El Rioja

La crisis de Rioja, bajo lupa de expertos

El Curso de Verano ‘Las Denominaciones de Origen en el siglo XXI’ de la UR analiza la crisis del sector

Foto: Sergio Espinosa

“Todos saben que el sector atraviesa una situación crítica y también que su organización actual es el resultado de las decisiones adoptadas durante un siglo caracterizado por la sucesión continua de ciclos de crecimiento y de crisis. Entre 1990 y 2002 la superficie de viñedo en Rioja pasó de 46.971 hectáreas a 61.993. ¿Quién cuestionó entonces la cuantía de esas plantaciones, los lugares en los que se plantó y el daño que causaron las ayudas a la reestructuración y reconversión de viñedo? Ahora hay 66.797 hectáreas, pero en los últimos veinte años la superficie de viñedo apenas ha aumentado en 5.000 hectáreas, menos que nunca. Las cifras son claras, no me las revuelvan, porque para abordar el futuro hay que tener en cuenta el pasado y no manipularlo. Aquí, tanto bodegas como productores quieren crear valor, otra cosa es la estrategia que empleen, si una pastelera o una democrática. A mí la que me interesa es la estrategia de crecimiento donde el valor es repartido y ahí tienen un papel clave las cooperativas, porque si ellas se hunden no se va a conseguir ese reparto de valor. El problema es que estamos acostumbrados a mirarnos el ombligo y no lo hacemos quienes no tenemos cepas ni hacemos vino. Lo mejor que el Rioja tiene son los muchos Riojas que contiene. Una DO es mirar y ver multitud de miradas, aunque no coincidan entre ellas, pero aquí cada uno ve lo que quiere ver”.

Certero, concluyente, crítico. Así se mostró Emilio Barco en la inauguración del Curso de Verano ‘Las Denominaciones de Origen en el siglo XXI‘ que organizó la pasada semana en la Universidad de La Rioja junto a las docentes María Cruz Navarro y Mariola Pinillos. Sin pelos en la lengua, como es habitual, analizando lo que ha sido su objeto de estudio durante décadas y que lo ha encumbrado como uno de los mayores expertos en el sector vitivinícola de Rioja. Pero eso ha llegado a su fin. Tras una docena de opiniones y una sugerencia (“La historia nos enseña que de todas las crisis en el Rioja se salió mediante acuerdos. Les sugiero que desinflen esos egos inflamados si quieren remontar la crisis”), el hortelano de Alcanadre ha puesto punto final a su trayectoria de números en el vino: “Que sepan que este es mi último regalo porque, en aras del sosiego, me he comprometido con mi familia a que no volveré a trabajar en nada relacionado con este sector. Es demasiado complicado para lo simples que somos nosotros. Además, ni tenemos cepas ni vedemos vino, así que en un rato me vuelvo a mi huerta en la ribera (de la que nunca debí salir)”.

Palabras sabias con las que se iniciaron dos jornadas completas en las que bodegas y representantes de entidades y organizaciones se sentaron a la mesa frente a medio centenar de asistentes para mostrar sus puntos de vista, con más reproches que halagos, sobre el funcionamiento de esta histórica denominación ante las decisiones tomadas y sobre las que se han de tomar de manera urgente para atajar el problema. Muchas opiniones y juicios sobre el papel, pero pocas decisiones que marquen una hoja de ruta clara.

