Toros

El toreo de Urdiales y la apoteosis de Roca Rey

FOTO: Eduardo del Campo.

Vaya usted a explicar ahora que quien ha hecho el toreo esta tarde en ‘La Ribera’ ha sido Diego Urdiales. «Pero si Roca Rey ha cortado cuatro orejas y ha convertido la plaza de Logroño en un manicomio…». Pues sí, pero es que esa es la verdad. Y no digo que Roca Rey haya estado mal, ni regular. Ni mucho menos. Porque ha emocionado a muchos y ha encandilado a casi todos. Pero el toreo es algo diferente a lo que esta tarde en Logroño ha interpretado el diestro peruano. Porque torear es someter y no acompañar la embestida; torear es imponerse al toro y que sea el torero quien elija los terrenos y no el animal; torear es impregnar la obra de naturalidad; torear es encajar la figura, mantener la verticalidad y que todo lo que se haga se haga a compás. Torear es… ¡Torear!

Diego Urdiales, en la tercera de feria de San Mateo. | FOTO: Eduardo del Campo.

Y para torear, lo primero que ha de haber en la plaza es un toro. Y un toro no es un animalito endeble, ni obediente, ni pastueño. El toro ha de ser siempre un animal fiero, encastado y capaz de transmitir peligro a los tendidos. Vale, que quizás debiéramos empezar por ahí. Porque a la descastada y floja corrida de Núñez de Cuvillo en ningún momento se le ha podido someter y sí cuidar, dosificar y mimar.

Roca Rey, en la tercera de feria de San Mateo. | FOTO: Eduardo del Campo.

El primero perdió las manos en el tercer lance de capa. El segundo se derrumbó en el peto y claudicó en el tercio de quites. El tercero se mantuvo en pie durante toda la lidia (creo). El cuarto fue muy blandito de manos y pareció como lesionarse. El quito perdió las manos en los primeros compases de la lidia, cuanto también el sexto enterró los pitones para desmoronarse cuando Roca lo llevó al caballo con el capote a la espalda.

Roca Rey, en la tercera de feria de San Mateo. | FOTO: Eduardo del Campo.

Hay que añadir que ninguno se empleó en el caballo; sólo acudió con cierta alegría el sexto, mientras que el resto no empujó y si lo hizo lo hizo con un pitón y sin codicia alguna. Al encierro de Cuvillo le ha salvado que medio se vino arriba en el último tercio donde tuvo movilidad. Movilidad, insisto, que no confundir con casta, bravura o similares. Y digo yo… ¿cómo un torero se impone a esto?

Roca Rey, en la tercera de feria de San Mateo. | FOTO: Eduardo del Campo.

Roca Rey medió lo respondió en el tercero: el toreo contemporáneo viene a consistir en hacer ver que hay riesgo donde no lo hay y no lo puede haber. Y ese riesgo vino envuelto de unos pases cambiados por la espalda y una serie por el derecho, al principio, que tuvo algo de transmisión. Aquella movilidad hasta se impuso por el pitón izquierdo, por donde el toro atropelló a Roca Rey y luego la faena bajó de intensidad y de limpieza. Al final, se acortaron las distancias y crecieron los enganchones. La estocada resultó desprendida y cuando casi el presidente había ganado el pulso a una plaza tan deseosa de triunfo como ignota, asomó el segundo pañuelo. Demasiado premio para una obra sin mensaje desde el principio, cuando las chicuelinas intentaron reverberar las verónicas calladas.

Emilio de Justo, en la tercera de feria de San Mateo. | FOTO: Eduardo del Campo.

