La Rioja

Los mejores paisajes para disfrutar del otoño riojano

Algunos de los mejores paisajes estos días en La Rioja

El otoño es la estación más bella para disfrutar de los paisajes riojanos. Recién terminada la vendimia los parajes riojanos tornan en una paleta de colores que van de los amarillos a los rojos pasando por los naranjas y todas las tonalidades de los ocres.

Hay varios puntos en la región desde los que el visitante puede deleitarse con escenas de ensueño. Miradores, cascadas, meandros, carreteras… lugares mágicos que ofrece una región que parece de cuento antes de que lleguen los días invernales y termine una explosión maravillosa que deja instantáneas difíciles de olvidar.

Samaniego (El balcón de La Rioja)
A veces hay que salir para poder ver el interior. Es lo que pasa con El balcón de La Rioja. Ubicado en el puerto de Herrera, en la localidad de Samaniego, se encuetra uno de los emplazamientos donde poder disfrutar de uno de los paisajes más bellos de La Rioja. Desde su privilegiada posición se pueden contemplar los campos de vid que se extienden hasta el horizonte.  Al lugar se puede acceder por carretera tomando la N-232. Desde su posición, nuestra vista, y si el tiempo no lo impide, abarcará la casi totalidad de la Rioja Alavesa, la Rioja Alta e, incluso, la Rioja Baja, laa aún verdes cumbres de la sierra de la Demanda y el transcurrir del río Ebro. El mirador ofrece una impactante vista panorámica. Situado a 1.000 metros sobre el nivel del mar, no existe mejor atalaya desde donde entender la geografía de Rioja.

Islallana (Puerta de Los Cameros)
Este bello mirador surgió con la idea de crear un lugar donde apreciar las vistas que el enclave de Islallana ofrece. Un balcón al Valle del Iregua que nos muestra el esplendor de su paisaje rocoso y verde, con el aliciente de divisar la espectacular Puerta de Los Cameros desde un lugar privilegiado. De fácil acceso, el mirador se encuentra a unos escasos 700 metros de la plaza del pueblo. Camino del puerto de Piqueras por la N-111, a la altura de Islallana, unas descomunales peñas de conglomerado rojizo atrapan la mirada del visitante. Un hábitat sólo al alcance de las grandes rapaces: águilas y majestuosos y curiosos buitres, que vigilan mientras planean sobre el desfiladero.

‘Peñas de Islallana’, de Roberto Zaldívar Ezquerro. Islallana

El Cortijo (Mirador del Viñedo)
Ofrece unas vistas impresionantes sobre el Ebro y sus meandros, los viñedos, la Sierra de Cantabria, el León Dormido. Santo y seña del paisaje riojano y a pocos minutos de la capital. Situado en el barrio logroñés de El Cortijo es un buen lugar para observar un precioso paisaje que guarda las esencias riojanas. Desde Logroño se llega a través de la LR-441.

Briones (Mirador sobre el río)

Posiblemente sea Briones uno de los municipios que más bellos paisajes ofrecen al visitante. Pero si un lugar es especial para ello es el mirador que se abre paso en la calle Cerca. Sobre el río Ebro la panorámica es espectacular. Viñas y más viñas con la Sierra de la Demanda y la de Cantabria de fondo. Quizás lo más llamativo además de los tonos rojizos del otoño sean los meandros que deja el cauce a su paso. Uno de los lugares más emblemáticos de la zona y punto de observación popular para los visitantes que desean apreciar la belleza de los campos de viñedos de La Rioja y sus dibujos geométricos ligeramente ondulantes. Los colores de las estaciones, la que acaba y la que empieza, se reflejan en la diversidad de tonalidades de las hojas de vid.

Aldeanueva (Mirador de las viñas)

La profunda llaneza del territorio con un mar de viñas que ondea hasta el horizonte hacía imposible hasta hace unos años comtemplar la inmensidad del paisaje de viñedos de Aldeanueva de Ebro. Por eso en 2019 el ayuntamiento constriyó una torre de madera de acceso libre de más de seis metros y medio. Desde allí se contempla la amplitid de unos terrenos que desde le altura permiten distinguir las diferentes variedades de uva que se cultivan desde hace lustros en el municipio vitivinícola por excelencia de Rioja Oriental.

