El Rioja

La transformación de Viña Lanciano, en ecológico y a lo grande

Viña Lanciano es el buque insignia de Bodegas LAN

Vendimia en Viña Lanciano. | Fotos: Bodegas LAN

Setenta y dos hectáreas de viñedo, veintidós parcelas y cinco variedades. Viña Lanciano es el buque insignia de Bodegas LAN, una finca en uno de los meandros del Ebro y elevada 30 metros sobre el nivel del río, en la muga natural entre Rioja Alta y Rioja Alavesa y resguardada también por las laderas de la Sierra Cantabria. Aunque la bodega de Fuenmayor se fundó en 1974, este singular paraje vitícola llegó cuatro años antes a la propiedad para dotar de identidad y sentido al recorrido que se ha forjado LAN a lo largo de estas décadas. Y es que esta finca ubicada en el entorno del puente romano de Mantible, término de la capital riojana, goza de tener entre sus viñas cepas de garnacha, mazuelo, graciano y viura plantadas en las cabeceras, además de las de tempranillo tinto que inundan el territorio en su mayoría.

Cepas que han comenzado este año un proceso de prueba a nivel interno para su reconversión final a ecológico. No ha sido un año fácil para aplicar estas prácticas más respetuosas con el medio ambiente ante la climatología adversa de final de campaña, pero María Barúa asegura que el porcentaje de pérdida de uva ha sido ínfimo pese a las expectativas. “Hemos realizado una especie de test para comprobar qué porcentaje de pérdida tendríamos en Viña Lanciano con una gestión en ecológico y aplicando una viticultura integrada. El riesgo que nos dio era de un 30 por ciento, pero finalmente no hemos perdido apenas uva y esas pérdidas se han debido a la sequía y el calor de este verano que ha provocado una campaña compleja. Pero eso va a ser una tónica que se repita en años posteriores y habrá que trabajar en su adaptación, por ello se puede confirmar la viabilidad de esta finca para este tipo de sistema. Fíjate que ni en 2017, con la histórica helada que hubo y arrasó tantas viñas, no tuvimos apenas daño aquí porque la masa de agua hizo como un tapón y no pegó”, celebra la enóloga de LAN. Una prueba de fuego superada y que abre la puerta a una nueva fase de trabajo para la bodega en su recorrido por ser cada vez más sostenibles.

“Tratamos de hacer un ejercicio de coherencia y, si somos sostenibles en una cosa, tenemos que serlo en el resto. Somos agricultores , pero también somos una empresa que estamos buscando la sostenibilidad, por lo que creemos en el cuidado del campo respetando a todos los agentes que forman parte de él, por eso queremos darle contexto al viñedo dentro de su entorno de trabajo, velando por proteger esa biodiversidad: la flora, fauna y también la microbiota de los suelos. Todo ello hace que Viña Lanciano sea lo que es, así que nuestro foco ahora está claro”, remarca. Son ya quince hectáreas las que están bajo un régimen en ecológico, pero el resto hasta llegar a esas 72 comenzarán a partir del año que viene con el proceso de transición a un sistema ecológico en el que deberán mantenerse durante tres años para conseguir la certificación oficial.

Algo que es posible gracias a las condiciones climáticas muy claras y diferenciales que existen en esta zona: “En la gestión de la viticultura trabajamos con la empresa de asesoría técnica de Julián Palacios, quien ya nos advirtió que este año el riesgo era evidente en cuanto a enfermedades fúngicas y claro, perder el 30 por ciento de toda la superficie en propiedad sería una catástrofe importante para LAN, pero decidimos arriesgarnos porque veíamos que el viñedo podía responder bien”.

Meando sobre el que se asienta Viña Lanciano.

Además de estas prácticas en ecológico, la bodega se ha volcado con la viticultura integrada, que implica ir un paso más allá del sello. Un esfuerzo adicional que llevan acabo de la mano del equipo de innovación de Sogrape, la compañía portuguesa a la que pertenece LAN, y que está liderado por Antonio Graca, “una eminencia en el mundo de la biodiversidad y que nos va a permitir abordar este trabajo con más profundidad y desde esta perspectiva de que todos los equipos trabajen con la flora y fauna que tenemos para aplicar unos u otros tratamientos”. Se trata, incide la directora técnica, de aplicar “acciones de ahorro de agua, de generación de menos residuos, de uso de botellas de vidrio menos pesadas, etiquetas con papel y tinta menos contaminantes,… Es decir, de una sensibilización con el desarrollo sostenible de la bodega en todas sus vertientes siendo responsables con nuestro mensaje corporativo”. Algo que también quieren trasladar a sus proveedores de uva repartidos por diferentes zonas de producción de la denominación. “Alguno ya está en ecológico y otros también trabajan de acuerdo a las directrices que les damos, aunque nos gustaría que todos aquellos que puedan apuesten por ello, porque sabemos que no siempre es posible acogerse a lo ecológico y que las características del entorno son las que lo determinan. Pero la idea es que en unos años el perfil de muchos de nuestros vinos sea ecológico porque va a ser lo que demande el mercado, tanto el consumidor como los grandes distribuidores”.

El rendimiento medio de Viña Lanciano se mueve en el entorno de los 4.500 kilos por hectárea, por lo que no se busca ir a kilos sino el factor cualitativo. En cambio, en las otras 4oo hectáreas de viñedo propiedad de otros viticultores con los que trabajan a largo plazo los rendimientos ya son más variables, en función de lo que dicten las normas de campaña del Consejo Regulador de la DOCa Rioja para esa añada. Los cuatro vinos que emanan de Viña Lanciano y que en unos años lo harán bajo la etiqueta de ecológico son Lanciano, LAN a mano, Culmen y Xtrème, el que ya es ecológico crianza y que se suman a los vinos de las categorías más tradicionales de Rioja. “En bodega estamos realizando un nuevo plan estratégico para que toda la zona de operaciones y producción vaya en línea con los valores que defendemos y que el cambio así sea integral”. Y estos los nuevos proyectos que se cuecen en la bodega también llegan al plano vinícola. Entre manos se encuentra un nuevo blanco que nace de esas cabeceras de viura y que prevén sacarlo al mercado en 2025. Un blanco, por tanto, de guarda a la altura de los grandes tintos que salen de Viña Lanciano, como Culmen o LAN a mano.

Y mientras ese cambio se produce, toca hacer balance de lo que ha sido esta vendimia de dificultades en la finca majestuosa de LAN, dividida en parcelas en función de las variedades y los tipos de suelos. “Viña Lanciano está ubicada en la zona 3 de la integral térmica Winkler, un índice climático que indica que este paraje se encuentra en una zona medio cálida, por lo que hay que enfocarse mucho en el trabajo de protección del fruto con las hojas, algo que ha sido imprescindible especialmente este año”. El tempranillo que venía más avanzado se cortó un 31 de agosto con 13,8 grados. Racimos pequeños y de poco peso con los que inauguraron las elaboraciones de 2023 en bodega y que luego dieron paso, tras la DANA, al resto de variedades. Vendimia que se prolongó hasta la primera semana de octubre con el graciano de unos 70 años de edad, aunque después aún han entrado más partidas de uva de otros proveedores de zonas más tardías como San Vicente de la Sonsierra. Así que todo sigue su ciclo en LAN, entre la innovación y la identidad del Rioja con la madera como elemento indispensable (cuentan con un parque de 19.000 barricas), pero con la fruta sobresaliendo.

Subir