas. Nosotros hemos evaluado el crecimiento de forma más limitada por la realidad del mercado. Los que trabajamos y amamos el vino no nos queremos creer que esto no se vaya a recuperar. Se está poniendo más complicado, pero tenemos la esperanza de que los mercados los vamos a recuperar. Yo tengo un respeto brutal por los viticultores. Nuestros viticultores, para mí, son patrimonio de la empresa. Son uno más, un trabajador más de la empresa y por eso tiene que estar integrado.

– Exigir al agricultor, pero también cuidarlo.

– Ahí tenemos que equilibrar un poco la oferta y la demanda para que el precio del vino suba y el precio de las uvas suban un poco. Cuando se trabaja la viña será porque es rentable, pero tenemos que creérnoslo y no malvender nuestros vinos. Hay que subir el precio de venta y de esa manera tirar para arriba con todo lo que viene detrás.

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