Firmas

Tinta y tinto: Teatro Bretón

Hay un argumento recurrente que los habitantes de Madrid siempre lanzan contra los pobres que nos hemos quedado a vivir en provincias sobre lo bueno que tiene eso de residir en la capital del país. «Pero es que en Madrid tienes un montón de obras de teatro y musicales para ir a ver. La oferta cultural es inmensa». Según el tono que haya adquirido la conversación y a cómo esté el kilo de madrileñofobia esa semana (suele aumentar en periodos electorales, pandemias y graves episodios meteorológicos por sus minutos televisivos mientras al resto del país le ocurre exactamente lo mismo), la tragicomedia suele terminar tal que así:

– ¿Y cuántas veces has ido al teatro en el último año?
– Pues la verdad es que ninguna, pero tenía pensado ir a ver…
– Ah.

Y entonces te das cuenta de la suerte que tenemos en provincias con lugares como el Bretón o el Riojaforum, donde poder presenciar obras y conciertos de todos los géneros cada cierto tiempo. Uno de los detalles que más me gustan de ir al teatro es el de esa voz en off que no hay en el cine y que le da una atmósfera más señorial. «Señoras y señores, el espectáculo va a comenzar. No olviden apagar sus teléfonos móviles». Y así ya te acomodas en tu asiento. Silencio. Los actores no llevan micrófono. Crujen las tablas con las pisadas de los artistas al salir al escenario. La función va a empezar.

Lo que también nos ocurre en provincias con nuestros emblemáticos lugares es que sirven para casi cualquier cosa. El Teatro Bretón es también un cine, un tablao flamenco y un sitio de visita para los colegios a la espera de su ampliación hacia el antiguo Palacio de Justicia. El Riojaforum es el sitio para todo de la región. Lo mismo te montamos ahí un centro de vacunación, una feria de vinos, un concierto de El Drogas, un congreso de medicina o un congreso político. Que lancemos desde allí el primer satélite riojano es cuestión de tiempo.

Nos detendremos en el último ámbito tras las noticias conocidas esta semana. No en mi ensoñación del satélite sino en lo del congreso político. Aún resuenan en Riojaforum los ecos de lo vivido allí por el PP en abril de 2017. Recordatorio para despistados: José Ignacio Ceniceros se erige como nuevo presidente con el 52 por ciento de los apoyos frente a Cuca Gamarra (48 por ciento) tras una fuerte división entre sus filas (así lo constatan las cifras) que comenzó con la pérdida de la mayoría absoluta de 2015 y el paso a un lado de Pedro Sanz. En 2019, debacle electoral y victoria del PSOE tras veinticuatro años de liderazgo popular.

No parecieron tomar mucha nota de lo ocurrido hace ya cuatro años algunos dirigentes populares. Las aspiraciones personales vuelven a imponerse a la lógica del partido y la historia amenaza con repetirse. Si no con tanta crudeza, al menos con una escisión de varias personas para llenar de titulares los periódicos. Habrá cambio de escenario inicial. No será el Riojaforum ni Duquesa de la Victoria. Como estamos en pandemia y las reuniones, de momento, son virtuales, le daremos un nombre en clave hasta que consigamos el aterrizaje físico del congreso: Teatro Bretón.

El ya ex secretario general del PP de La Rioja, Alberto Bretón, prometió tras su cese (sólo tardó cinco minutos de reloj) echar un pulso a la dirección para hacerse con el liderazgo del mismo. No habrá sucesión tranquila, pese a que tanto Ceniceros como Gamarra parecían haber firmado la paz durante los últimos meses. El exconsejero Alfonso Domínguez se había erigido como un candidato de consenso para la lista del Parlamento mientras que en Logroño nadie parecía discutir a Conrado Escobar como número uno. Sin embargo, las relaciones personales siempre acaban haciendo estallar cualquier lógica y tranquilidad. Si siempre hiciéramos lo correcto, la vida sería mucho más aburrida.

Por el momento, en el PP guardan silencio. Salvo las explicaciones sobre el fulminante cese ofrecidas por José Ignacio Ceniceros y Carlos Cuevas, ningún peso pesado del partido se ha pronunciado abiertamente sobre la situación. El único que parece haber adquirido entradas de primera fila para la función del Teatro Bretón ha sido el alcalde de Nalda, Daniel Osés, junto a varios jóvenes y afiliados de base. No parece un buen punto de partida para el diputado (mantendrá el acta en el Parlamento para gozo del PSOE), aunque los caminos de los congresos son más abruptos e inescrutables que los del Señor. Y ahora, silencio. «Señoras y señores, el espectáculo va a comenzar. No olviden apagar sus teléfonos móviles, que los carga el diablo».

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