La Rioja

Adriana Ugueto estaba “obsesionada” por no tener la custodia de Carolina

La doctora de Adriana asegura que “no soportaba” no tener la custodia de la pequeña

FOTO: Raquel Manzanares (EFE).

La médico de Atención Primaria que atendía a Adriana Ugueto, acusada del asesinato de su hija Carolina de 5 años en un hotel de Logroño en 2020, ha declarado este jueves en el juicio que esta mujer tenía “una frustración tremenda por haber perdido la custodia de la niña, no soportaba no tenerla y estaba obsesionada con el tema”, por lo que le recetó antidepresivos y ansiolíticos.

La Audiencia Provincial de Logroño ha celebrado la cuarta sesión del juicio que se desarrolla con un tribunal popular, que en esta sesión ha contado también con las declaraciones de cuatro guardias civiles destinados en el puesto de Haro cuando sucedieron los hechos.

El fiscal, la acusación particular ejercida por el padre de la menor y la acusación popular de la asociación Clara Campoamor piden prisión permanente revisable a la madre como presunta autora de un delito de asesinato; mientas que la defensa sostiene que la autora de la muerte de la niña fue la abuela materna, antes de suicidarse en el río Ebro.

En su declaración, la doctora ha precisado que le diagnosticó un trastorno adaptativo ansioso depresivo, que es algo “muy habitual” cuando ha habido una separación, hasta que la persona se adapta a su nueva situación.

Cuando la madre de Carolina perdió la custodia de su hija comenzó a manifestar “frustración, bajo estado de ánimo los días que no estaba con la niña y un nerviosismo constante que le impedía dormir”, según le relataba a su médico en la consulta, a la que acudía siempre acompaña por su madre o hermana.

Además, comenzó a “querer controlar todo lo relacionado con Carolina”, ha agregado la doctora, de modo que “se obsesionó con que la niña estaba mal cuidada, tenía mala higiene y se ponía enferma”, por lo que esta médico consultó el estado de la menor con su pediatra, quien le confirmó que el padre atendía perfectamente a su hija y que había “una relación de cariño y afecto mutuo”.

Debido a esta situación, decidió derivar a la acusada a la consulta de salud mental, para lo que tuvo que convencerla su madre, quien “insistió en que necesitaba más ayuda porque no la veía bien”, pero la paciente solo acudió en una ocasión, de modo que su médico de familia le recomendó que siguiera con la medicación que ella le había prescrito.

Ha asegurado que durante los años que la atendió, desde 2014 hasta octubre de 2018, la acusada nunca manifestó ideas suicidas ni su trastorno derivó en una enfermedad más grave. Dentro de una campaña que se hizo para identificar posibles casos de violencia de género, en un cribado general a todas sus pacientes, esta doctora detectó que tenía “una relación de tensión conflictiva” con el padre de la niña, con quien se había cruzado varias demandas por el tema de la custodia, pero esto no se consideró violencia machista.

El juicio, que se prevé se prolongue hasta el próximo 17 de febrero, continuará mañana con la declaración siete agentes de la Policía Nacional que intervinieron en la investigación.

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