El Rioja

La vendimia de los mil y un temores

Rioja (casi) al completo está de vendimia, aunque en las zonas más orientales la cosa toca a su fin en cuanto a cortar uva se refiere. Lo dicen los tractores descargando en bucle en las bodegas y cooperativas de la denominación, algunas hasta altas horas de la noche. La de este 2023 será una campaña recordada por muchos como la de los millones de litros destilados, la de los otros tantos millones de kilos vendimiados en verde y la de las uvas sin comprador. Porque con más de media campaña ya transcurrida cada vez se ve más evidente que alguna que otra viña se quedará sin vendimiar este año. Por un lado, porque las cepas han venido cargadas en un año más de rendimientos limitados en campo (el Consejo Regulador los rebajó al 90 por ciento en el caso de las tintas, pero algunas bodegas han fijado sus propios límites por debajo incluso de este porcentaje), y por otro lado, por la gran temida de esta temporada: la botrytis.

Un hongo que hizo sus primeras apariciones después de aquellas lluvias de septiembre que regaron en abundancia las viñas y a las que se unieron seguido las altas temperaturas. El cóctel perfecto para su propagación. En algunos puntos de la denominación apenas se dieron focos localizados y controlados que no dejaron daños considerables, aunque sí preocuparon, pero la situación se controló pronto una vez volvió a soplar el aire. En otros, en cambio, la infección fue mayor. El grado se disparó especialmente en zonas del valle del Ebro y Rioja Oriental, donde las precipitaciones fueron mayores, y también en aquellas parcelas que tenían heridas de antiguas infecciones por oídio y que con el agua se abrieron, facilitando así la entrada de la botrytis. Así que si al comienzo de la vendimia el temor estaba en la dificultad de alcanzar ese grado óptimo en la uva debido a la caída de hojas provocada por el calor, durante la cosecha el miedo llegó por ese riesgo a una sobremaduración, uno de los mayores problemas de la uva para muchos elaboradores.

La podredumbre de este año ha dejado malas sensaciones en las tolvas que día tras día iban recibiendo partidas con un porcentaje de uva podrida y que en algunos casos ni siquiera se han recepcionado, ya que ha habido bodegas que han echado para atrás remolques cargados por tener unos racimos con exceso de botrytis. Más problemas que se acumulan a lomos de un agricultor que ya venía afrontando una cosecha complicada por la incertidumbre de los precios, así como por las dificultades para hacerse con una cuadrilla para vendimiar, entre otros derroteros de cabeza. Es por ello que las OPA riojanas han reclamado medidas que palien la crisis de rentabilidad del sector productor actuando frente “aquellas bodegas que están imponiendo precios ruinosos en esta campaña” y asegurando ayudas directas para “rescatar a los viticultores riojanos por la evidente y alarmante reducción de renta que están sufriendo”.

En este sentido, la destilación se ha presentado como un parche para aflojar la soga que rodea a las bodegas con esa situación de vino excedentario que arrastran desde hace años. Dos años en los que se han aportado 32 millones de euros para, en esta primera tanda, quemar 17,5 de litros. Una medida, sin embargo, que sigue considerándose poco eficaz. “Ni con destilación ni con reducción de rendimientos de campaña se va a solucionar esta crisis”. Y es justo en estas épocas de crisis donde se intenta sacar rentabilidad de donde sea. Una bodega de Rioja Oriental aseguraba haber tenido que dar salida a varios depósitos enteros de vino “por falta de liquidez”, vendiéndolos “a un precio ridículo” a otra bodega “porque prefieren comprar vino que hacer operaciones de compra de uva en las que se les va a controlar mucho más el precio que pagan al agricultor con esto de la Ley de la Cadena”.

Problemas drásticos que en ocasiones derivan en medidas drásticas. El arranque de viñedo sigue sobre la mesa desde que se incorporó al debate en la denominación cuando se vio cómo los vecinos de Burdeos financiaban esta práctica. Entonces la vista se posó en Rioja ante la crisis de existencias que afronta, pero hasta el momento no ha habido un pronunciamiento oficial por parte de las instituciones ante posibles decisiones. Sí es un tema que está en todas las conversaciones, tanto de despachos como de barras de bar, y el temor es si la denominación llegará a ver cepas raíces arriba ante una situación que no da pasos, ni siquiera pequeños, hacia adelante.

En una de esas conversaciones informales que tenía lugar esta semana en una cooperativa mientras entraban y salían tractores con sus remolques, dos viticultores charlaban sobre la uva que estaba llegando a bodega, “la historia que hay con los precios” y el futuro que les depara a las bodegas “con esto de que no venden ni un litro”. Y uno era tajante al respecto: “Al final el que paga siempre los patos es el agricultor. Yo estoy seguro de que si aquí dan dinero para arrancar las viñas, más de uno se va a apuntar. Como al igual que creo que de haber sabido cómo iba a venir esta vendimia, más de uno se hubiera acogido a la cosecha en verde”. Opiniones individuales que pueden representar el pensar de otros tantos. Pero lo que es una realidad es que el malestar se ha apoderado del sector y los remedios no van a ser a corto plazo si lo que se quiere es que esta tierra de los mil vinos recupere su valor.

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