El Rioja

Un cambio de rumbo con amplitud de miras para David González

David González, director técnico en Viña Salceda. | Foto: Leire Díez

Soplan nuevos aires enriquecidos por Viña Salceda. Y no es el cierzo que trae frescura para secar esas viñas tras las tormentas como a más de uno le gustaría. Son aires que huelen a aventura, a nuevos aromas, a otra tierra. Y soplan con fuerza y seguridad, sabiendo cuál es su camino, pero sin tener un destino determinado. Eso se lo irán dando las diferentes corrientes que lo mecen en un viaje que está a punto de comenzar.

La bodega, asentada desde 1969 en Elciego y propiedad desde 1998 del grupo Perelada & Chivite, ha sumado un integrante más a su equipo: David González. El pasado mes de mayo hizo las maletas en el Barrio de la Estación de Haro y se despidió de Gómez Cruzado para adentrarse en las salas de barricas subterráneas de Viña Salceda y conocer cada rincón de esta casa que abrazan, y riegan, las aguas de los ríos Mayor y Ebro. Una casa que, aunque su época de mayor esplendor se vivió durante la década de los 80, es ahora cuando va a desarrollar un nuevo enfoque que va a abrir las puertas de la bodega a otros escenarios de Rioja. Y todo ello, como hicieron antaño los cosecheros de la época, a través del puente levantado a finales del siglo XIX entre Cenicero y Elciego para estrechar lazos comerciales. Porque, como bien dicta su sello, tender puentes es abrirse la mundo.

David ha hecho un ‘reset’ en su cabeza para pasar de lo general a lo específico. «El cambio no ha sido fácil, está claro. Al final antes no solo me dedicaba a la elaboración, sino que allí éramos un pequeño equipo y entre todos nos encargábamos un poco de todo. En cambio, aquí en Viña Salceda la organización es diferente porque es un proyecto de mayores dimensiones, con personal dedicado a una tarea específica y, por supuesto, con mayor capacidad de inversión. Todo lo que te da pertenecer a un grupo bodeguero a nivel nacional», reconoce. Y a mayores posibilidades, mayores ambiciones, algo que el enólogo ya barajaba en su cabeza tras su salida de la bodega jarrera.

Roberto Martínez, Lucía San Román y David González, con la bodega al fondo.

Esta será su primera vendimia desde el corazón de Elciego liderando un equipo junto a Roberto Martínez y Lucía San Román, enólogo y la responsable de Calidad. En bodega ya se ultiman todos los preparativos para dar por inaugurada la campaña, «si el tiempo no vuelve a entorpecer», la próxima semana con los primeros tintos, los que están ya más maduros. Luego se continuará con los blancos y, de nuevo, vuelta a los tintos más tardíos. Unas 22 hectáreas en propiedad más las 90 que gestionan de viticultores de la zona de Rioja Alta y Alavesa a quienes les compran la uva para elaborar finalmente unos 700.000 kilos.

«En cuanto a volumen de producción los números no van a variar apenas respecto al año pasado. Sí hemos cambiado a algunos proveedores por otros, dando alternativas de venta al resto, pero en lo que sí se va a notar el cambio es en el tipo de uva que vamos a querer comprar. Vamos a ser más exigentes, pidiendo ni más ni menos que se cumpla el Pliego de Condiciones del Consejo Regulador, especialmente en cuanto a rendimientos se refiere y que se deberá cumplir en todas las parcelas», remarca, a pesar de que reconoce que este año viene cargado de uva. «Pero todos sabemos qué parcelas, sin que nadie venga a decírnosolo, tienen exceso de carga y cuáles no, así que es responsabilidad nuestra, de la bodega y del viticultor, gestionar eso».

