El Rioja

Estela Lecea ‘abre’ sus alas con un Rioja de alma chilena y poesía

Estela Lecea tiene un pedacito de su alma en Sudamérica y, concretamente, en Chile. Allí viajó en 2016 y cumplió con 22 años uno de sus sueños: elaborar su primer vino. Combinó dos barricas de syrah y pinot noir aunque lo habitual en aquella zona del Valle de Casablanca, en Valparaíso, fuera elaborar ambas variedades por separado, pero ella quiso romper con lo típico. De aquel sueño se hicieron realidad 300 botellas de mucha fruta, elaboradas totalmente a su gusto, y que logró vender todas antes de emprender un nuevo viaje rumbo al norte con Perú, Bolivia, Ecuador y Colombia como destinos.

De aquellos años recorriendo el hemisferio sur en solitario se llevó cientos de hojas de notas, experiencias y sentimientos plasmados en el papel que por fin, siete años después, han cogido forma en un libro que aglutina poesía y viajes con el vino como hilo conductor. La joven de San Asensio acaba de publicar su primera obra autoeditada ‘Parábolas para volar’, disponible en Amazon en su versión en papel y también en e-book, donde invita a conocer las culturas de Sudamérica que descubrió en su aventura, pero es Valparaíso la ciudad que le cautivó y le inspiró para escribir sus textos. “Valparaíso es un verdadero paraíso. Lo tiene todo porque me permitió trabajar en el mundo tan lejos de casa y tan cerca del mar como me gusta y, además, en una pequeña bodega que tanto me recordaba a nuestra bodega familiar en San Asensio”.

Pero de aquella experiencia profesional y personal en Chile dejó algo pendiente en el tintero y las cuevas del siglo XIV que guarda Bodegas Lecea bajo tierra han maquinado el último proyecto de Estela. Parábolas para volar se ha convertido también en el nombre de su segunda elaboración, una edición limitada de 500 botellas de un cien por cien garnacha procedente de un viejo viñedo de la familia. Un Rioja con alma chilena porque con él también busca romper con lo clásico, elaborar algo propio y a su gusto, ya que esta variedad solo se había usado en Lecea para el famoso clarete.

“Es un vino que encaja muy bien conmigo. Tiene también mucha fruta y es muy versátil. Un vino joven y fresco, lejos del tempranillo y de una madera marcada porque aquí solo he metido 10 meses de barrica nueva. Es vino que cosquillea en la garganta, entibia el pecho y transcurre en la sangre. Es el sueño de un viaje hecho vino, pero que me ha dado mucho más porque nunca pensé que podría escribir un libro de aquellos textos que hacía entre trayecto y trayecto, pero he logrado lo que quería: reflejar el simbolismo de la libertad, de viajar y abrir las alas. Al final lo que buscaba era hacer un libro que se pueda beber, metafóricamente; y también un vino que se pueda beber en cualquier situación”, plasma la autora.

“Como si hubiéramos doblado un mapa y se hubiera quedado pegado el reflejo de un sueño que tiene el color de otro país. Es el vuelo de un viaje hecho vino, una aventura a la orillita de un continente, en el último país de este mundo. Un país con forma de pluma, que está a punto de caerse al infinito y en frente de él tan sólo hay otro mundo que vuelve a empezar. Un viaje por la enorme América Latina. Un amor con forma de continente. Un viñedo, el mar de fondo, y una brújula que nos indica en qué dirección debemos volver al pueblo”, define esta crónica de viajes y poesía que plasma el camino interno y externo de una aventurera con sed de conocer.

Estela Lecea con las viñas de Chile al fondo.

Parte de aquellos viajes por Sudamérica se podrán ver en formato gráfico a través de una exposición fotográfica que organiza La Gota de Leche del 4 al 28 de abril, además de una cata organizada con vinos de Chile el 24 de abril a las 19:00 horas, también en La Gota, y una presentación oficial de la obra escrita y su vino el 25 de abril. Con ambos proyectos, Estela asegura que ha vuelto a ilusionarse y recuperar su esencia de abrir las alas: “Ha sido un capricho con el que romper con la rutina, trabajar divirtiéndome y cerrar un ciclo para poder pasar a otro”.

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