El Rioja

Los nuevos brotes de Juantxu Mendieta en busca de la singularidad

Juantxu Mendieta en uno de sus viñedos en Lanciego

La vid florece cada primavera de aquellos sarmientos mejor enderezados, dando lugar a yemas cargadas de fuerza. Como ocurre con las nuevas generaciones que toman el relevo de los veteranos de la tierra, cogiendo las buenas prácticas, desechando las que no funcionan y mejorándolas. De aquellos abuelos que hacían vino en las pequeñas bodegas subterráneas del pueblo y cuyos hijos pasaron a montar sus bodegas particulares de elaboración para hacer esos jóvenes de maceración carbónica vienen ahora los nietos más atrevidos.

Juantxu Mendieta es del grupo de los cosecheros del siglo XXI, como buen vitivinicultor que con sus propias uvas elabora su propio vino y lo comercializa. Su padre plantó en Lanciego y alrededores muchas de las viñas con las que ahora él embotella, pero jamás se atrevió a dar el paso a la comercialización. “Fiel al vino de cosechero maceración carbónica servido en el vaso de Nocilla. Fuera de eso no se sentía cómodo, las botellas no eran su mundo. Así que la diferencia con lo de ahora es bestial teniendo en cuenta que al menos ya bebemos en copa –ríe–. Eso es un paso importante, ¿no?”.

Pero no es solo el paso de comercializar el vino lo que diferencia a unos cosecheros de otros. Aquí el factor cualitativo cobra gran importancia. “Mantenemos la tradición de hacer jóvenes de maceración carbónica porque es parte de nuestrar raíces y hay que respetar lo que se hizo antaño y que marca el camino por el que avanzamos ahora. Pero también nos atrevemos con otro tipo de vinos de parcela que aporten valor al territorio. Creo que ahora hacemos mejor calidad de cara a la venta que lo que se hacía antes, porque aunque el vino de nuestros padres estuviera muy bueno, no serviría para comercializarlo ahora con las demandas del mercado”, mantiene Juantxu.

Juantxu Mendieta en uno de sus viñedos en Lanciego

Este viticutor, “en la viña dese niño”, es un pilar más en la Rioja de las pequeñas bodegas que van haciendo nombre. Primero fue con Riolanc, en 2005, derivada de la unión de Rioja y Lanciego, pero la añada de 2016 ya salió bajo la marca Mendieta Osaba, que incluía así el apellido de su mujer Carmen. Nacía un nuevo proyecto con una nueva filosofía. Juantxu recuerda que “fueron unos años en los que las tendencias que giraban a su alrededor iban por el camino de los vinos de parcela, prestando atención a cómo otros compañeros de profesión, como Telmo Rodríguez, Roberto Tentenublo o Itxaso Compañón, sacaban vinos singulares buenos diferenciando las viñas”.

Así que él también decidió dar el paso. Y con todas las consecuencias y el miedo como acompañante de las primeras decisiones. “Da respeto lanzarte a nuevos horizontes cuando te sientes cómodo haciendo tus vinos jóvenes. Es complicarte mucho la vida, con la gran inversión que supone, y te preguntas si merece la pena para cantidades tan pequeñas. Pero ahora echo la vista atrás y veo que sí”.

Mendieta Osaba comercializa 80.000 botellas anuales de cinco vinos diferentes (y un sexto que está horneándose para salir al mercado este 2022) y asegura que gracias a la gama de parcelarios El Camino Mendi, un monovarietal de mazuelo, y los de ‘Viñedo Singular’ Vascomendi tinto y blanco “es más fácil que nos abran las puertas para meter el resto de vinos”, como el Mendi maceración carbónica y Osaba Mendi. Sus cerca de 14 hectáreas de viñedo en propiedad llevan raíces alavesas, ubicadas entre Lanciego, Assa, Viñaspre, Kripán y Laguardia. Por ello incide en la importancia de reflejar el origen de la calidad.

Juantxu Mendieta en uno de sus viñedos en Lanciego

Juantxu asegura que experimentar, probar, fallar y acertar es la clave de este trabajo, “lo que lo hace realmente atractivo y entretenido”. Por eso no deja de formarse, como hizo durante los meses de parón de ventas de la pandemia, y de viajar a diferentes regiones vitivinícolas que abran su mente. Y es que es fuera de las fronteras nacionales donde principalmente llegan sus vinos ‘made in’ Lanciego. Con Estados Unidos y Rusia a la cabeza, Noruega, Bélgica, Portugal y Alemania acaparan el 80 por ciento de las ventas de Mendieta Osaba Wines. Algo que ha logrado, asegura, “gracias a los buenos distribuidores conseguidos en exportación, que han apostado por esta marca desde el principio, algo que es difícil cuando nadie te conoce”.

Pero su marca ya va ganando territorio, y miembros a la familia. El nuevo vino blanco de Juantxu está casi listo para embotellar. Le da un trago de la copa que acaba de rellenar de un depósito y lo mira con atención: ” Está hecho con las uvas de esas cepas plantadas en las cabezadas de las viñas viejas, donde la tierra siempre ha sido más pobre, por lo que la viura se adapta mejor que el tempranillo. Lo maceré durante dos días para darle un plus antes del prensado y de fermentar en depósito de acero inoxidable. Luego, cuando esté en botella, le daré un tiempo para que se suavice”. Todavía no avanza el nombre, pero sí la partida de botellas que sacara a la venta este año: unas 1.500.

Juantxu Mendieta en uno de sus viñedos en Lanciego

Otra de sus creaciones especiales es el monovarietal de Mazuelo, proveniente de una parcela de hectárea y media con 35 años que su padre plantó en tierras de Assa bastante pobres y con cantos rodados con vistas a las ruinas del puente de Mantible. “Su idea era mezclarlo con el tempranillo porque al ser escaso en acidez tartárica se complementa muy bien con un porcentaje del 10 o 15 por ciento de mazuelo. Pero el año pasado vi que por la zona del Priorat y Aragón hacían vinazos con esta variedad, así que dije ‘¿y por qué yo no?'”. Y así, tras un despalillado, con una fermentación alcohólica en hormigón, bazuqeos a mano, otra fermentación maloláctica en barricas de 500 litros y más bazuqueos para mover las lías y “ganar un poco en complejidad”, nació El Camino MENDI con unas 3.000 botellas de la añada de 2020.

Aunque sus pasos avanzan hacia creaciones más singulares con unas prácticas ecológicas (no usa glifosato en ninguna de sus viñas, clarifica con proteína vegetal y en el viñedo singular Vasconegro no aplican tratamientos fitosanitarios), el maceración carbónica, que vende principalmente en hostelería y a particulares, todavía sigue copando más de la mitad de su producción (unas 61.000 botellas). Entre sus planes a corto plazo también está el desprenderse totalmente de la venta de graneles, que ya el año pasado representaron un pequeño porcentaje, y lanzar otro vino más de alta gama.

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