Entre los temas analizados, se valoraron las medidas implantadas en la DOCa para esta presente campaña y la siguiente, como la reducción de rendimientos, la destilación de vino o la cosecha en verde. Bajo el título ‘Ajustes necesarios ¿y suficientes? en las DDOO’, Víctor Pascual, vicepresidente de Grupo Rioja; Julián García Plisson, gerente de FECOAR; Agustín Santolaya, director general de Bodegas Roda, y Álex de las Heras, portavoz de ARAG-ASAJA, analizaron la gestión realizada y sus consecuencias. “2017 fue el año de inflexión en el que el equilibrio de Rioja se rompió y ya llevamos varios años en los que producimos más de lo que somos capaces de vender aunque haya limitación de producción. Cierto es que las medidas han sido efectivas en la medida en que no se ha agravado el problema, pero la crisis de Rioja no se puede solventar con la reducción de rendimientos y hay que perseguir a los piratas de verdad de esta denominación. Esa sería una buena forma de educar al sector”, valoró el gerente de FECOAR. Para Las Heras, quien consideró que este es un “problema coyuntural” y no estructural, estas decisiones habrá que evaluarlas en los próximos dos o tres años “para ver qué se ha logrado en realidad”, pero aplaude los nuevos sistemas de control habilitados por el Consejo: “Tanto el uso de la IA para controlar lo que hay en el campo como el sistema de calificación para mejorar esa calidad. Además creo que se debe apostar por reestructurar las explotaciones a variedades blancas para ir de la mano con el mercado”.

El vicepresidente de Grupo Rioja calificó de “positivas” dichas medidas, quienes marcan una dirección de trabajo “correcta”, aunque “las ventas nos han jugado una mala pasada y no hemos podido cumplir las expectativas de crecimiento”. Pascual, quien también ha ejercido de presidente de la Comisión de Seguimiento del Plan Estratégico de Rioja, insistió en que el seguimiento ha sido “eficaz”, al tiempo que reconoció también sus fallos: “Quizás hemos errado en el tiro de dónde podíamos llegar, por lo que habrá que revisar los objetivos previos fijados”.

Medidas, aún así, “cortoplacistas”, según Santolaya, y que “no solventan el problema”. El director general de Roda lo dijo alto y claro: “Bastaría con haber cumplido el reglamento del Consejo Regulador y meter esos 6.500 kilos por hectárea, pero no se ha cumplido. Hace años ya dije que Rioja estaba enferma e igual hemos llegado al punto de que toca amputar. Parece que habláis como si todo esto fuera culpa del mercado y no nuestra. Aquí hemos hecho una gestión desastrosa y en estas medidas nadie ha hablado de calidad, porque pagando el kilo de uva a 60 céntimos está claro que muchas de las mejores uvas de Rioja, las de las viñas viejas y más difíciles de vendimiar, se han quedado en el campo este año”.

De izquierda a derecha, Alberto Gil (moderador), Eduardo Hernáiz, Luis Martínez Lacuesta, Abel Torres, Berta Valgañón y Rafa del Rey.

En relación a estas declaraciones, el debate sobre el arranque de viñedo también se abordó en la tercera mesa redonda del curso, ‘Regulación frente a desregulación’, y donde los ponentes coincidieron en que “es prematuro tomar decisiones de este tipo de manera inmediata”, aunque reconocieron que las aguas están muy revueltas. “A Rioja hay que darle un margen de actuación porque no creo que en momentos de turbulencias sea bueno tomar medidas estratégicas. No sabemos la profundidad de esta crisis pero lo que sí deberíamos hacer es ser más embajadores de lo nuestro en lugar de actuar como francotiradores hacia nosotros mismos”, señaló el gerente de la Cooperativa Viñedos de Aldeanueva, Abel Torres.

Luis Martínez Lacuesta, presidente de la Asociación de Bodegas por la Calidad (ABC), aseguró tener “malas sensaciones” sobre lo que pueda estar barajando el sector productor y Eduardo Hernáiz, de Finca La Emperatriz y presidente de Bodegas Familiares de Rioja, apuntó que “tal vez algunos viticultores no pueden esperar y no tienen otra solución si no se solventa la situación”. Berta Valgañón, otra de las participantes en esta charla, tampoco dejó ver un escenario muy optimista en este asunto: “Creo que alguno se plantearía el arrancar”. Y mientras tanto, Rafa del Rey, director general de la OeMV, echaba la vista a los años 90, “cuando también hubo un problema grave de existencias, no se vendía vino y se valoraba el arrancar viña, pero de repente a nivel mundial se disparó la demanda y todo mejoró. Ahora, en cambio y ojalá equivocarme, no veo ese mismo panorama”.

