El Rioja

Una “cata de suelos” para profundizar en Rioja de la mano de Palacios Vinos de Finca

Raúl Tamayo, durante la vendimia en Palacios Vinos de Finca

Territorios privilegiados en lugares recónditos, cepas en altura con una basta experiencia en la supervivencia y unas manos que solo tienen encomendada la tarea de preservar todo lo que un día trajo la naturaleza por sí sola. Así se define Proelio, la bodega de tintos del grupo Palacios Vinos de Finca que se asienta en Nalda. Y a su lado, la hermana teñida de blanco llamada Nivarius donde se ensalza la frescura y la acidez natural a más de 800 metros de altitud.

Diversidad y patrimonio es lo que se embotella en estas bodegas y lo que se podrá degustar en la tercera jornada del II Ciclo de Catas Underground, organizado por NueveCuatroUno y Calado by Criteria. El enólogo y responsable de estas creaciones, Raúl Tamayo, será el encargado de dirigir la cata con un total de cuatro vinos, dos blancos y dos tintos, el próximo 28 de diciembre: Tempranillo Blanco 2021, Finca La Nevera 2017, Viñedos Viejos 2018 y Vendimia Seleccionada 2017.

– ¿Qué guardan en común estas cuatro elaboraciones bañadas por la diversidad varietal?

– Hay una palabra que yo utilizo mucho y es repseto. Respeto tanto por la naturaleza como por el suelo. Se trata de ser honestos porque no queremos hacer nada que el campo no nos dé. Así, con el tempranillo blanco y la maturana blanca hemos querido apelar a dos variedades autóctonas de la denominación, unas uvas muy riojanas, pero con personalidad. Siempre ahondando en la diferenciación de terruños porque nos caracterizamos. Por eso queremos mostrar el contraste en boca entre un terruño de arcilla, que es lo que usamos para el tempranillo blanco, y uno más arenoso, que aparece en la maturana blanca. Y lo mismo con los tintos, con esa garnacha de la zona fresca y suelos de mucha arena del Najerilla y el tempranillo de la Sonsierra sobre suelos más calcáreos.

– Lo que se va a catar, entonces, es un recorrido por los diferentes terruños de Rioja.

– Eso es. Lo que queremos es crear una cata de suelos que sirva como paseo por la geografía vitícola de una gran parte de la denominación porque vamos a viajar desde el valle del Iregua al del Najerilla y seguido al otro lado del Ebro demostrando que para cada suelo hay emparejada una variedad. Una cata que va a ser un auténtico aprendizaje porque, por desgracia, los suelos no suelen ocupar la atención general mientras que se focaliza mucho más en lo que es la variedad en sí. Pero creo que en Rioja es vital vender terruño porque su paisaje de suelos, me atrevería a decir, es algo único en el mundo al albergar tanta diversidad en tan pocas dimensiones.

– ¿Y qué hay de los viñedos de los que emanan estos suelos embotellados?

– Pues los hay del fondo del valle del Iregua con unos suelos ricos y fértiles en contraste con los viñedos pobres a cerca de 800 metros de altitud de los que sale Finca La Nevera, todo sin salir del término de Nalda. Para el Vendimia Seleccionada, con tempranillo mayormente pero combinado con un poco de garnacha y graciano, se busca más el clasicismo acercándonos a algo más puramente riojano. Y el entorno del Najerilla ha sido un nauténtico redescubrimiento en base a una inteprretación que hemos hecho de este patrimonio.

– ¿Qué os habéis encontrado en este escenario del Najerilla?

– Aquí trabajamos sobre todo dos municipios que son Cárdenas y Badarán, ambos con unas temperaturas muy frescas donde antes era casi impensable hablar de una garnacha que madurase bien al tratarse de una variedad de ciclo mucho más largo que el tempranillo. Pero lo que nos hemos encontrado en esta zona son unas garnachas viejas que estaban casi abandonadas, unas garnachas de una índole totalmente diferente a las garnachas más tradicionales de Rioja. Unas uvas con las que practicamos unas crianzas muy respetuosas y en volúmenes grandes donde no participa la madera para conservar la frescura y la identidad de ese terruño.

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