Gastronomía

Parada y Fonda: ‘La salsa más rabiosa de La Laurel’

Por fin. Por fin alguien ha tenido el atrevimiento y el arrojo de sacarle partido al guindillón, un producto denostado por los amantes de las patatas bravas a lo soso, por aquellos que prefieren la casquería que no pica, por los que demandan un bacalao a la riojana sin profundidad alguna en la salsa, por los que desean pimientos sin misterio, por los que no aceptan las alegrías como producto de compañía…

En El Guindillón, un nuevo local de La Laurel, situado en la aledaña San Agustín, se han lanzado en bomba a la piscina con agua del epicentro del goce logroñés para conquistar a los paladares más divertidos, a los que aceptan ese puntito tan salvaje que le da a la vida un toque de picante, el que hace sudar pero que al mismo tiempo modula la temperatura corporal.

En El Guindillón trabajan la guindilla, y la llevan a una salsa verde que es puro rock and roll. Advierten con criterio de su intensidad. Porque todo en su justa medida tiene su aceptación. La sirven al gusto del cliente que desde hace un mes dispone de otro acierto de esta casa, una especialidad que presentan con orgullo. Se trata de El Guindillón, un bocatita de lomo con pimiento verde frito, su secreta salsa tascona, y que se sirve con la oportunidad de aderezarlo al gusto con ese trabajo en cocina para sacarle el sabor y el picante a los guindillones de la huerta riojana.

Llevan un mes testado la calle. Saben que septiembre y octubre serán meses importantes para situarse en un espacio visible que poco a poco vaya contando con esa clientela habitual que dota a un garito de idiosincrasia. No se han vuelto locos y llegan de nuevas a esta calle con una propuesta modesta por ser riojana, rica por ser riojana, reconocible por ser riojana. Caracoles, callos, sangrecilla, sardina con guindillón y por supuesto hígado encebollado.

Sin olvidar la parrilla, porque tienen chuletillas al sarmiento, entrecot, y como es de esperar salchichón y chorizo. Las cosas de aquí para los de aquí y también para los que visitan este territorio con ganas de conocer a qué saben las cosas de aquí. Pochas, en temporada, tomate de la huerta, gildas variadas, huevos rellenos… en fin, que no todo va a ser picante, pero en este sitio se atreven a ponerlo como acompañante para reclamar esa costumbre que se va perdiendo por llegar al gran público: la cocina riojana, poco o mucho, dependiendo el qué, siempre ha picado un poco.

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