El Rioja

Miguel Ibáñez: “He creado un maridaje entre el vino y la lengua riojanas”

Natural de Badarán, su vinculación al mundo del vino no le viene de casualidad. Un día decidió aunar su pasión por la lengua sin perder de vista sus orígenes, dando lugar años más tarde al proyecto de su vida. Miguel Ibáñez, doctor y profesor universitario, es el fundador y director de GIRTraduvino, el Grupo de Investigación Reconocido sobre la lengua de la vid y el vino y su traducción, y desde hace escasos días también cuelga sobre sus hombros el título a Riojano Ilustre 2021.

Su paso por diferentes universidades del país, entre ellas la de La Rioja, le han permitido dedicar gran parte de su trayectoria profesional a una labor investigadora centrada en los dos pilares que constituyen la identidad de la región: el vino y la lengua.

– ¿Cómo se recibe ser Riojano Ilustre 2021?

– La primera reacción, por supuesto, fue una gran sorpresa. Entiendo que es un reconocimiento a mi trabajo de investigación en torno a temas que son de gran interés y claves en La Rioja, como es San Millán de la Cogolla y sus monasterios junto con Gonzalo de Berceo, del que hice mi tesis doctoral. Yo he tratado de hacer una especie de maridaje entre el vino y la lengua riojanas centrado en el estudio de la lengua de la vid y el vino.

– Su trabajo en el grupo de investigación GIRTraduvino busca crear lazos entre el vino y la lengua. ¿Cómo surge este interés y bajo qué filosofía?

– Como investigador, tengo que trabajar en ámbitos que no se han estudiado antes. Yo he sido pionero en este ámbito porque nunca antes nadie se había interesado en el estudio de una lengua. Es decir, era un campo virgen. Pero este interés nace de manera natural en mí ya desde pequeño, con las primeras excursiones escolares a San Millán. Pretendo que se conozca este lenguaje así como mejorar la comunicación dentro del sector y con los potenciales clientes a través de una base de datos que recoge casi 700 términos y expresiones en diferentes idiomas que aportan riqueza y contribuyen a recuperar ese patrimonio inmaterial y cultural porque muchas de las palabras esconden una historia y significado detrás.

– ¿Cuáles son algunos de los descubrimientos o datos curiosos más destacados que esta investigación ha sacado a la luz?

– Por ejemplo, cuando se dice que un vino es muy espirituoso es porque antes en los textos se llamaba espíritu al alcohol porque era algo que no se veía pero estaba ahí. Luego ya vendría con la escritura moderna el término alcohol procedente del árabe. Otro caso es el de llamar canilla al grifo, algo que se ha convertido en un riojanismo. Este término de canilla proviene del grifo de los depósitos y cubas que inicialmente se hacía con cañas y cuando ya apareció el agua corriente en los pueblos se comenzó a denominar canilla a los grifos. Conocer la lengua también nos permite conocer técnicas, tradiciones y cultura.

– ¿Cómo confluyen pasado y presente en un sector como el del vino que no deja de crecer e innovar?

– El mundo del vino esconde una terminología propia muy rica e interesante en diversas lenguas. Hay textos de la Edad Antigua sobre el vino y el primero escrito en español se remonta a 1513, del que existe una edición en San Millán. El punto de inflexión llega a finales del siglo XVII y comienzos del XIX, cuando surge la ciencia enológica y el vocabulario se vuelve más técnico. Ahora tenemos una lengua en la que confluyen el saber tradicional y popular con el técnico y especializado, y como resultado contamos con un diccionario con más de 9.600 nombres diferentes sobre las variedades de vid.

– ¿Y qué tiene ahora GIRTraduvino entre manos?

– Ahora mismo estoy trabajando en una investigación sobre los tratados de la vid y el vino de la biblioteca de San Millán de la Cogolla, de la que ya he emitido varias publicaciones. Creo que este proyecto es de mayor interés para La Rioja y parte del motivo por el cual me han entregado este galardón.

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