Sucesos

“Salwa estaba plenamente integrada en la vida del barrio”

El barrio de Madre de Dios de Logroño sigue buscándole una explicación al infierno que se desató el pasado sábado. Los vecinos mantienen la esperanza de que todo, en realidad, no haya sido más que un mal sueño, una pesadilla que nunca ocurrió. Tratan de asimilar que Salwa ya no está y que Samer, en realidad, era ese marido ejemplar que aparentaba a la comunidad y no el demonio que ha demostrado ser.

El corazón de todo un barrio se rompió alrededor de las dos de  la tarde, cuando Samer culminó su infernal plan de apagar para siempre la mirada turquesa de su esposa. No pudo ir más allá y la rápida actuación policial impidió que antes de suicidarse en el río Ebro también acabase con la vida de sus tres hijos.

FOTO: EFE /Raquel Manzanares.

Cuando la noticia saltó a los informativos de todo el país, el de Logroño era simplemente otro más de los 26 crímenes -por entonces, la cifra no tardó en ampliarse- de un país diezmado por el terrorismo machista. En cambio, en la zona norte de la capital riojana el suceso golpeó con una crudeza inusitada: “No podía ser verdad”.

La vitalidad de Salwa no pasaba desapercibida en un barrio empeñado en derribar la barrera de los prejuicios. Un crisol cultural en el que la familia de la víctima no sólo encajó como un guante, sino que adquirió la categoría de símbolo por su condición de refugiados.

Salwa y Samer escaparon en 2012 del terror del Estado Islámico en Siria. En los campamentos de refugiados de Líbano nacieron sus tres pequeños, dos niñas y un varón, y tras cuatro años de supervivencia, el 29 de junio de 2016 pusieron rumbo a La Rioja con un objetivo sencillo: cimentar una vida mejor. Llegaron “un poco desorientados y con algo de miedo”, pero el matrimonio y sus hijos no trataron de aislarse en su propia burbuja familiar. Todo lo contrario. Decidieron echar raíces e intercambiar lo mejor de su cultura con las del resto de comunidades que conviven pacíficamente en Logroño.

“Eran un matrimonio muy bonito y compartían las Navidades con nosotros desde que llegaron”, señalan a NueveCuatroUno desde la Asociación COLOR, que agrupa a inmigrantes colombianos pero no cierra sus puertas a otros desplazados, como era el caso de Salwa y Samer. “Decir algo negativo de ellos sería mentir; estaban plenamente integrados y venían siempre que organizábamos actividades”, explica Domi, representante del colectivo.

Salwa, psicóloga de profesión, era una mujer “delicada, dulce y súper educada” y los niños -que viajarán a Alemania tras quedar en situación de orfandad– se impregnaron de ese carácter afable y comunitario: “Siempre venían a la asociación y estaban plenamente integrados con el resto de pequeños”.

El asociacionismo de Salwa no quedaba ahí. Colaboradora habitual de Arabella (colectivo de mujeres árabes en Logroño), se implicaba especialmente en las actividades de Logroño Intercultural, entidad municipal con la que compartía -a través de la ‘biblioteca humana’- su experiencia vital para derribar estereotipos y prejuicios sobre los inmigrantes.

“La tragedia impacta más por su historia”

Los más allegados a la víctima siguen dándole vueltas a cómo pudo desencadenarse el fatal asesinato del pasado sábado. De todas las hipótesis, hay una que desechan en rotundo. “Que sean musulmanes no tiene nada que ver en esta historia; por desgracia la violencia de género afecta a todos por igual, independientemente de nacionalidades, creencias religiosas o ideologías políticas”, subrayan desde Arabella.

En la misma línea se expresan desde COLOR: “Lo que le ha pasado a Salwa le puede pasar a cualquiera, independientemente de su nacionalidad”. “Todo es más duro porque conoces su historia e impacta más; jamás pudo pensar que huiría de la guerra junto a su marido y este la acabaría matando en España”, afirma Domi, quien solo alcanza a deducir que al asesino “se le cruzó el cable, le hizo un ‘clic’ la cabeza por cualquier circunstancia muy personal de ellos”.

A este respecto -y según información a la que ha tenido acceso COPE Rioja-, el matrimonio se encontraba en trámites de separación, aunque no constan denuncias previas por malos tratos, así como el expediente de Saner tampoco refleja antecedentes penales.

Mientras el barrio de Madre de Dios sigue intentando despertar de la pesadilla, los allegados de Salwa tienen claro el foco de sus preocupaciones. Con Samer puesto a disposición judicial este martes, los desvelos de los vecinos del entorno de la Plaza Martínez Flamarique subrayan que “ahora mismo estamos muy preocupados por el futuro de sus hijos, porque es obvio que su salud mental se va a ver afectada”. Unos pequeños que, pese a su corta edad, tienen que volver a aprender a sobrevivir a la barbarie. Tras superar los efectos de una guerra, ahora deben sobreponerse al estigma de la violencia machista.

 

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