La Rioja

La inflación también afecta a la solidaridad: SOS del Banco de Alimentos

Desde hace 21 años, el Banco de Alimentos de La Rioja distribuye entre diferentes entidades los excedentes de alimentos que llegan procedentes de empresas y particulares y que consigue así que cientos de familias al año en la comunidad puedan llevar mejor eso de llegar a final de mes. Pero las previsiones no son halagüeñas para esta entidad. La inflación y el incremento del precio de la cesta de la compra está haciendo mella en su trabajo diario.

“Estamos muy preocupados. Ahora mismo podemos atender a las entidades que tenemos, pero sabemos que en el otoño pueden complicarse las cosas”, explica su presidente, José Manuel Pascual Salcedo. Casi un centenar de entidades de todo tipo se ven beneficiadas (Mensajeros de La Paz, residencias de personas mayores, asociaciones de inmigrantes y minorías etnicas, Cáritas, San Vicente de Paul e incluso algunos ayuntamientos…). Alrededor de 3.000 familias cada año.

Las complicaciones actuales llegan por tres vertientes distintas. La primera es que a mayor incremento en la cesta de la compra más son las familias que necesitarán de los servicios que presta la entidad. El año pasado fueron casi 11.000 las personas a las que atendieron indirectamente con los 1,4 millones de kilos de alimentos recogidos.

“Cuando se complican las cosas económicamente son más las familias que acuden a las asociaciones con las que trabajamos”, destaca José Manuel. Pasó en la crisis de 2008 y temen que tras la crisis sanitaria, la guerra de Ucrania y el incremento de los precios comience a verse una situación similar a la de entonces.

La Federación Española de Bancos de Alimentos estima que la escalada de precios hará aumentar en un veinte por ciento las personas que demandarán ayuda alimentaria en 2022. Si fuese así, en La Rioja habría que atender a más de 13.000 personas este año.

Por otro lado, el Banco de Alimentos se encuentra con menos comida en sus almacenes. Cuando la economía empieza a flaquear, las familias intentan ajustar sus cuentas y es mucho más difícil ser generosos. A pesar de que la sociedad riojana ha demostrado su solidaridad cada vez que la entidad ha solicitado ayuda, se empieza a notar el clima de inestabilidad económica.

“Estamos todos los bancos de alimentos de España en la misma situación. Probablemente, algunos con más complicaciones que otros, pero todos preocupados por lo que pueda venir en unos meses”, explica Pascual. Tanto es así que en otras regiones ya han empezado a descontar los meses que les faltan para quedarse sin suministro.

En Navarra, por ejemplo, se han visto obligados a reducir a la mitad la cantidad que ofrece a sus usuarios como consecuencia del alza de los precios. Otros ya saben a ciencia cierta que les quedan alimentos, como mucho, para dos meses.

Es ahí es donde entra la tercera vertiente del problema. En muchos casos, los Bancos de Alimentos, también el de La Rioja, reciben donaciones monetarias y con ellas compran los alimentos con fechas de caducidad más cercanas o los que van viendo que son más solicitados por las familias. “A nosotros, esa forma de colaborar nos viene muy bien. Así podemos comprar lo que sabemos que necesitamos y cuando lo necesitamos”.

“El problema es que ahora con el mismo dinero puedes comprar menos productos”, concluye Pascual. Una situación cada vez más complicada para una organización que tiene en su ADN ayudar a los demás.

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