La Rioja

La apicultura más agridulce: “La alta mortandad de las abejas hunde al sector”

Quienes palpan la miel desde los cuadros de las colmenas aprecian que este manjar natural se ha vuelto más agrio en los últimos años. La viabilidad de las explotaciones apícolas cada vez es más complicada ante la irrupción de nuevas enfermedades que ahogan a las abejas y elevan los niveles de mortandad a máximos históricos.

“Llevo toda la vida en el sector y he conocido tiempos malos y buenos, pero ahora estamos en los peores para la apicultura”, señala el presidente de la Asociación de Apicultores de La Rioja, Ismael del Rincón. En su caso, comercializa la miel y enjambres de sus mil colmenas al por mayor y asegura que cada año tiene que reponer entre 300 y 400 como mínimo: “La alta mortandad de las abejas está hundiendo al sector porque, en muchos casos, las bajas son inasumibles para los profesionales”.

La varroa, principal enfermedad que daña las colmenas, es un ácaro que cría dentro de la larva de la abeja y cuya incidencia se ha acrecentado en los últimos años. “Los duros inviernos de antes provocaban un parón en el momento de crías de abejas, por lo que este ácaro reducía su población, pero ahora los inviernos son más suaves y esta enfermedad se mantiene durante todo el año, reflejando un crecimiento exponencial en primavera”, apunta desde la Consejería de Agricultura el técnico en apicultura Saúl Ayarza.

A la influencia del cambio climático se suma la escasez de tratamientos para combatir la varroa. “La apicultura no es de los sectores que más dinero mueven en torno a la ganadería, por lo que existen pocos tratamientos y poca inversión a la hora de investigar nuevos productos. Además, los tratamientos de antes ya no tienen la misma eficacia porque el ácaro se ha hecho resistente con el paso del tiempo”, añade el técnico.

Es por ello que el Gobierno de La Rioja ha redactado un díptico para ampliar la formación técnica de los profesionales en cuanto a los tratamientos contra la varroa: “Por ley se ha de tratar una vez al año, pero defendemos una segunda aplicación y un control de la eficacia de dichos tratamientos, eligiendo también el momento óptimo para tratar en función de la zona. Se procura con ello también que los productores traten todos a la vez dentro de la misma comarca para evitar contaminaciones entre unas colmenas y otras y así disminuir la población de varroa, porque erradicarla ahora mismo es casi imposible”.

A este factor sanitario y económico limitante se unen los bajos rendimientos por colmena, que también suponen un detrimento para el desarrollo de la actividad. Desde la Asociación hablan de una reducción del 50 por ciento, motivada por factores climáticos como el aumento de las temperaturas medias y el descenso de las precipitaciones totales. En concreto, los últimos datos disponibles informan de que La Rioja produjo 272 toneladas de miel en 2018.

Foto: Consejería de Agricultura.

La situación de mercado tampoco ayuda, sobre todo para quienes venden la miel a granel. “El problema está en el producto que llega de China con unos precios que están casi a la par que nuestros costes de producción. Por ello demandamos un etiquetado claro, porque ahora solo se indica si la miel es de la Unión Europea o no, pero no el porcentaje”, recalca Ismael.

Todas estas circunstancias han derivado, más si cabe, en la búsqueda de zonas climáticas propicias. La trashumancia ocupa a casi el 40 por ciento del total de apicultores registrados en La Rioja (472), la mayoría, apicultores profesionales que buscan la mejor región en función de la época del año ante el adelantamiento de las floraciones. Una tarea que no realizan así quienes producen miel para autoconsumo (254 registrados), o quienes la comercializan al por menor.

Auge del autoconsumo

Curiosamente, aunque la alta tasa de mortalidad de las abejas aceche al sector, este protagoniza un crecimiento en cuanto al número de colmenas y explotaciones que se registran cada año en la comunidad, sobre todo en el ámbito de los apicultores aficionados, ya que tan solo 50 apicultores se consideran profesionales en La Rioja (la media nacional se asienta en el 18 por ciento). Una tendencia que preocupa a algunos apicultores ante el peligro de la contaminación cruzada.

“Ahora hay colmenares pequeños muy cerca de grandes explotaciones y al final lo que ocurre en uno se extrapola al otro en materia de enfermedades”, señala Ismael. Por su parte, Saúl aplaude la acogida de la apicultura porque “es algo beneficioso de cara al medio ambiente”, pero incide en la importancia de establecer un control sobre los tratamientos, ya que la actual regulación sobre la distancia que debe haber entre una y otra explotación excluye a las de menos de 26 colmenas.

Álvaro Garrido en uno de sus colmenares.

En este sentido, Álvaro Garrido, productor y comercializador de miel desde hace 25 años, considera que “las administraciones deben vetar radicalmente los productos que se emplean en la agricultura y perjudican a las abejas, como ocurre en otros países europeos, ya que estos insectos tienen un papel imprescindible en la naturaleza más como polinizadores que como productores de miel, ya que por cada euro que la abeja recoge, deja otros cien de beneficio en el entorno, sobre todo en frutales y vegetales”.

Por ello pone esperanzas en la nueva PAC, aunque manifiesta su preocupación ante una “falta de relevo generacional con profesionales que cuenten con una trayectoria profesional suficiente”. A su parecer, este auge de “maestrillos de apicultores” que carecen de formación y experiencia no va a poder sostener la supervivencia del sector el cual vislumbra un “futuro amargo y comprometido”.

Más apoyo y formación institucional

El Programa Nacional Apícola 2020-2022, con un presupuesto de más de 160.000 euros y financiado en un 50 por ciento por el Fondo Europeo Agrícola de Garantía y en otro 50 por ciento por el Ministerio de Agricultura y el Gobierno de La Rioja a partes iguales, pretende establecer medidas que contribuyan a la profesionalización del sector mediante el asesoramiento y la formación, así como a su adaptación a los nuevos escenarios climáticos. Todo ello para respaldar uno de los sectores agrarios menos envejecidos (la media de edad de los apicultores se sitúa en los 49 años).

Foto: Consejería de Agricultura.

Principalmente este plan de carácter trianual busca optimizar los costes de producción mediante un control adecuado de los factores ambientales, climáticos y sanitarios que pueden influir en los mismos, contribuyendo así a mejorar la competitividad del sector productor en una apuesta por la innovación y la investigación. Por otro lado, el PNA pretende fomentar el consumo de miel en los hogares y la valorización del producto.

Consolidar también una estructura cooperativa donde se afiance la formación técnica de los profesionales, potenciando el asociacionismo, son algunas de las líneas de actuación que ya cuentan con financiación. Así, la lucha contra las enfermedades más agresivas de las colmenas constituye una de las principales ramas dentro de los fondos del programa debido a su influencia en los costes de producción. En cuanto a las movilidad de colmenas, las instituciones respaldan esta actividad tradicional y de gran arraigo en España, más si cabe cuando los condicionantes climáticos hacen todavía más necesarios la búsqueda de zonas más favorables para la producción apícola y sostenibilidad del sector.

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