El Rioja

Conexión Elciego – Israel para recrear el vino de la Última Cena

Conexión Elciego – Israel para recrear el vino de la Última Cena

La Última Cena que Jesús compartió con sus doce apóstoles en Jerusalén antes de ser crucificado (según un estudio de la Universidad de Cambridge, aquel encuentro se produjo un 1 de abril del año 33 d. C.) aunó pan y vino por doquier. Esta bebida ha acompañado a las diferentes civilizaciones a lo largo de la historia desde que Noé, tal como cuenta la Biblia, plantase una viña después del paso del diluvio.

Ahora, casi dos mil años después, la familia Valdelana trabaja en recrear ese vino que tomó Jesucristo con sus discípulos. Son ya siete años de investigaciones en el marco de un proyecto que espera ver la luz finalmente en 2025 y en el que esta bodega de Elciego ha trabajado mano a mano con un equipo de siete israelíes, quien recuperó la variedad marawi casi extinguida.

“La mayoría de vides autóctonas desaparecieron en Israel cuando llegaron los árabes y las arrancaron por concebir el vino como algo diabólico. Apenas dejaron algunas variedades para su uso como fruta y esa fue la suerte de la marawi. Una uva blanca que finalmente se ha constatado que fue la que se bebió en La Última Cena, a pesar de que siempre se ha pensado que fue vino tinto el que acompañó este encuentro”, cuenta Juan Jesús Valdelana, actual gerente de la bodega.

El proceso de recuperación de este gen ha sido “complejo y largo, comenzando con cuatro líneas de investigación de la que solo ha fructificado una, pero lo más difícil ya se ha logrado”. Ahora, teniendo ya el portainjerto adecuado para este sarmiento, queda decidir dónde se va a ubicar la plantación: “Por el momento, guardamos los injertos en cámaras frigoríficas para ver qué hacemos con ellos, porque estas vides, como el vino, nos están enseñando que hay que tener paciencia”.

Juan Jesús Valdelana.

Pasar de los suelos arenosos de Jerusalén a los arcillo-calcáreos de Rioja Alavesa es un salto importante, más si cabe cuando la marawi es una variedad sensible al frío y delicada. “Debemos protegerla con mucho mimo y cuando logremos tener su fruta emprenderemos la segunda fase del proyecto, pero ahora toca seguir aprendiendo de ella para poder hacer un gran vino de calidad”.

Aunque Juan Jesús insiste en que todavía no está claro qué se hará con el vino finalmente, “la producción que salga se empleará con fines benéficos”. Y para los más curiosos, hace un análisis sensorial de lo que supone esta uva en una cata a ciegas: “Podría asemejarse perfectamente con la syrah, por ser una variedad muy floral y violeta, con tonos muy pronunciados, pero resulta que esta es una uva tinta”.

Este proyecto, además, no se va a quedar en la mera vinificación. En el Jardín de las Variedades que esta bodega ha creado en un mirador encima de uno de los meandros del Ebro se encuentra un lagar, una almazara y un molino de trigo que el equipo de israelíes han recreado simulando a los que había en el siglo I a.C.. Será ahí donde se dé a conocer el resultado de la primera cosecha: “Es una satisfacción enorme ver cómo todo este trabajo sigue adelante recuperando viejas variedades que forman parte de la historia”.

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