El sexto fue el de la locura. El de la apoteosis. Casi fue el de los máximos trofeos y menos mal que no lo fue… Una fuerza inusitada llevó Roca a los tendidos en el prólogo de rodillas. Quienes los contaron dicen que fueron diez en redondo. Y cierto que hubo hondura y temple. Aquello ya fue mejor que lo hecho de pie en su primero. Esculpió alguno del desprecio. Una serie por el derecho llegó a los tendidos al mismo tiempo que el toro lo hacía a terrenos de chiqueros. Allí, cuando no se sacaba al toro por la espalda, se cambiaba el engaño de mano en un palmo de terreno. Otra vez de rodillas y una serie de bernardinas terminaron por enloquecer ‘La Ribera’. ¡Bienvenidos al toreo contemporáneo!

Diego Urdiales, en la tercera de feria de San Mateo. | FOTO: Eduardo del Campo.

A dos manos comenzó la faena a su primero Urdiales. Por bajo y por alto a un toro aun sin definir pese a que De Justo quitara por chicuelinas y Urdiales replicara por delantales. Sin apreturas fue la primera serie por el pitón derecho y aseadita la segunda, cuando la embestida del Cuvillo empezó a rebrincarse. Un tornillazo soltaba al final del lance por el izquierdo y peligroso se volvió a media que fue diluyéndose el recorrido.

Diego Urdiales, en la tercera de feria de San Mateo. | FOTO: Eduardo del Campo.

Hondo fue el que hizo cuarto, que pareció lesionarse una mano o de las dos. Brindó Urdiales al público y al ‘va por ustedes’ pareció seguirle ‘vamos, coño, que quien torea de verdad soy yo’. Y así fue. El de Cuvillo recuperó el resuello y ese aire le dio pies y fondo. También ritmo y prontitud. Urdiales le dio sitio y dio con la altura, que era la media. Se confió toro de Cuvillo y Urdiales con él. Encajó la figura, hundió los riñones, ofreció el medio pecho y clavó el mentón y apretó los dientes, que aquello tampoco fácil del todo. Y así toreó Urdiales. Y fue el único que toreó. Porque paró, templó y mandó en la embestida.

Diego Urdiales, en la tercera de feria de San Mateo. | FOTO: Eduardo del Campo.

Con ‘Luminoso’ Urdiales encendió una luz de toreo. Que resultó algo tibia, a veces intermitente, pero casi siempre cálida. Sobre todo, en diez que hubo muy despacito, muy pulseados, muy templaditos y muy toreros. Como uno de pecho que resultó de cartel. Rompió la faena por el derecho y una serie al natural tuvo mando y trazo inmejorable. El que describe una curva a la cadera. El trazo del toreo. Al volver al derecho, ‘Luminoso’ se apagó para siempre. ¡Qué pena el descabello!

Emilio de Justo, en la tercera de feria de San Mateo. | FOTO: Eduardo del Campo.

Y torear también quedarse en el recuerdo de quienes lo vivieron. Casi que De Justo dejó algo en la memoria. Quizás alguno de pecho, que tan bien lleva a la hombrera contraria. O la larga de rodillas con la que saludó a su primero o la estocada con la que pasaportó a este. Al hecho cuesta arriba que hizo quinto lució en un saludo con ritmo y transmisión a la verónica. Y ya, porque mejor no acordarnos de que vació no pocas embestidas hacia afuera, la poquita reunión en sus trasteos o los toques bruscos con los que intenta provocar las embestidas demasiado fuera de sitio.

Roca Rey, a hombros en la tercera de feria de San Mateo tras cortar cuatro orejas. | FOTO: Eduardo del Campo.

TERCERA DE FERIA

Plaza de toros de La Ribera, en Logroño (La Rioja). Tercera corrida de la Feria de San Mateo. Casi tres cuartos de entrada, de acuerdo con la limitación de aforo. Toros de Núñez del Cuvillo, desiguales de presentación y de juego. Destacó el sexto. Complicados segundo, tercero y quinto. Deslucido el primero.

  • DIEGO URDIALES, ovación y ovación.
  • EMILIO DE JUSTO, oreja y vuelta al ruedo.
  • ROCA REY, dos orejas y dos orejas.

Saludaron los banderilleros Ángel Gómez en el segundo y ‘Morenito de Arles’ en el quinto.

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