Había una vez una pequeña plazoleta en Logroño llamada La Esperanza. Su paisaje era placentero y su belleza era exaltada por sus zonas ajardinadas que enorgullecían a sus vecinos y que hacían del lugar un escenario apacible y pintoresco.
Pero un día, en su jardín interior cercano a la esquina de Duques de Nájera con República Argentina, comenzaron a vislumbrarse pequeños seres que no pertenecían a la comunidad. ¡Eran ratas!
El problema es que no se trata de un cuento. En este caso, los roedores no desafían a los perros y gatos del vecindario ni muerden a los niños como en Hamelín, pero “es un conflicto que ya viene de atrás. Se ha llamado varias veces al Ayuntamiento y a la Policía y nadie hace nada”, lamentan los vecinos.
La preocupación, según cuentan los residentes de la plaza, es que no se ha visto una ni dos, sino varias que “campan a sus anchas” por la zona y en algunas ocasiones aparecen muertas en el jardín donde juegan los niños “sin que nadie las recoja”. Los vecinos no esperan ningún flautista que se las lleve, pero sí la actuación inmediata de las administraciones.
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