La Rioja

Un viaje de tren infernal: ocho horas entre Barcelona y Logroño

Tras unos días de trabajo en Barcelona, lo que pretendía ser para Daniel una rápida y cómoda vuelta a Logroño en tren se convirtió este sábado en toda una peripecia que terminó en autobús de Castejón a la capital riojana más de ocho horas después de su salida de la estación de Sants.

La previsión de este logroñés era llegar a las once de la noche a Logroño, pero nada más lejos de la realidad. El viaje en AVE de Barcelona a Zaragoza discurrió con normalidad. Allí, su compañera y él cogieron el regional que une la estación de Delicias y la capital riojana junto con más de cuarenta personas que se disponían a llegar a diferentes estaciones de la comunidad.

“En Tudela nos avisaron de que teníamos que bajarnos en la siguiente estación sin darnos más explicaciones”. Una vez apeados en la estación de tren de Castejón, se enteraron del problema que había surgido. “Al parecer, el tren que iba a Pamplona se había chocado contra un jabalí y se habían roto los tubos del aire. Nuestro tren tenía que servir de grúa para poder sacar al otro tren de la situación”.  Nadie les avisó de lo sucedido. “De todo nos fuimos enterando conforme iban pasando las cosas”.

Hasta ahí todo hubiese sido un percance dentro de la normalidad. “Entiendo que si un tren está en esa situación y lo tienen que remolcar con el nuestro que lo utilicen, pero ante esta situación en cuanto llegamos a Castejón deberían haber buscado ya un transporte de sustitución para las más de cuarenta personas que nos habíamos quedado tiradas”.

La idea era remolcar el convoy averiado hasta la estación navarra y después desenganchar los trenes para que los viajeros continuasen su marcha a las paradas riojanas. No pudo ser así. “Al parecer, es habitual que, cuando un tren se engancha a otro en estas circunstancias, después para desengancharlo necesite la actuación de un mecánico. Allí no había mas que un par de maquinistas y algún revisor”, cuenta Daniel.

Fue en ese momento, casi a las once de la noche, cuando desde Renfe empezaron a buscar medios alternativos para que los viajeros llegasen a sus destinos. “Primero llegó un taxi. Como había una familia con niños pequeños de Calahorra, decidimos que fueran ellos los primeros que viajasen. En el segundo se montó una chica con una discapacidad de Logroño…”. Los taxis iban llegando con cuentagotas mientras que nadie entendía por qué no se había llamado desde el principio a un autobús para acercar a todos hasta sus destinos.

Los siguientes taxis hubo que sortearlos entre los viajeros que iban quedando. Mientras, en una estación sin prácticamente servicios, seguían permaneciendo el resto. “El problema ya no son las horas de espera. En la estación tren de Castejón nos encontramos con los baños muy sucios y no había nada más que una máquina de vending con agua. La mayoría estábamos sin cenar y ya habían pasado las doce de la noche”, explica Daniel, quien cedió una plaza de los últimos taxis a una chica que al día siguiente tenía que trabajar en los juzgados de Logroño.

Unos a Alfaro, otros a Rincón de Soto, otros a Calahorra en varios viajes… hasta que por fin llegó el esperado autobús. “Entonces quedábamos ya once personas que emprendimos el viaje a Logroño. Llegó pasadas las tres de la mañana”. Ahí llegó el segundo de los problemas: encontrar un taxi para que los acercase a cada uno a su domicilio. “Gracias a que el conductor del autobús tuvo empatía y a nosotros nos dejó cerca de donde tenía el coche, pude llevara mi compañera a Villamediana”.

Daniel ya ha puesto este domingo una reclamación a Renfe. “Me dijeron que hay 24 horas para ponerla. En mi caso, como mucho, entiendo que me devolverán el importe del viaje. Nada teniendo en cuenta las horas perdidas y las molestias causadas”. Además, se pregunta qué ocurrirá con las personas que viajaban con bonos gratuitos. “Esa gente no podrá pedir reclamación”.

Un viaje accidentado que supuso un trastorno para los viajeros. “Por la falta de previsión y profesionalidad”. Y es que para Daniel y el resto de los pasajeros resulta incomprensible que, ante situaciones que pueden suceder, la compañía no tenga soluciones rápidas para que los viajeros lleguen cómodamente a sus destinos.

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