El Rioja

Teresa Garde: “Las investigaciones que no se publican son como si no existieran”

Grupo de Investigación de Viticultura y Enología Aplicadas del CSIC (de izquierda a derecha, Pilar, Eva, Teresa, Itziar y Sandra)

Sus raíces natales procedentes de la capital del vino de Navarra, Olite, nunca han dejado que se aleje demasiado de la naturaleza de las viñas y las bodegas. Teresa Garde realizó una tesis sobre el comportamiento del vino durante la fase de envejecimiento de las barricas y ahora es la responsable del Grupo de Viticultura y Enología Aplicadas del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en el Instituto de Ciencias de la Vid y del Vino (ICVV). Años de dedicación para ser reconocida como la científica con más número de artículos publicados del mundo sobre uva y vino.

– ¿Cómo se llega a este nivel de reconocimiento?

– Trabajando mucho. No es un trabajo de una persona, evidentemente, porque junto a mí tengo un equipo de cuatro investigadoras más, pero yo tengo la rutina de que todo lo que se va consiguiendo en investigación ir publicándolo. Me he rodeado de buenos profesionales y además de haber hecho un buen trabajo científico lo hemos sabido llevar a las revistas especializadas, que tampoco es fácil porque cada vez son más exigentes y piden innovación y novedad continuamente.

De izquierda a derecha, Pilar, Eva, Sandra, Itziar y Teresa, en las instalaciones de la bodega institucional de La Grajera.

– ¿Cómo compagina la publicación de artículos con el día a día de la bata blanca?

– Esto es una verdadera carrera vocacional y de fondo en la que hay que perseverar y trabajar mucho. Pero es indispensable mostrar nuestros avances porque si no se publican las investigaciones es como si no existieran, ya que nadie las llega a conocer. Eso implica estudiar cada uno de los resultados y describirlos, discutirlos, exponerlos a las revistas y conseguir que nos los publiquen, al mismo tiempo que estamos pendientes de las convocatorias de proyectos para concurrir a esas subvenciones y poder seguir trabajando y desarrollando proyectos, porque si no publicas tampoco tienes muchas oportunidades de optar a esa financiación.

– Más si cabe cuando la ciencia no tiene el apoyo económico que requiere, y merece.

– Está claro que falta inversión en recursos humanos. Yo he pasado por infinidad de contratos laborales hasta llegar a ser funcionaria como Científica Titular del CSIC. Este mundo de la investigación es muy difícil y hay mucha competencia, ya que hay mucha gente y poco dinero, así que el porcentaje de éxito es muy bajo y para destacar hay que estar en todos los frentes. Lo peor es que este trabajo no está reconocido ni por la sociedad ni económicamente.

– ¿Cuáles son las líneas de trabajo del Grupo de investigación?

– Yo soy química, por lo que me centro mucho en la química enológica, pero ahora nuestra línea central está a pie de viña. Nos enfocamos en hacer aplicaciones foliares de diferentes compuestos para intentar mejorar la composición de la uva y, por tanto, su calidad, que también repercutirá en la calidad del vino. El cambio climático está provocando un mayor desfase entre la madurez tecnológica, la debida a los azúcares, y la fenólica, la que da el color, astringencia y cuerpo al vino. Un asunto en el que llevamos trabajando desde hace doce años para mitigar esos efectos negativos.

De izquierda a derecha, .., Teresa, Nicola, .., Eva, Sandra, Miriam e Itziar, en los laboratorios de la bodega institucional de La Grajera.

– ¿Y cuáles son los resultados obtenidos?

– Para actuar ante ese desequilibrio empleamos elicitores como el jasmonato de metilo, un compuesto que se aplica foliarmente en el momento del envero y a través del cual hemos podido comprobar que mejora la composición fenólica de la uva, sobre todo los antocianos, que dan el color rojo a los vinos, y los estilbenos, que se asocian a las propiedades saludables que tiene el vino tinto. Es el estudio que mejores resultados nos ha dado a lo largo de estos años, así que acabamos de solicitar un proyecto en colaboración con la Universidad de Granada para comprobar si somos capaces de reducir la concentración de nanopartículas a la décima parte para que sea viable económicamente la aplicación de este elicitor en el viñedo, ya que es un compuesto caro.

– ¿Qué evolución ha seguido el tratamiento o importancia que se le da al viñedo para combatir el cambio climático?

– Yo creo que hay bastante concienciación a nivel particular, pero sí es cierto que las bodegas grandes son más capaces de plantear proyectos de investigación y destinar recursos al I+D. El interés es real porque ellas mismas ven la situación en sus uvas y, después, en sus vinos, así que quieren mejorar sus prácticas pero también mirando el factor económico. Luego, las Estaciones Enológicas también son un apoyo muy importante para los viticultores a ser más respetuosos en el campo.

– ¿Todavía estamos a tiempo de actuar?

– Claro, siempre se está a tiempo. Pero también es cierto que el cambio climático es una cuestión de la sociedad y de las decisiones que tomamos en el día a día.

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