El Rioja

El Rioja, en alerta por el encarecimiento del precio de las materias primas

La crisis de los contenedores, atracados en los puertos internacionales sin la intención todavía de mover ficha, ha llegado al sector del vino. Los problemas de stock en cuanto al acero de los contenedores, el aluminio o el vidrio ha generado un efecto dominó que desemboca en el último eslabón de esta cadena: las bodegas y la hostelería. Una situación, sin embargo, que envuelve a todas las materias primas y que afecta a multitud de sectores productivos porque sin preverlo, la demanda se ha disparado y la industria todavía no trabaja al mismo ritmo que antes de la pandemia.

Y este escenario no ha hecho más que derivar en una inflación de precios “tremenda” que se une al encarecimiento del coste de la energía y de los productos alimentarios que vienen protagonizando las últimas semanas. La de este mes es la tercera subida de precios que sufre la empresa arnedana Etilisa Etiquetas, después de la de junio y septiembre. “Desde entonces nos han subido el precio del papel un 18 por ciento”, apunta su gerente, Diego Castillo. Y ellos han tenido que responder también de cara a sus clientes con una subida del 11 por ciento en sus precios finales. No se sabe si eso repercutirá en el precio final de venta de botellas de vino.

“Pero no solo ha subido el papel. Los barnices, las tintas, los palets, el transporte, el gasoil… Todo se ha disparado. Sin embargo, y afortunadamente, no estamos apreciando ninguna carencia de suministros porque nuestros proveedores son papeleros y trabajan en bosques de Finlandia, no en China. Además, nos han garantizado que no va a haber problema con los envíos. Tampoco escasean los materiales en el caso de las etiquetas transparentes que hacemos de plástico, pero ahí el precio ha subido más por el tema del petróleo”, añade.

Castillo lamenta la “gran volatilidad” a la que se enfrentan todos los sectores: “Vamos a ciegas porque el mercado está muy cambiante y el tejido industrial de La Rioja, pero también el de España, se está mermando considerablemente poco a poco. A pesar de que este año prevemos cerrar el ejercicio con un crecimiento del 30 por ciento, no vamos a ver reflejado esos números en la cuenta de ganancias porque no podemos aplicar las subidas de precios a los clientes de igual forma que nos las aplican a nosotros. Y a ver si no llega una nueva subida”.

Roberto Lara, gerente de la empresa Corinox, asegura que el sector del inoxidable también ha sufrido los efectos de esta crisis global: “Vivimos de la importación y parte de nuestros suministros llegan de China, donde ahora mismo está todo parado porque no quieren dar salida a nada, ya que siguen subiendo los precios y creen que lo que vendan hoy lo pueden hacer mañana mucho más caro. Pero aquí tenemos material suficiente para abastecer a las pequeñas empresas durante varios años. Eso sí, el problema está en los grandes pedidos de mayoristas, los grandes consumidores. Ahí sí hay retrasos”.

Por eso los movimientos a nivel europeo son los que predominan ante estas circunstancias. De hecho, la Comercial Riojana de inoxidables sirve de proveedora para varios países del continente. Concretamente, el 60 por ciento de la facturación de esta empresa sale fuera de La Rioja. “Aquí el mercado está muy parado. Lo que más mueve son las bodegas, pero muchas han dejado de invertir ante la incertidumbre económica, teniendo en cuenta también el factor del precio de la uva, que no remonta y no da muchas posibilidades, y el bajo consumo del vino. Mientras tanto, el precio de las materias primas sigue subiendo, como el del acero inoxidable. La chapa ha duplicado su precio en un año y eso tiene efecto directo en el precio final de la maquinaria agrícola, por ejemplo.

Más experiencias desde Navarrete, en la Cooperativa Señorío de Valbornedo “prácticamente no se han visto los efectos indirectos de esta crisis” dado el modelo de comercialización que mantienen (unas 70.000 botellas anuales que representan menos del cinco por ciento de la producción de uva). Tan solo un problema anecdótico a la hora de encontrar vidrio para un final de embotellado. “Era una partida pequeña, pero no encontrábamos el tipo de botella con el que siempre trabajamos, un diseño estándar y sencillo. Así que tuvimos que adaptarnos y tirar a un vidrio más elaborado y por tanto más caro, así como buscar otra caja adaptada”, señala la gerente de Valbonerdo, Raquel Fernández, quien coincide con Roberto en un problema común: “El bajo precio al que se paga la uva”.

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