CARTA AL DIRECTOR

El día más pensado o la perfecta obra de arte

El pasado 25 de marzo, sábado, se celebró en el centro histórico de la ciudad de Logroño El Día Más Pensado. Con la idea de sacar la filosofía a las calles y los espacios públicos logroñeses por un día, la Sociedad de Profesores de Filosofía de La Rioja (Sofira) organizó esta jornada que contó, desde el principio, con el apoyo del consistorio logroñés. Esta fiesta de la filosofía terminó conformándose al final de la jornada del sábado y entrando en los albores de la jornada dominical, como una verdadera obra de arte in itinere: como el El Día Más Perfecto. Parafraseando al filósofo Hans-Georg Gadamer, cuando una creación está conformada, está cerrada, adquiere el estatus de obra artística; es, precisamente, el logro o la búsqueda de una cierta perfección, lo que acontece en las obras de arte.

El Día Más Pensado (o EDMP, por sus siglas) fue, por tanto, una performance de aproximadamente catorce horas de duración donde los actores se confundieron constantemente con el público y la ciudadanía. En realidad, fue el público –en especial el numeroso y entusiasmado alumnado de ESO y Bachillerato que acudió a la polis logroñesa– el verdadero protagonista de esta obra de arte en movimiento. Cualquier obra nos transmite un mensaje, un significado y, para ello, requiere de un sustrato material, físico. Además, a lo largo de su producción –tanto si la obra dispone de una conformación estable, como si transcurre in itinere– se necesita un cuidado y un celo especiales para que el mensaje transmitido se corresponda con el espíritu inicial de la autoría. El espíritu que impulsó la jornada EDMP, hace hoy ya casi un año, nacía de un profesor de Filosofía logroñés y no era otro que el celebrar la fiesta de la filosofía por las calles de su ciudad, sacándola de las aulas y acercándola a todo aquel que paseara, deambulara o acudiera al espacio público convertido por unas horas en polis griega. Esto no podía suceder sin implicar a los agentes que día a día tienen contacto directo con esta disciplina en los centros de enseñanza: al profesorado de Filosofía y, en especial, a todo el alumnado. Tanto uno como otro fueron la punta de lanza del sustrato material de esta performance de una jornada de duración, un sustrato moldeable que, constantemente se abría para dar acogida al público implicado, de una manera u otra, en cada una de las numerosas actividades programadas.

Platón habla con asombro en su diálogo socrático Ion o de la poesía del fenómeno del contagio del entusiasmo que en los espectáculos musicales de la Grecia Clásica se transmitía en cadena desde el aeda o poeta griego inspirado y entusiasmado por las musas hasta el espectador que estaba viendo y viviendo el espectáculo. Y lo compara con el funcionamiento del circuito magnético de la piedra imantada, capaz de ensamblar distintos metales mediante la comunicación del magnetismo entre unos y otros, produciéndose así un eslabonamiento en anillo. Esto se pudo experimentar el sábado por las calles logroñesas en todo su esplendor. El espíritu que en su día engendró la jornada fue transmitido previamente con celo a los distintos profesores y organizadores del evento; estos transmitieron, a su vez, el mismo espíritu con el mismo celo en sus aulas al alumnado; finalmente, este alumnado entusiasmado e implicado de manera insólita en el evento y en las distintas actividades programadas fue el verdadero protagonista de la jornada.

Fueron sobre todo ellos y ellas, nuestros alumnos y alumnas, capaces de entusiasmar y contagiar a todo aquel que se acercaba a ver, a probar o a participar de las múltiples y variopintas actividades: las entrevistas a editores y libreros, la presentación de una revista de filosofía, la fase final de una parte de las Olimpiadas Filosóficas, música y conciertos, la charla y la mesa redonda con personas de interés filosófico vinculadas a Logroño o La Rioja, los distintos talleres prácticos relacionados con la filosofía, el pasacalles dionisíaco, el teatro de guiñol, etc. Todas ellas estuvieron repletas y alimentadas por esta savia nueva que son nuestros jóvenes, entusiasmados e implicados con la filosofía. Pero no queda aquí la cosa. Este entusiasmo, engendrado quizá en las aulas y potenciado en EDMP, es el que volvía y revertía en los organizadores y profesores y en todo aquel que se acercaba a los distintos espacios de nuestra polis por un día. En definitiva, en esta jornada pudimos experimentar cómo se cerraba ese circuito del entusiasmo del que hablaba Platón y cómo la obra de arte quedaba conformada: disponía de un tiempo propio (Gadamer) y de un sustrato material. El mensaje que transmitía esta obra artística (el evento, la jornada) quedaba claro: el amor no tiene fronteras, no sabe de límites, por tanto, tampoco el amor por la sabiduría. EDMP pasó a ser una explosión de amor al saber en todas sus manifestaciones por las calles logroñesas. Lo que comenzó siendo una jornada especial, El Día Más Pensado, terminó siendo una verdadera obra de arte, El Día Más Perfecto.

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