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Tinta y tinto: ‘Regionalismo de ida y vuelta’

Ahora resulta que todos somos regionalistas. Incluso progresistas. Cada uno a su manera, claro, porque si no volveríamos a tener un solo partido y al pensamiento único. En cosa de un mes hemos descubierto que Alberto Bretón debería haber militado durante toda su vida en el Partido Riojano y sólo cuando ha fracasado en su intento de hacerse con el poder en el PP se ha dado cuenta. También hemos descubierto que Miguel (también conocido como Mikel) González de Legarra sigue siendo regionalista, pero ahora le tira más el progresismo después de fracasar en las elecciones de 2015. No hay nada como un buen batacazo en las aspiraciones personales para cambiar de aires y dejarse llevar por los vientos riojanistas.

Alberto Bretón se ha vuelto más regionalista que nadie, después de toda una vida en el PP en casi todos los cargos posibles, y grita muy fuerte que La Rioja está abandonada a su suerte como si él mismo no hubiera formado parte del entramado institucional durante lustros. Borrón y cuenta nueva tras oficializar su baja popular para cambiar la forma de hacer política. Algo así como lo que quería hacer Pablo Iglesias en 2015 para acabar haciendo lo mismo en 2019. Que viva el progresismo y los líderes con ilusiones renovadas por cambiar el mundo.

En su presentación ante la sociedad riojana, el restaurante Delicatto congregó a unas trescientas personas, sedientas ellas de un proyecto que, esta vez sí, por fin, sepa defender los intereses de La Rioja frente al centralismo madrileño. Entre ellas había una treintena de afiliados del PP, unos doscientos simpatizantes del Partido Riojano, unos cuantos curiosos por si hubiera alguna silla libre que ocupar y otros tantos periodistas ávidos de información política con la que llenar páginas históricas.

Si podíamos pensar que “lo de Bretón” iba a suponer una desbandada de votos de su anterior partido, ya nos vamos dando cuenta de que más hará perder al Partido Riojano. Muchos más. Echamos la cuenta de la vieja con diez votantes que puede propiciar cada simpatizante del nuevo proyecto y nos salen entre 2.500 y 3.000 papeletas a nivel regional para ‘Por La Rioja’. Y eso sólo quiere decir una cosa cuando se necesitan unas 8.000 – 8.500 para tener representación en el Parlamento: ellos no llegan y al Partido Riojano lo destrozan al quitarle más de 2.000 votos (una cuarta parte de su electorado). La Rioja vaciada está demasiado vacía (valga la redundancia) para compensar. De tener alguna posibilidad para ser llave de gobierno a la posible desaparición política de la formación. Y por si fuera poco con “lo de Bretón”, el fichaje de Mikel por parte de Concha Andreu supone el desembarco del “riojanismo puro” en las filas del PSOE. Golpe de gracia al ya de por sí debilitado Partido Riojano, donde sólo el tirón logroñés de Rubén Antoñanzas puede evitar una catástrofe.

Personalmente, en los años en los que los socialistas se pegaban contra el muro absoluto del PP de Pedro Sanz, pensaba que González de Legarra era el mejor candidato posible si le cambiabas el logo verde por el puño y la rosa. Orador sobresaliente, político convencido de sus ideas y trabajador incansable, aunque con un pequeño pero. No supo (o no pudo) estructurar con más personas ni ensanchar el voto de una formación que presidió durante dos décadas. Es su gran debe, junto a la desaparición del Partido Riojano del Parlamento en 2015. De hecho, en 2019, ya sin él en el partido, la formación regionalista obtuvo 200 votos más que en los comicios anteriores. Los caprichos de los votantes.

En resumen, que “lo de Bretón” tiene pinta de llevarse al Partido Riojano por delante en un suicidio colectivo ante las ansias de poder de todos los implicados. ¿Qué supone eso? Pues que si la izquierda consuma su tiro en el pie acudiendo a las urnas por separado (el acuerdo entre IU y Podemos sigue a la espera de que los morados de Madrid se enteren de que aquí no tienen partido y de que su candidato es aún menos conocido que Raquel Romero cuando desembarcó desde Berlín), vayamos a un Parlamento con sólo tres partidos -PP, PSOE y Vox- en el que el bloque de la derecha tendrá el gobierno en la mano se pongan o no de acuerdo.

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