El Rioja

Un legado desempolvado medio siglo después: 300 botellas de añadas históricas

Koldo Rodero, chef del Restaurante Rodero en Pamplona

El equipo del Restaurante Rodero en Pamplona (una estrella Michelin) sabía que convivía día tras día con un ‘tesoro’ vinícola, pero no se imaginaba que fuera de tal envergadura. Cajas y cajas de añadas históricas ocultas durante casi medio siglo que Jesús Rodero, antiguo propietario del establecimiento que abrió sus puertas en 1975, decidió coleccionar en su almacén, la mayoría de ellas de Rioja.

“Nuestro padre era muy aficionado al vino y le gustaba recopilar botellas de grandes bodegas, algunas con cien años de antigüedad. Pero no nos dejaba acercarnos a esa especie de zulo donde las guardaba”, recuerda entre risas su hijo Koldo, actual chef del restaurante.

Verónica Rodero, sumiller del restaurante Rodero.

Ahora ha desempolvado estas joyas embotelladas que, sin embargo, no se han conservado en las condiciones más óptimas. “Estaban en la oscuridad y tumbadas, pero no con una temperatura controlada. El otro día decidimos ordenar esa sala del fondo que solo usábamos para guardar cosas y en la que sabíamos que mi padre guardaba un centenar de botellas antiguas, pero descubrimos hasta 300 piezas”.

Aparecen entre estas reliquias bastantes Viña Ardanza del 70, Castillo Ygay del 25, Marqués de Riscal del 64 (la que fuera la primera añada calificada como ‘Excelente’ en Rioja), también Imperial de CVNE del 68, Royal de Franco-Españolas del 62 y del 64, y otras firmas como Faustino, Vega Sicilia, Berberana, Señorío de Sarria, Castillo de Tiebas… La más antigua, un Siglo Saco de AGE del 1921 que ha aparecido junto con otra botella del 28.

En una primera preselección, el equipo de Rodero ha descartado aquellas botellas “que no tienen nivel y no se pueden aprovechar para nada”. Botellas, sin embargo, a las que Koldo les ha buscado una utilidad en sus fogones: “Con unos 20 litros hemos hecho una especie de jalea reduciendo mucho el vino y hemos sacado unos aromas y sabores muy curiosos y complejos porque, aunque sean vinos sin propiedades organolépticas, tienen olores a melaza, otros a amontillados…”.

El restaurante ya ha recibido alguna propuesta de compra, pero Koldo no ha tomado todavía una decisión. Por el momento, ya ha regalado alguna botella a compañeros del restaurante que han nacido en esa añada, pero asegura que no se plantea la venta, al menos por el momento, porque todavía queda por hacer un trabajo de catalogación y clasificación. “No es una prioridad venderlas, pero ya hay bastante gente interesada en adquirir botellas concretas y algunas personas incluso el lote completo”.

Koldo ya ha abierto varias botellas y cree que apenas se podrá salvar un uno por ciento de todo el pack: “Como aptas para el consumo yo creo que servirán unas tres o cinco botellas. Tal vez algún Royal del 64 se podría salvar, o al menos estar comestible”. Pero insiste en que tampoco tiene intención de descorchar las botellas. “Al final esto es un legado que nos dejó nuestro padre, como quien colecciona antigüedades, y lo entendemos más como un hecho anecdótico con su parte romántica”.

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