La Rioja

Marta Berra: “Cada vez que una pieza entra al horno, hay magia”

La cerámica está de moda, es un hecho. Quizá sea porque, por fin, alcanzar la perfección se nos ha hecho aburrido y la belleza en lo imperfecto nos llama más la atención. O porque, inmersos en una rutina estresante, “el barro se ha convertido en algo terapéutico”. A esta conclusión ha llegado Marta Berra, una joven donostiarra que llegó a Logroño para estudiar en la ESDIR, hizo prácticas en Navarrete y “me enamoré de la cerámica”.

Hace dos años montó su propio taller creativo en la capital riojana después de probar suerte en una empresa “delante de un ordenador, donde me di cuenta de que eso no iba conmigo. Siempre he sido muy creativa y muy de las manos y a mis 24 años pensé: ‘Voy a intentarlo, no hay mucho que perder'”. Y acertó. En plena era de producciones en serie, perfectas e iguales, las piezas distintas y únicas se valoran todavía más y el barro se ha convertido en un valor seguro.

“Es un material con mucho futuro, sobre todo por sostenibilidad, porque es de la tierra y al final es para siempre. Si lo cuidas te va a durar toda la vida”, explica Marta. Y por si eso fuera poco, tiene infinidad de posibilidades. “Cada vez que una pieza entra al horno, hay magia. No sabes lo que va a salir y es un mundo infinito. Puedes aprender y seguir aprendiendo toda la vida porque siempre hay cosas nuevas y cosas que no sabías”. Esta joven lo dice por experiencia, porque “me encanta ensayar con los esmaltes o con los acabados y cada vez que abro el horno salen cosas inesperadas”.

Terapia y creatividad

Pero además de crear y recuperar la esencia de los objetos, Marta defiende que es primordial enseñar de dónde vienen las cosas, de ahí su iniciativa de poner en marcha varios talleres para todas las edades. “A veces, pagar 8 euros por una taza puede parecerte exagerado, pero cuando ves de cerca el proceso y lo conoces, cambia el chip. De ahí la importancia de pensar en el origen de las cosas”.

En sus cursos, Marta comparte el desarrollo y evolución de las piezas. “Para hacer una taza al uso lo primero es elegir el barro, que hay muchos, aunque yo trabajo sobre todo con gres y porcelana porque son pastas de alta temperatura que cierran mucho el poro y son aptas para lavavajillas y microondas. Una vez le das la forma deseada la dejamos secar y metemos al horno, donde pasa aproximadamente dos días. Al sacarla, la taza está ‘en bizcocho’. como llamamos en cerámica, lo que significa que todavía no se puede usar. Ese es el momento del esmaltado, lo pintas y lo decoras a tu gusto. Una vez hecho la vuelves a meter al horno otra vez y al día y medio la pieza estará terminada”.

Un proceso que engancha, ya no solo por el trabajo de moldear con tus propias manos aquello que luego utilizarás para comer, beber o decorar, sino porque “para las mujeres que vienen al taller es una manera de desconectar, de estar un ratito con tus manos y tu barro, en definitiva, de estar tú contigo misma”. Pero además, es una forma de hacer grupo, porque los cursos comienzan en septiembre y acaban en junio y, al final, “se sientan en la mesa y se cuentan sus cosas. Es el ratito de la semana en el que te desahogas y, también, te llevas a casa piezas monísimas y funcionales hechas por ti”.

Mujeres de todas las edades, pocos hombres, han hecho de esta profesión antigua un hobby donde la técnica es inexacta y eso de ensuciarse las manos se disfruta y celebra. Misma situación para los más peques, que también tienen sus talleres particulares. “Los niños son una gozada. Les encanta ser creativos y hacer lo que les salga”. Y durante estos meses de verano la cosa no para. “Hacemos cursos más cortos pero más intensivos donde vemos todo el proceso de una pieza”. Para julio y agosto, Marta ha diseñado talleres de vajilla, joyería y jarrón floral.

Nueva colección y proyectos

Para esta primavera-verano, la joven artesana ha lanzado una nueva colección de joyería compuesta sobre todo por pendientes y collares. “Es una serie muy animada, que nos hace falta después de todo lo que estamos pasando. Es una colección muy floral y colorida, pero con tonos neutros, no chillones”. Piezas que, por muy frágiles que parezcan, “casi nadie ha venido a decirme que se han roto. Necesitan un golpe muy fuerte para que se quiebren”.

Además, Marta está llevando a cabo actualmente un proyecto de vajilla destinado a la hostelería. “He hecho una colección para el restaurante Sabores y la verdad es que me encanta este trabajo”. Y junto a esta iniciativa, la segunda colección de ‘Maja’, una serie de piezas únicas de porcelana teñida y lustre de oro ejecutadas tras un proceso de investigación con el material, el color y la forma por la propia Marta y el ilustrador riojano Javier Jubera. Una muestra expuesta en su su taller—estudio (calle del Cristo, 8).

Marta Berra, una apasionada del diseño y la artesanía que es feliz con su cerámica pero que deja sitio a otras disciplinas porque, “ahora es esto, pero yo soy creativa y si mañana me da por el ganchillo, apostaré por ello”.

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