La Rioja

‘Turistas’ por necesidad

Camareros, recepcionistas, limpiadores… Historias de riojanos que trabajan en zonas turísticas

Dicen que vayas donde vayas siempre te encuentras a un riojano. Si este verano lo haces a un lugar turístico casi es imposible no encontrar a uno de ellos. Son muchos los riojanos que trabajan en zonas turísticas. Camareros, recepcionistas de hotel, patrones de navegación, limpiadores de apartamentos, en Ibiza o Menorca, en las Canarias, también fuera de las fronteras españolas en parís, en Australia… Los podemos encontrar en cualquier rincón del mundo.

El calagurritano Diego Calvo llegó hace casi diez años a Ibiza a trabajar en un hotel. “Es una isla que te da millones de oportunidades” cuenta. Ese primer verano pasó cinco días con un amigo en un barco y vio que si un marinero bohemio se estaba ganando la vida con los turistas hacerlo de forma más seria podía ser una oportunidad. En algo menos de dos años se sacó los cinco títulos que necesitaba, volvió a Calahorra, pidió algo de dinero a amigos y familiares y se lanzó a comprar su primer barco. En abril de 2014 ya estaba navegando las aguas ibicencas. “Empecé casi la casa por el tejado, no sabía nada sobre el mar, lo más que había hecho en el agua era piragüismo en el Ebro”, dice sin perder la sonrisa.

“Al principio las empresas me mandaban clientes y en ese primer año conseguí amortizar la mitad de la inversión”. Así, decidió comprar otro barco y empezar a pensar a lo grande. Nueve años después ya tiene cinco barcos en propiedad (solo de uno le queda algo por pagar) y además lleva una treintena en gestión. La empresa ya está más que consolidada y mueve cada día una decena de barcos por las pitiusas.

Seriedad, paciencia y responsabilidad son las claves de su negocio. Turistas japoneses, americanos y también españoles, que son “los que dan algo más de guerra”. El año de pandemia fue complicado, en 2021 el negocio volvió a funcionar a toda vela con el turismo nacional, este año han vuelto los turistas extranjeros y menos mal porque “los españoles están un poco más reacios por la crisis”. Y es que el extranjero nunca falla, “Ibiza es un lugar en el que siempre hay turistas”, asegura.

También a las Islas Baleares llegó Miguel del Castillo hace doce años. La intención inicial era pasar allí una temporada en una autocaravana. Un lugar tranquilo en contacto con la naturaleza era lo que buscaba este ingeniero. Entre Logroño, Menorca y la montaña pasan ahora la vida él y su familia. “Comenzamos con un proyecto que se llamaba ‘Odisea vela tradicional’ que tenía mucho que ver con el respecto a la naturaleza y al entorno marino”, cuenta.

Ahora es patrón de una embarcación con la que sale a navegar con turistas. Además tienen una pequeña empresa de alquiler de campers. Un auténtico proyecto de vida en el que ir poco a poco avanzando. “Posiblemente algún día dejemos de estar en primera línea y tengamos a gente para poder dedicarnos nosotros a otras cosas”. De momento su vida de verano casi les ocupa todo el año. “Cuando la empresa es tuya los meses previos a que empiece la temporada tienes que ir preparando cosas y los meses posteriores reubicándote, porque son meses de mucho trabajo en los que no da tiempo de hacer mucho más”, explica.

Y si Ibiza y Menorca tienen a riojanos inmersos en el mundo marino, en Mallorca está Olga Sáenz. Para ella es el primer año. Sin terminar el grado de Turismo en Zaragoza buscó empleo. “Quería un sitio de playa que ya había pasado suficiente frío”, cuenta. Sin presentar el Trabajo de Fin de Grado ya estaba trabajando.

“Hace falta mucha mano de obra en el turismo, aquí necesitamos camareros, camareras de piso, un poco de todo”, dice. En su caso le hicieron un contrato fijo discontinuo. “Así que si quiero tengo aquí trabajo hasta que me jubile”. Pero su intención es volver a la península para estudiar un Máster en Dirección Hotelera.

También en las islas, pero esta vez en las Canarias, está Alfredo Franco. Lleva en Fuerteventura desde 2005. “Al principio no fue fácil encontrar trabajo, unos amigos de mis padres les dijeron que había trabajo en la isla pero no había forma de encontrar algo en lo que me encontrase a gusto”, relata. Al final lo hizo. En 2007 comenzó a trabajar de camarero en un hotel en el que todavía sigue.

