El Rioja

Una nueva amenaza en Rioja: la botrytis pone en peligro la vendimia

Un viñedo de Rioja Oriental afectado por botrytis durante esta campaña. | Fotos: Leire Díez

La añada 2023 no será recordada por su amabilidad en el campo ni tampoco por la sencillez de manejo del fruto en la bodega. Esta campaña se han dado todos los tintes para que, conforme avanza la vendimia, la preocupación vaya ‘in crescendo’. Si primero fue la ola de calor y luego las tormentas con esos más de 100 litros que se registraron en algunas zonas de la DOCa Rioja ya entrado septiembre, ahora es el hongo de botrytis cinerea lo que mantiene en alerta a los viticultores y, por ende, a los enólogos.

La podredumbre avanza sin control por los racimos, especialmente de tempranillo, cubriendo los granos con una fina capa gris y arrugando a su paso las pieles. Basta con echar la mano a una de estas bayas y será complicado arrancarla del raspón sin que se deshaga suavemente, empapando de un mosto dulce las manos. Y ahí viene otra amenaza derivada: el exceso de grado provocado por esa pasificación de las uvas. Así que el sector se ha movilizado, en ocasiones antes de la fecha habitual, para sacar sus refractómetros y acercarse al visor en busca de buenas noticias que no alteren el calendario de campaña fijado. Pero no siempre la suerte corre de su lado, una vez más.

Racimos machacados para realizar el muestreo de grado.

De una punta a otra de una viña puede haber hasta un grado de diferencia por la incidencia del hongo, así que tocará equilibrar la balanza para evitar no coger una uva demasiado pasada ni otra demasiado poco madura. Y a la hora de llevar a cabo esos muestreos, aquí las instrucciones corren a cargo de cada viticultor. Hay quien camina bolsa en mano por diferentes renques cogiendo granos sueltos, del hombro y de la punta, que luego juntará en un recipiente, mientras que otros arrasan con todos los racimos de varias cepas alternadas y lo machacan en un cesto o cunacho, “para así analizar un racimo completo”. Sea como fuese, el objetivo es que dicha muestra recabada sea lo más representativa posible.

Han sido en parcelas principalmente próximas a la ribera del río Ebro, especialmente de zonas de Rioja Oriental, donde mayor número de focos de botrytis se han localizado, por lo que las máquinas vendimiadoras y tijeras se han echado al campo para evitar que se pierda más producción. Más puntuales han sido los signos de este hongo en viñas de Rioja Alta y Rioja Alavesa, aunque la preocupación también está latente, por lo que muchas bodegas se apresuran a meter los kilos de uva que más peligro corren.

En Villabuena de Álava la botrytis se ha frenado por completo. “Sí que llegamos a ver algunos focos puntuales en algunas viñas, pero aquí las lluvias no han sido muy abundantes, así que en cuanto entró viento del norte el hongo dejó de extenderse”, apunta Fidel Fernández, director técnico de Bodegas Luis Cañas, donde el ambiente es sosegado.

Su vendimia comenzó un 7 de septiembre con los primeros tintos y luego ya se pasaron a los blancos, por lo que ya tienen más de la mitad de la cosecha en casa a buen resguardo. Este cambio de astro les ha permitido, adema, reorganizar el calendario y poder ralentizar un poco más la recogida de algunas parcelas “que pueden esperar un poco más en la viña porque tienen margen de mejora”.

También se respira tranquilidad en Bodegas Riojanas, “aunque los viticultores andan más nerviosos y con prisas”. Aquí por el momento la cosecha avanza despacio, recogiendo unos 200.000 kilos diarios y con apenas una cuarta parte del total de la vendimia ya en bodega. “La botrytis, por suerte, se frenó en cuanto cambió el aire y comenzó a soplar el viento fresco. Sí se han visto pequeños focos en algunas parcelas, sobre todo en aquellas viñas más cercanas al río y que sufrieron más los ataques de oídio, teniendo ahora cicatrices por las que ha entrado el hongo, pero no es nada importante”, reconoce Emilio Sojo, enólogo de Bodegas Riojanas.

Lo que sí les preocupa en bodega es esa pérdida de hojas que sufrieron sus viñas y las de sus proveedores durante la última ola de calor del verano, impidiendo así una buena maduración final para las uvas. “Tenemos algunas que no pasan de los 10,5 u 11 de grado y ahí se van a quedar, por lo que va a ser una uva más complicada de elaborar”, indica. Complicada va a ser en general esta campaña 2023 con tantos frentes abiertos que mantienen alerta al sector.

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