La Rioja

Sueños en femenino: «Lo que quise ser y no pude»

Varias logroñesas hacen un repaso por sus sueños cumplidos y otros (muchos) frustrados

Esther (izquierda) y Carmen (derecha) en un parque de la capital riojana.

«A mí me hubiera gustado estudiar, cualquier cosa, pero los libros en aquella época eran solo para las familias pudientes. No en todas las casas se lo podían permitir y yo pronto me tuve que poner a trabajar». Este es uno de los sueños frustrados de Carmen, vecina de Logroño, aunque remarca que ha sido feliz toda su vida. «Ahora solo quiero que mis nietos cumplan esos sueños que yo no pude, al igual que quise para mis hijos».

A su lado, su amiga Esther vigila de cerca a su nieto de pocos años desde un banco en el parque Joaquín Elizalde. «Yo a los diez años ya estaba trabajando, eran otros tiempos… Estudié Administrativo, pero he seguido trabajando mucho hasta ahora, así que ya me toca descansar». Todavía no ha llegado a la edad de jubilación, pero ahora sus hijos demandan sus servicios como niñera. «Y yo, encantada».

Son generaciones que no han conocido las oportunidades profesionales actuales. Su destino estaba prácticamente escrito desde que eran unas adolescentes y rara era la ocasión en la que alguna se desviaba del camino prescrito por su familia y, en general, por la sociedad. «Así que a las jóvenes de ahora solo les decimos que aprovechen y estudien, aunque el mercado laboral no esté bien, pero con el tiempo se darán cuenta de esa decisión».

Antonia (izquierda) e Isabel (derecha) en el paseo de las Cien Tiendas de Logroño.

A Isabel le hubiera gustado ser historiadora. Cada vez que se adentra en una iglesia o un museo se encandila del arte que se respira: «Eso es lo que quise ser de joven y no pude. Ojalá haber tenido esa oportunidad, pero me casé joven y la vida me llevó por otro camino. Y desde entonces, cuidando de mis hijos y ahora de los nietos. Siempre me he dedicado a mi familia».

Comparte con su amiga Antonia el sentimiento de frustración por no haber contado con un salario a lo largo de su vida. «Eso nos hubiera dado mayor independencia económica y ahora tendríamos una ocupación. Todavía estamos en edad de trabajar, pero nadie nos contrata porque hasta a las jóvenes les cuesta encontrar empleo…». Antonia asegura que hubiera querido trabajar de lo que fuera, pero fue madre joven y quien se quedó en casa fue ella.

Davinia posa con las pequeñas, una de ellas su hija, en el parque infantil de Lobete.

Y eso, en muchos casos, sigue ocurriendo ahora. «Los hijos siempre tiran más a las madres y, por decisión o no, nos toca a nosotras encargarnos mayormente de ese papel de la crianza». Puesta a soñar, a Davinia le hubiera gustado dedicarse a la música. «Pero me quedé pronto embarazada y es cierto que muchos de mis planes se truncaron. Seamos sinceras», reconoce.

Cristina, en compañía de dos de sus tres hijos en Logroño.

En el caso de Cristina, el sueño que nació con su niñez era cambiar el mundo. Aspiraba alto. Viajó hasta Bolivia con esa ilusión, pero allí se dio cuenta de que no hacía falta irse muy lejos para cumplir su propósito. Ahora, desde las aulas, procura inculcar buenos valores a los más pequeños, partiendo desde la base.

Pero ante todo, recalca, su prioridad ha sido ser madre. Y lo ha cumplido de sobra. Con tres pequeños en la familia, remarca que lo tenía muy claro desde joven: «Yo quería tener hijos por encima de todo. Ahora sigo trabajando, pero a media jornada, porque está claro que la maternidad te obliga a reorganizar tu vida, pero no me arrepiento de nada».

Un repaso por unos sueños cumplidos y otros (muchos) frustrados. Y con un mensaje compartido: «A las nuevas generaciones que vienen, que intenten cumplir todos los sueños que tengan».

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