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La última noche de fiestas de Calahorra termina en ‘gran pitada’

Las fiestas de Calahorra tienen las horas contadas. Tras de la procesión, la corrida en la que se espera llenazo tras ‘el efecto Morante’ y el ‘Pobre de mí’, la ciudad se sumergirá, de nuevo, en el día a día de la rutina, la vuelta al cole y a la oficina.

Pero había que quemar los cartuchos de la última noche y en algunos casos fue con una sonora pitada: la que los socios de la peña El Sol realizan cada año en la Cena Medieval del Pito.

La Avenida Valvanera se convierte en un restaurante improvisado y después de levantar la sobremesa todos los asistentes recorren la ciudad con sus pitos al son de la charanga.

Y si el sentido del oído tuvo su protagonismo en la última noche de fiestas, también lo tuvo el de la vista, ya que las principales calles de la ciudad se llenaron con uno de los espectáculos que el Consistorio había contratado para paliar la falta de fuegos artificiales. Gustó, a tenor por la gente que seguía a la comparsa de luz y sonido ambientada en el fondo marino.

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