Arnedillo (mirador buitre)

Enclavado en la Vía Verde del Cidacos, casi llegando a Arnedillo, encontramos un apartadero en la carretera. El viejo trazado de la carretera que da acceso al antiguo puente sobre el Cidacos sirve hoy de aparcamiento para quienes quieran subir a este mirador desde donde observar la colonia de buitre leonado que habita en la zona. Desde la parte superior de lo que fuera una mina, una enorme tolva hace las veces de barandilla para el mirador, y justo en este punto ya se pueden divisar en las paredes de las enormes rocas los buitres posados en las cornisas y las aristas. Además, el paisaje que rodea esta zona bien merece unos minutos de observación. A los pies del mirador el río Cidacos. Este río a lo largo de los años ha desgastado la roca que forma este macizo; la erosión ha dejado al descubierto grandes moles de caliza en las que hoy habitan los buitres.

Arnedo (Peña Isasa)
Un lugar plagado de leyendas y que ofrece en otoño un paisaje espectacular. Ubicada entre los valles de los ríos Cidacos y Linares se trata de una atalaya natural que vigila el paso entre el valle del Ebro y la meseta de Soria. Techo de La Rioja Baja es Peña Isasa con sus 1.474 metros de altura. Constituye en sí misma una de las cumbres más bellas y visitadas de la región debido a las impresionantes vistas que ofrece. Además desde hace una década se ha convertido en una de las cumbres que más fotos recibe gracias a que Chiruca colocó allí una escultura que es habitual en selfies y fotos de instagram. Un lugar maravilloso en el que contemplar los paisajes más bellos de La Rioja Baja.

Villoslada (Puente Ra)

En la comarca de Cameros, La Rioja acoge uno de sus rincones naturales más coloridos especialmente en otoño. Una masa arbórea de más de 23.000 hectáreas compuesta por ejemplares de pino silvestre, pino negro, hayedos, abedules y robledales de rebollo. Un verdadero oasis de interior donde el agua fluye con alegría y el viajero puede disfrutar de una buena dosis de pura naturaleza. Entre un sinfín de paisajes, quizás el más bello es el de la senda de las cascadas de Puente Ra, una excelente muestra de los diversos escenarios naturales de la zona. Un lugar mágico con tres saltos de agua escalonados en los que el cauce del río se desploma con fuerza. Posiblemente la joya de la corona de sierra Cebollera.

Soto en Cameros (Cañón del Leza)

Las formaciones rocosas de caliza y la luz en el discurrir del río a través de la garganta de roca son las señas de identidad del Cañón del Leza. Durante el Cretácico inferior formó parte de una llanura encharcada que se desecaba periódicamente y en la que las huellas de dinosaurio quedaban marcadas a su paso. La belleza del río Leza se aprecia con intensidad desde el mirador del Torrejón. Por el fondo de un sinuoso cañón de seis kilómetros se retuerce aquí el río, comprimido entre laderas, donde los estratos calizos forman escalones que antaño fueron bancales de cultivo, luego terrazas para repoblar con pinos laricios y ahora bancos naturales en los que sentarnos a contemplar anonadados el paisaje.

‘Cañón al cielo’, de Ángel Benito Zapata. Leza

Tobía (El hayedo de El Rajao)

La Demanda oculta entre sus profundos barrancos y sus laderas más norteñas parte de los mejores hayedos y robledales de la península. Algunos de los más bellos y extensos están en zona de la sierra de San Lorenzo. Allí, entre los monasterios de Valvanera y San Millán de la Cogolla , se encuentra la aldea serrana de Tobía, puerta de entrada al hayedo de El Rajao, a apenas ocho kilómetros del pueblo. En otoño la zona llega a su máximo esplendor.

Alfaro (Sotos del Ebro)
Uno de los atardeceres más bellos de La Rioja puede disfrutarse a tan solo un kilómetro del centro de Alfaro, en la Reserva Natural de los Sotos del Ebro. Un agradable y sencillo paseo junto al río, donde cigüeñas, garzas, mirlos, milanos y martines pescadores: Allí donde el Ebro se despide de La Rioja y se conforma un pequeño oasis  donde aún se conservan retazos de los antiguos bosques de ribera, un lugar provilegiado para la vida silvestre.

Foto: Andrés Armendáriz

San Asensio (vistas desde el castillo de Davalillo)
Rodeado de viñas, el Castillo de Davalillo es una de esas vistas espectaculares de La Rioja más riojana. Si sabe, aún lo es más en los meses de otoño, cuando la estampa cambia de color. Ya en lo alto, las vistas son entrañables, sientes que agarras a La Rioja por todos sus costados: el San Lorenzo a un lado, la Sierra de Cantabria al otro -con meandro del Ebro incluido-.

