Gastronomía

Parada y Fonda: ‘En Casa Tila son de pueblo’

En esta casa son de pueblo, porque están en un pueblo, y presumen de formar parte del pueblo. Es una casa para el descanso, y también acercarse en La Rioja a una propuesta única. En Clavijo, Casa Tila se ha convertido en un lugar de peregrinaje. Algunos van andando, porque se aceptan ‘perretes’ en el salón, otros van en bici, y la mayoría en coche. Todos buscan lo mismo, el arroz de esta casa. Porque en La Rioja, en Clavijo, existe una arrocería en la que cada día cuesta más reservar porque cada día más gente desea repetir.

Ana y Manuel se han hecho un hueco en la agenda de comensales deseosos de probar el arroz de este lugar que tan solo dispone de un salón con seis mesas. Este proyecto arrancó en 2019, con dos salones, reducido a uno solo para darle más espacio a la cocina, que nutre con precisión y delicadeza a los comensales que esperan en sus respectivas mesas. La más grande sería para ocho personas. Los normal, una mesa de seis, tres para cuatro personas, y tres más para una pareja de comensales. Ni treinta personas para cada servicio. Martes, miércoles y jueves este lugar permanece cerrado. Y solo se sirven comidas. Así que está abierto de viernes a lunes, solo a mediodía. Y el arroz, siempre, siempre, siempre, va por encargo, cuando se hace la reserva. Y hay que ser puntual. La experiencia merece la pena.

Manuel es el chef de Casa Tila, un restaurante de pueblo con un servicio delicado, a la altura de su cocina. La experiencia va de comer uno o varios de sus seis arroces, y para abrir boca dispone de un fuera de carta con sugerencias que van cambiando aunque cuenta con unos ya clásicos que permanecen, como el salmorejo de guisante o las croquetas. De jamón. Profundas. Suaves. (1,80 euros la unidad).

El arroz final permite incorporar otro entrante. La ensaladilla rusa es uno de esos platos que difícilmente se olvidan porque el comensal se enfrenta a algo realmente inusual. Pero esta es la magia de la gastronomía riojana. Que en un pequeño comedor de pueblo, en Clavijo, a mil metros, con el valle del Ebro en el horizonte se puede degustar uno de esas recetas que modifican todo lo anterior. En la ensaladilla rusa de Casa Tila, que va con un jugo de crustáceos, huevas ahumadas y maíz tostado (12,50 euros). Es un juego de contrastes, también con la temperatura. Alcachofas. Champiñón riojano y gambón. Perrechicos. O carrillera de vacuno. Son algunas otras sugerencias fuera de carta.

El arroz ya está listo. Para la mesa contigua sale el arroz seco de verduras de temporada. Para la mesa de la izquierda, el arroz meloso de bogavante. Y para la del grupo más grande, la cazuela de arroz meloso de vieira y cangrejo azul. Se puede elegir en la reserva también el arroz seco de pulpo, el arroz seco de rabo, y por supuesto el arroz seco de coquelet. Esta última propuesta consiste en un arroz ahumado al romero con un coquelet (pollo pequeño similar al picantón) perfectamente asado a la encina a baja temperatura. En Casa Tila se come ese arroz seco de apenas un grano de arroz de profundidad, el que se agarra ligeramente a la paella, el que se rasca suavemente con la cuchara, el que adquiere todos los sabores, con el punto exacto porque en Casa Tila la hora de la reserva se respeta porque así lo merece esta propuesta gastronómica con sabor a pueblo, y las cosas en el pueblo siempre saben mucho mejor.

El festival se cierra con tres postres a elegir. El tatín de manzana horneado al momento con helado de vainilla. El pastel de queso con helado de Idiazabal y crumble de chocolate. O la cuajada que no puede faltar en un menú de pueblo. Ésta va con helado de leche de oveja, miel de romero y nuez de Alberite. Todos los helados son de Dellasera.

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