Responsabilidad, apunta, que debe ir ligada a una mayor concienciación de lo que trae el cambio climático, lo que para David ya se está convirtiendo en «un problema endémico» para Rioja: «Este año ya se ha visto, con esas olas de calor intensas y el estrés hídrico, que no hacen más que desequilibrar la planta, aumentar su grado alcohólico, dejar baja acidez y también poco color. Y eso no se quiere en un vino, así que habrá que actuar para evitar tener eso en bodega a la hora de elaborar». Trae, por tanto, las ideas claras y un plan de trabajo consensuado con una bodega que andaba en busca y captura de una figura que gestionase y liderase la elaboración para revitalizar los vinos y adaptarlos a estos nuevos aires con el fin de dar un paso más en materia de calidad.

Un afán de exploración que también lo lleva a buscar vinos que hablen de su zona de producción, donde la tipicidad de las variedades muestre con sinceridad el origen, le llevará a recovecos en otras zonas de producción hasta las que Viña Salceda no había llegado antes, como Ribera del Duero o Galicia. En Rioja, el Alto Najerilla, Badarán y Cordovín son algunas de las zonas ya seleccionadas por este autor de vinos con esencia que se sumarán a su querida Sonsierra, «una joya de la que es un auténtico placer poder sacar vinos», y las zonas de Arenzana y Uruñuela. Y todo ello sin desviarse de los parajes más especiales que también tendrán su lugar especial. David ha gestionado el alquiler de una pequeña bodega en Baños de Ebro para reorganizar la elaboración de cara a esta vendimia y así «gestionar mejor la cosecha, separando unas cosas de otras porque aunque no se hagan vinos de parcelas concretas sí se van a seleccionar las mejores zonas de cada parcela».

Las ganas por ampliar y diversificar en propuestas enológicas le llevarán así mismo a salir prácticamente del monopolio del tempranillo tinto que se extiende por la bodega, aunque también cuentan con garnacha y graciano, y experimentar con los blancos, caballo de batalla para Rioja para alzar posiciones en los mercados actuales. Su idea se dibuja ahora en ampliar a dos gamas de blanco y apostar más por el tempranillo blanco y la viura, valorando también una plantación de maturana blanca en una finca propia de la bodega. «Estamos abiertos a experimentar y probar cosas nuevas».

«Uva amparada sin vendimiar»

El punto de inflexión que está viviendo a día de hoy David en su faceta profesional parece coincidir con el que vive el sector en la DOCa Rioja, donde la inseguridad asalta en el campo y en la bodega. Buen ejemplo de ello es el que ha sufrido personalmente este enólogo, cuando en una misma mañana ha recibido dos llamadas de bodegas de la denominación para ofrecerle uva, entorno a unos 90 mil kilos en total, porque no quieren meterse en el meollo de la elaboración. «Una de ellas tiene incluso con marca y lo peor es que no son las únicas que me han llamado estas semanas. Suelen ser bodegas que, además de elaborar también venden parte de su uva, pero que ya este año no quieren ni oír hablar de hacer vino con el panorama que hay. No sé, la cosa no está bien y creo que este va a ser el primer año que vea uva amparada que se quede sin vendimiar. Al final es que con la Ley de la Cadena Alimentaria no se van a ver contratos por debajo de coste de producción, por lo que habrá bodegas que prefieran no comprar la uva, además de que hay más oferta que demanda», aventura.

Eso sí, puntualiza que «los viticultores se están poniendo las pilas» porque asegura que ha visto más uva en el suelo que nunca. «Desgraciadamente, creo que no es por voluntad propia, pero es un paso para que se conciencien de lo que quiere la bodega. Porque con uvas malas no se puede trabajar y con vinos mediocres no se puede salir al mercado con la enorme competencia que hay ahora. Y los técnicos no somos magos». Es por ello que opina que Rioja sufre este 2023 un punto de inflexión en el que se está dibujando una nueva hoja de ruta que será la dominante en años posteriores: «Pagar al viticultor con precios que hagan del viñedo un cultivo rentable, pero que a su vez estos sepan que no vale con descargar la uva y olvidarse. Esto es un sector que vive un momento complicado por ese aumento prolongado de la producción que hemos provocado y va a afectar a todos por igual, así que todos nos tenemos que poner las pilas».

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