San Vicente (Miradores del Ebro y de la Sonsierra)

Por su ubicación privilegiada en todo San Vicente de la Sonsierra encontramos diferentes puntos en los que poder disfrutar del singulares paisaje otoñales. Desde el Parque de las Vistillas se pueden divisar los viñedos tras la chopera del Río Ebro y desde el Calvario disfrutar de una visión panorámica que no podemos dejar pasar. El recinto amurallado de su castillo cumple varias funciones, la de visitar sus monumentos pero también la de pasear por sus murallas y disfrutar de la visión del paisaje. Allí encontramos el Mirador del Ebro, una de las imñagenes más espectaculares de La Rioja. A 8 kilómetros, en plena Sierra de Cantabria, se ubica el ‘Mirador de la Sonsierra0. Desde allí podemos disfrutar del paisaje que se extiende a nuestros pies hasta la Sierra de la Demanda.

Rivas de Tereso (vistas desde Toloño)
Cabalgando sobre el río Ebro, uno de los santuarios de la naturaleza riojana es, sin duda, la sierra de Toloño. Cortados de roca con hayedos y matorrales dan vida a uno de los paisajes más sublimes del otoño riojano. Campos de cereal y bosques al norte, tierras de vinos al sur, un lugar privilegiado desde el que observar las aves rapaces surcando el cielo y sobrevolando el Camino de Santiago.

Haro (Mirador de la ermita de San Felices)
Nombrado como el mejor Rincón de España en 2014 por la prestigiosa guía Repsol, desde esta afilada cresta se ve cómo el Ebro entra en La Rioja, atravesando las llamadas Conchas de Haro (un canal natural que el Ebro ha ido creando a su paso), y serpentea entre los viñedos como un gigante embriagado. La ermita se alza sobre los riscos de Bilibio, a seis kilómetros al norte de Haro, donde primero hubo un castillo romano y luego, a finales del siglo V, hizo vida retirada San Felices, cuya sobria efigie en piedra corona el cerro, y su discípulo San Millán. Más cerca del cielo no podían estar.

‘Conchas de Haro’, de José Mª Rada Arnedo. Haro

Villaverde de Rioja (Mirador de la Piñuela)

Ubicado en pleno valle del Najerilla a tan solo 49 km de Logroño, se accede desde una carretera secundaria dirección a San Millán de la Cogolla. Es uno de los miradores que ofrece posiblemente una de las mejores vistas de La Rioja.

Briñas (Embarcadero)

Si un paisaje es Rioja en estado puro es el que se puede disfrutar desde el embarcadero de Briñas. Ebro recién estrenado en La Rioja, viñas de todos los colores frente a él como en una coreografía perfecta en la que agua y tierra van marcado el compás de la música. Un abanico de colores que van del amarillo al rojo pasando por todas las tonalidades de ocres en una explosión de color que sólo allí se puede disfrutar.

Valgañón (Acebal)

Es uno de los pocos que existen en la península ibérica. El Acebal de Valgañón encarna un bosque único y singular, poblado por altos y corpulentos acebos, algunos de ellos con varios siglos de antigüedad. A pesar de su reducido tamaño, configura una de las acebedas más distintivas y mejor conservadas de la Península Ibérica. Sus acebos llegan a formar un verdadero bosque, denso y cerrado, que sirve de refugio a multitud de especies silvestres. Antaño constituía una despensa primordial para el aprovisionamiento de leñas, maderas y forrajes. Alrededor del mismo, se extiende la Dehesa de Valgañón, una dilatada área de praderas abiertas donde campa el ganado en libertad, regalándonos una de las mejores postales paisajísticas de La Demanda riojana.

Ábalos (Carretera a San Vicente)

Entre los paisajes mas bellos también se encalgunas carreteras riojanas. Una de ellas es la que une Ábalos y San Vicente. De manera sigilosa sin casi darse importancia es luna de esas carreteras hechas para conducir despacio y disfrutar. Las cepas la flanquean de lado a lado sin parar evidenciando las diferentes variedades según los diferentes colores. Pequeñas parcelas que van salpicando la tierra naranjas, rojas, ocres, amarillas.

Ezcaray (Carretera a Valgañón)

A la salida de uno de los pueblos más turísticos y bellos de La Rioja nos encontramos con otra de las vías más espciales de la comunidad. Es la que une Ezcaray y Valgañón. Un lugar digno de visitar en la estación otoñal.

 

Subir