Gastronomía

Una taza de chocolate: al estilo victoriano (III)

La Reina Victoria es la abuela de todas las casas reales europeas. E impuso un estilo a finales del siglo XIX que se ha transformado en un movimiento que perdura, a caballo entre lo romántico y lo gótico. Y en este local logroñés, recomendado por nuestros lectores por su excelente chocolate, la mirada se pierde hacia la puerta, a la espera de que en cualquier momento accedan dos mujeres luciendo su ‘hourglass dress’: con esa forma de reloj de arena hacia un vestido muy ceñido, destacando el busto y la cintura, que se hace más ancha en las caderas utilizando el corsé al que un polisón amplía las caderas y da altura al trasero.

Esperan dos caballeros, que educadamente se levantan para cederles un sitio preferente. Lucen sus respectivo ‘morning coats’, chaquetas largas de excelente corte, con botonadura simple y sencilla en su diseño que se abotonaba hasta la cintura, con botones sin brillo o forrados en tela en contraste al color de la chaqueta, corta por delante y larga por detrás.

La puerta se abre, y acceden dos estudiantes, que cruzan desde la Biblioteca Almudena Grandes. Ella tiene el pelo verde. Él duplica su volumen con una suerte de ropajes de los que difícilmente logrará salir cuando regrese a casa. Café para llevar y de vuelta a los libros. Rompen por un instante este remanso de paz, conocido como el Café Victoriano Ninette. “¿En serio han recomendado los lectores mi chocolate?”. Rebeca es la creadora de este rincón que abrió en 2019 y que destaca por una propuesta muy cuidada y sin duda diferente a lo que se puede encontrar en Logroño.

“Sobre mi chocolate, pues no sé. Que es artesano y que no lleva gluten”, reconoce Rebeca. Que apunta otro dato importante: “Hace un tiempo decidimos hacer un cambio. Servíamos un chocolate a la taza algo más amargo de lo normal”. Lo vieron así y decidieron hacer un cambio: “A un chocolate más suave, y creo que acertamos”. Reconoce que “servimos bastante chocolate a la taza, y los clientes reconocen que les sienta bien, que no se sienten llenos ni pesados tras disfrutarlo”. En su carta disponen de chocolates a la taza aromáticos que permite experiencias diferentes, como el local. Para mojarlos, “repostería casera, como nuestra tarta de manzana, los bollitos de mantequilla o los bizcochos”. Tiene porras, “que nos las hace nuestro panadero de confianza, y en cinco minutos las tenemos listas para los clientes”. Y Rebeca son da un último secreto para un buen chocolate: “Tengo la sensación de que el nuestro es algo más espeso de lo habitual. Y esto se nota”.

Las porras y el chocolate de la Espiga de Oro.

La Espiga de Oro

Trabajan también las porras en La Espiga de Oro (C/ María Zambrano, 8), que cada tarde de invierno concita el interés de numerosos clientes, de todas las edades, que acuden a la búsqueda de una taza de chocolate espeso, caliente y humeante, como nos recomiendan nuestros lectores.

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