El sector productor de Rioja ha estrechado manos para luchar por la rentabilidad del viticultor, al menos durante los próximos cuatro años con la renovación de la Organización Interprofesional del Vino de Rioja (OIPVR) y el Consejo Regulador.
La organización agraria ARAG-ASAJA ya reivindicó en su día un ejercicio de “responsabilidad, esfuerzo y madurez” para alcanzar un pacto con la Federación de Cooperativas Agrarias de La Rioja. “Un acuerdo que ha sido posible gracias a la generosidad de ASAJA”, recalca el secretario general de la organización, Igor Fonseca, dado el empate técnico que se alcanzó el pasado 25 de mayo.
– ¿Cómo se desarrolló esa negociación y qué valores primaron para alcanzar el entendimiento?
– Había que llegar a ello como fuera y solo había dos alternativas. Una, que se diera la misma situación que hace ocho años con un reparto del mandato entre las dos organizaciones, y la otra, que se alcanzara un acuerdo para que ahora dirija la gestión una organización y dentro de ocho años lo haga otra. Esta segunda opción es por la que hemos apostado y el compromiso de las cooperativas para la próxima legislatura es el de apoyar al candidato que presente ASAJA.
– ¿Por qué descartaron la opción de repartir el mandato durante estos cuatro años?
– Consideramos que esto no era conveniente para el futuro del sector. Lo importante es lanzar un mensaje de madurez y si el sector elaborador es capaz de llegar a acuerdos y agotar cada legislatura, por qué no lo va a poder ser también el sector productor. Creo que hemos aprendido los errores de hace ocho años y no queremos repetirlos, además en un periodo de sensibilidad como en el que estamos ahora.
– ¿Cómo afronta ARAG-ASAJA este nuevo periodo?
– Vamos a estar más presentes en las comisiones de trabajo del Consejo Regulador y también espero que estemos presentes en la mayoría de acuerdos en los que se llegue en el Consejo para los próximos cuatro años. Unos acuerdos en los que se va a trabajar por unos objetivos claros enmarcados dentro de un mismo eje: la búsqueda de la rentabilidad, sobre todo para el viticultor de Rioja.
– ¿Cuáles son los principales hitos que han acordado con FECOAR (Federación de Cooperativas Agrarias)?
– Primero, poner en marcha mecanismos para generalizar los contratos plurianuales de uva y vino y salvaguardar la política del presupuesto de Promoción del vino de Rioja tanto en el mercado nacional, que necesita bastante oxígeno, como internacional. La estrategia también pasa por tomar medidas para alcanzar la excelencia cualitativa de Rioja, que sigamos estando siempre un diferencial con respecto al resto de denominaciones de origen de España. Además, algo que tenemos muy claro ambas organizaciones es el tema de las plantaciones, ya que en estos momentos, con un desequilibrio entre oferta y demandas, no es tiempo de plantar más viñedo.
Otro tema en el que ya se ha dado algún paso y que tiene gran importancia es la protección, fomento y puesta en valor del viñedo viejo. También queremos impulsar la aplicación de prácticas sostenibles tanto en campo como en bodega y apostar por la simplificación administrativa, sobre todo en lo que concierne al productor. Estos son unos objetivos que se cumplirán siempre que haya voluntad por parte de todas las voces de primar el interés del sector frente a su propia estrategia política.
– ¿Con cuál de ellos puede haber más choques?
– Creo que no va a haber mayor problema en ninguno de esos seis objetivos. Quizás, desde el punto de vista de su aplicación y su receptividad, el tema del uso de prácticas sostenibles en campo y bodega sea lo más novedoso. Esto supone a su vez un paso muy importante para que Rioja sea pionera en la aplicación de este tipo de técnicas y vaya por delante de lo que dicte la normativa, pero estos nuevos sistemas de producción más sostenibles han de venir acompañados de un reconocimiento del valor de la uva. Porque no podemos pintar Rioja de verde a costa de que el precio de la uva esté en rojo.
– ¿Y cómo cree que lo ven los profesionales del sector productor, tanto agricultores como ganaderos?
– Los productores no es que estén en contra de este camino hacia la sostenibilidad. La cuestión es que no se les puede cargar con una responsabilidad global obligándole a poner en marcha una serie de prácticas que van a reducir su productividad con menos presupuesto y ante una deslealtad competitiva de las producciones de terceros países que les puede echar del mercado. No sé hasta qué punto es sostenible que Europa esté produciendo alimentos para exportar a terceros países y aquí nosotros consumamos productos bajo condiciones sanitarias y ambientales que nada tienen que ver con nuestro sistema productivo. Hay un compromiso para alcanzar el mismo nivel de exigencia, pero creo que habrá un periodo en el que los productores europeos lo pasen mal.
– ¿Qué perspectivas de recuperación tiene la organización?
– El plan estratégico habla de que cogeremos velocidad de crucero pre-COVOD a comienzos o mediados de 2023. Realmente, nadie puede decir si se van a cumplir o no esas expectativas, pero a largo plazo somos muy optimistas con Rioja porque unos profesionales que siempre hemos superado los baches. Además, ya se empiezan a recibir señales positivas de recuperación del mercado, también ahora con la apertura de la hostelería en otros países y la relajación de ciertas medidas.