Allí vive sólo. “Cojo la guagua y si salgo tarde pillo un taxi para volver a casa, cuando no hay trabajo siempre puedes hacer cosas en la isla”, cuenta. Los años de COVID no han sido fáciles. “Nos mandaron a todos al ERTE y aprovecharon para hacer reformas, en agosto del año pasado volvimos otra vez todos a trabajar”, recuerda.

Alfredo aprovecha sus vacaciones para volver a casa. “La gente viene de vacaciones aquí y yo voy al huerto de mi prima Eva a disfrutar del pueblo”, comenta recordando que ni se acuerda d cuándo fue la última vez que estuvo en fiestas de Calahorra.

Lorena Herce también está en Fuerteventura. Lleva allí seis años. “Acabé turismo en Logroño y me fui de ‘au pair’ a Londres”. Después le salió trabajo en Caleta de Fuste. “Los dos primeros años estuve en la recepción ahora llevo cuatro años de jefa de recepcionistas”, dice.

En un verano de ya absoluta normalidad aún recuerda los momentos de la pandemia. “Lo peor no fue el cierre sino la vuelta, cada día con una normativa distinta, entradas que se confirmaban y que se caían porque las medidas cambiaban, trabajar para luego deshacer lo trabajado”.

El poco tiempo libre que tiene lo aprovecha para disfrutar de la isla, que ya se conoce al dedillo. “Es verdad que llega un momento en el que entra el síndrome de la isla y también se nota mucho la distancia con casa, al final estás a más de trece horas de viaje de aquí a Logroño”. De momento sigue en la isla pero ya piensa en buscar otro destino. “Si no es cerca de casa, por lo menos sí en la península”, asegura.

Y si las islas son una fuente incesante de riojanos trabajando en el turismo, también lo son ciudades que en principio pudieran parecer menos turísticas pero no lo son. Sofía Madorrán trabaja en un hotel en Valladolid. “La gente puede pensar que es una ciudad poco turística, pero se ha puesto muy de moda”, cuenta.

Las cinco denominaciones de origen que posee han convertido a la ciudad en un punto de atracción de turistas. “La gente cuando viene se sorprende mucho, además es un punto de paso ahora en verano hacia Portugal o las costas de Cádiz y tenemos mucha gente que hace parada aquí”, explica.

La que de momento no tiene ninguna intención de volver es Cristina Marzo. La crisis de después de terminar la carrera le llevó a París. “Mi sueño siempre había sido aprender bien francés y en la carrera no había podido”, cuenta. Una vez instalada en la capital francesa, una riojana le habló de la posibilidad de trabajar en el hotel Ritz como traductora. Ni se lo pensó.

Lo hace en los cursos de cocina que ofrece el hotel a sus clientes. “Nunca hubiese imaginado trabajar de lo mío en un hotel”. Franceses, americanos, muchos asiáticos y gente VIP. “Aunque no siempre la gente VIP es gente famosa”, cuenta. Lleva desde enero en un trabajo que le ha dado la oportunidad de conocer otras vertientes de su pasión: los idiomas.

Y si Cristina está a cientos de kilómetros de casa Eduardo Sáenz está a miles. Este autoleño decidió irse a Australia cuando terminó su carrera de ingeniería para aprender inglés. Después de empezar de cero trabajando doblando mantas para una compañía aérea. “Los inicios siempre son un poco complicados, era todo muy distinto a España”. Vive en Gold Coast, una ciudad muy turística de la Costa Este. “El clima es estupendo es como estar de vacaciones todo el año pero hay mucha actividad laboral”.

“Yo me manejaba en el tema de la limpieza porque mi madre había tenido una empresa en España, así que empecé a limpiar casas por mi cuenta, luego para una empresa de limpieza y después de la pandemia, que todos los extranjeros nos quedamos sin empleo, creé mi propia empresa de limpiezas”, explica. “Aquí la gente no suele tener viviendas en propiedad, por lo que es muy habitual que cambien de domicilio y que necesiten este tipo de empresas que hacen limpias integrales”. Y así de momento se gana la vida a miles de kilómetros de casa en una ciudad turística que da miles de oportunidades.

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