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El sector vitivinícola riojano, a la carrera en la conversión tecnológica

Corren tiempos de retos y apuestas tecnológicas para el sector vitivinícola, quien ha de desarrollar aplicaciones con nuevas herramientas para buscar soluciones más representativas mediante la monitorización de parámetros agronómicos. La investigadora y directora del Máster en Tecnología, Gestión e Innovación Vitivinícola de la Universidad de La Rioja María Paz Diago pone en el punto de mira la conversión tecnológica del sector para demostrar que la aplicación de estas herramientas no son el futuro, sino que ya forman parte del presente.

Junto a su equipo de investigadores del grupo Televitis, impulsado por el Instituto de las Ciencias de la Vid y el Vino (ICVV), participa en el desarrollo de proyectos dentro de las líneas de sostenibilidad vitivinícola, cambio climático y economía circular, que se corresponden con líneas de actuación del proyecto estratégico Enorregión y donde se enmarcan propuestas tan relevantes como el uso de nuevas tecnologías no destructivas: “Buscamos una monitorización del viñedo de cara a aportar datos más fiables para estimar su rendimiento, el estado hídrico o estimar la composición de la uva, por ejemplo”.

En lo que a cambio climático se refiere, Diago destaca la optimización de las técnicas para un mejor manejo del riego, el desarrollo de nuevas variedades o genotipos que estén mejor adaptados a las condiciones climáticas como la sequía e incluso variedades mejor adaptadas a nuevas enfermedades u otras plagas fúngicas derivadas del calentamiento global. “Son todas ellas herramientas clave para afrontar los nuevos tiempos porque la viticultura debe ir de la mano de estos avances”, apunta.

Dentro del paraguas de la economía circular hay, además, una línea de trabajo que abarca tanto el enfoque de la viticultura como de la enología, centrado en la reutilización de residuos o de productos de la producción vitivinícola para mejorar la sostenibilidad de todo el proceso. “Todos ellos son proyectos planteados en los que se puede avanzar dentro de las líneas estratégicas de Enorregión, tanto en campos experimentales de la Universidad de La Rioja como en viñedos propiedad de empresas”.

Otro de los ejes principales se centra en la medición de los rendimientos de producción de forma más representativa: “Mediante nuestro laboratorio móvil, un vehículo adaptado con varios sensores, GPS, un ordenador industrial y un sistema de iluminación instalados, se van tomando imágenes en continuo movimiento mientras la plataforma avanza por el viñedo. Gracias a la inteligencia artificial y la minería de datos, se pueden desarrollar algoritmos que permitan identificar componentes de producción como pueden ser el número de bayas por racimo, el número de racimos o la cantidad de flores que ayudan a estimar de forma fiable y no destructiva, porque no se toca ni un solo racimo, el rendimiento del viñedo con un plazo de unos dos meses”.

Unas herramientas que hacen frente a los métodos más presentes a día de hoy en el sector, “que se centran en actuar alrededor del envero, vendimiando algunas cepas y haciendo mediciones en base a unas bayas seleccionadas al azar”. Esa plataforma móvil sirve también para estudiar el estado hídrico del viñedo y la composición del fruto a través de técnicas espectrales, midiendo el contenido en azucares, el pH, la acidez total, o la cantidad de antocianos y polifenoles, por ejemplo. “Todo esto permite hacer un seguimiento de la evolución de la uva mucho más representativo”.

La investigadora, además, destaca que en este juego el papel de los investigadores es crucial a la hora de acudir a convocatorias de financiación nacionales y europeas para sacar adelante los avances tecnológicos, aunque demande mayor personal para contar con más apoyos: “Lo que hay que tener claro es que el uso de la tecnología no está reñido con la sostenibilidad y el respeto al origen. Es más, la vinculación es muy directa porque son muchas las herramientas tecnológicas que ayudan a alcanzar esa sostenibilidad y aprovechamiento de los recursos”.

Diago considera que el sector vitivinícola, va por buen camino: “Aunque sea un poco reticente a los cambios, cuando se evidencia que algo funciona, enseguida la adopción es masiva. Hay bodegas que marcan más esa tendencia a la adopción de tecnologías de monitorización, pero es cierto que en la mayor parte del sector todavía hay una brecha que le impide avanzar y se muestra demasiado prudente a la hora de adoptar estas formas de innovación”.

Los fondos europeos y el proyecto Enorregión, que enfocan la digitalización y la sostenibilidad como vectores transformadores e impulsores de competitividad, suponen una oportunidad que puede contribur a reducir esta brecha digital. Una oportunidad que se va a ver respaldada por financiación concreta para desarrollar proyectos innovadores que habrían sido imposibles en otro momento o circunstancia y que las bodegas riojanas tienen que ser capaces de aprovechar.

* Contenido especial para el Gobierno de La Rioja

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