También entró en el tablero de juego la cuestión de los precios, con el rechazo generalizado a ver reservas o grandes reservas de Rioja en los lineales de los supermercados “a precios ridículos”. El presidente de Bodegas Familiares recalcó su apuesta por una “segmentación de vinos en función de los precios porque si se quieren aumentar las ventas eso va a producir que se venda más barato, pero entonces no todo deberá ir amparado bajo la marca Rioja”. Una postura contraria a la del gerente de Viñedos de Aldeanueva, quien defendió segmentar por calidades: “Que se quede en Rioja el que trabaje bien. Se debería insistir mucho en esos productos con precios bajos, analizar sus calidades y si no cumplen, penalizarlos”.

Entonces, ¿más o menos regulación? “La mía creo que es la bodega más regulada de Rioja para la producción que tengo (17.000 botellas)”, apuntó Valgañón. “Yo tengo que repartirme entre la viña, la bodega y el papeleo, pero siento que estar en la viña es lo que me permite aportar un valor diferencial. Y aunque hay mucha burocracia, creo también que debe haberla porque este es un mundo muy voraz”. Por su parte, Torres insistió en que “no es necesario poner más normas porque Rioja ya esta suficientemente regulada y si se incluyen más normas vamos a perder más tiempo en demostrar lo que somos que en hacer lo que nos hace diferentes. Lo que necesita Rioja es ser más valiente. Todos tenemos que mejorar en lo que hacemos y a quien no trabaje duro la propia ley del mercado le pondrá en su sitio”. Un parecer con el que no coincidió Hernáiz, quien sí defendió una desregularización en Rioja: “Hasta ahora Rioja se ha devaluado y eso ha sido por la regulación actual. Hay que buscar una regulación desde el origen, protegiendo tu viña, tu pueblo, tu zona. No sirve poner muchas reglas como ha hecho la Interprofesional para que luego no se pueda controlar a todos y es que las leyes creadas no han servido para crear marca sino para producir vino de menor calidad”.

“Igual lo que hay que regular es una Rioja de dos velocidades. Todo ha de ser regulado, estoy de acuerdo con Abel, pero, ¿el consumidor es capaz de percibir que esa regulación va ligada a un mayor valor? Quizá habría que ser más laxos en cuestiones como que no se exija tener 50 barricas para ser bodega criadora, pero sí demostrar que tus ventas de vino criado van en consonancia con tu parque de barricas. Eso es regulación y habría que hacerlo siempre orientado al consumidor que es quien compra el vino”, matizó Martínez Lacuesta.

De izquierda a derecha, Richi Arambarri, Miguel Merino, Mónica Muñoz, Iván Pérez y Cristina Olarte.

Y en este sentido, el hacer un buen marketing para ese público objetivo también fue una de las cuestiones que se abordaron en este curso de la Universidad de La Rioja. “En un sector tan complejo como es el vino hay que ser muy camaleónico para comunicar nuestros proyectos porque tenemos diferentes perfiles de público”, apuntó Richi Arambarri, CEO de Vintae. Llegado desde Briones, Miguel Merino reconoció la importancia de tener claro el mensaje a transmitir y saber usar bien las redes sociales. Y a la hora de valorar las campañas de marketing del Consejo Regulador, las opiniones eran diversas. “Esos millones de euros invertidos está claro que sirven para abrirte camino en el mercado, pero tal vez se podían haber empleado mejor”, valoraba Iván Pérez, director de Comunicación de Artevino Family Wineries, mientras que Merino y Arambarri coincidieron en que la última campaña no había ido dirigida al valor de Rioja: “Les ha faltado vender prestigio, vender pequeñas producciones de gran valor”. “Eso sí”, matizó Pérez, “ante problemas estructurales como el que vive Rioja ahora de poco sirve sirve la comunicación como solución”.

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