Las altas temperaturas recortan las posibilidades de consumo en materia de vinos, así que durante estos meses la frescura destierra al volumen y estructura ocupando las primeras posiciones en las tiendas de vino y los lineales de supermercados. Los tintos con cuerpo han quedado en un segundo lugar y es ahora cuando los rosados ganan protagonismo en esas celebraciones al aire libre.
También así los claretes, tradicionales en varios pueblos de la región, pero que no deben confundirse con los rosados. Aquí una pequeña explicación para saber diferenciarlos y ser un experto en esa comida de cuadrilla o en familia: el rosado se elabora con uvas tintas y proviene de una fermentación sin hollejos (pieles) ganando intensidad de color en función del prensado, mientras que el clarete se elabora con mezcla de vino tinto y blanco, y sí fermenta con los hollejos.
Ya con la lección aprendida, toca decantarse por uno u otro en la terraza del bar, aunque si se apuesta por los rosados existe una gama mucho más amplia de vinos donde elegir. Más si cabe desde los últimos años, cuando las bodegas se han puesto manos a la obra para sacar al mercado varias creaciones, con más o menos color y más o menos frutosidad.
En las vinotecas conocen bien los gustos del consumidor, quien apuesta mucho por los rosados monovarietales de garnacha de la zona de Rioja Oriental, “como puede ser el rosado de Ilurce, muy aromáticos y con estructura suficiente como para acompañar las comidas y cenas propias de esta época del año”, destacan desde La Tienda de la Rica en Logroño. De igual forma, también trabajan con los claretes de Cordovín, San Asensio y Badarán, “que son ideales para el aperitivo, la merienda o el poteo de la tarde”.
En un segmento superior, la vinoteca logroñesa se refiere a Valenciso Rosado como un monovarietal de tempranillo mediante sangrado “con una capacidad de envejecimiento alucinante y demostrable año tras año. Ideal para maridar por ejemplo con todo tipo de arroces y ensaladas”.
Sin salir de Rioja Alta, y para los paladares que quieran jugar a adivinar, la bodega Vinícola Real 200 Monges propone su Rosado Reserva, “que perfectamente pasa por un tinto en cualquier cata a ciegas”. Y es que aquí la fruta está más empañada por los matices a madera, por lo que tal vez no sea una opción tan apta para los días más calurosos, pero sí para quienes busquen la perfección embotellada de la mano de la viura y la garnacha tinta que emana del Valle del Iregua.
“En 2022, el balance comercial indica que los rosados de Rioja han experimentado un crecimiento a doble dígito: un 10,34 por ciento en el conjunto del mercado, tanto exterior como doméstico; y un comportamiento espectacular en el ámbito exterior del 24,84 por ciento”, destacan desde la bodega de Albelda de Iregua. Así que aquí juegan a dos bandas con otra propuesta de rosado que se complementa con su reserva pero con un toque más juvenil, fresco y afrutado, “un rosado de verano”.
Este es el Ondipuerko Rosado con tempranillo, viura y garnacha. “Procede de una viticultura de mínima intervención, sin pesticidas ni productos químicos, ni adicción de sulfitos. La fermentación se hace en depósitos cerrados de acero inoxidable y barrica buscando siempre preservar el vino del contacto con el oxígeno para mantener sus mejores notas naturales de aroma y color. El hecho de no hacer filtraciones, ni de tierras ni de celulosa, hace que puedan aparecer sedimentos naturales en la botella”, explican.
Si la decisión recae en manos del Consejo Regulador de la DOCa Rioja, este ha llegado hasta tierras de Alcanadre para decantarse por Aradón Rosado 2022 como el vino institucional para sus eventos. Este vino de Rioja Oriental muestra la expresividad de las garnachas que todavía perduran en este municipio caracterizado por los suelos pobres arcillocalcáreos y el clima cálido. El resultado es un rosado macerado en frío durante 10 horas y fermentado a bajas temperaturas en depósito de hormigón con una crianza de tres meses sobre sus finas lías, lo que le aporta golosidad, frescura y volumen.
La Tienda de la Rica valora, sin embargo, que aún queda camino por recorrer a la hora de encumbrar los vinos rosados y lograr una gran aceptación en el consumidor. “A pesar del esfuerzo que siguen haciendo las bodegas por elaborar grandes rosados, este perfil de vinos sigue sin ser aceptado por el público general ante los precios que pretenden cobrar por ellos. Los rosados tienen futuro y potencial de desarrollo como han experimentado los blancos, pero creo que falta pedagogía, y años, para que se lleguen a pagar precios altos con cierta fluidez”.