El Rioja

El vino en femenino: así son y así piensan las ‘damas del Rioja’

María y Cristina Amézola, propietarias de Bodegas Amézola de la Mora

Por herencia o por tradición familiar, por vocación o por sorpresa. De una u otra manera, el romanticismo del vino les embaucó un día y desde entonces no le han dado la espalda. Con trayectorias profesionales diversas, estas cuatro voces femeninas del sector vitivinícola reivindican con su mera presencia que es posible (“y cada vez más”) sentarse en la cúspide de la pirámide.

María Amézola, gerente de Bodegas Amézola de la Mora.

Sin verlo venir, María y Cristina Amézola se convirtieron en 1999 en las bodegueras más jóvenes de España con sus escasos 17 y 18 años. Bodegueras en propiedad, que no de profesión. Devenires de la vida cuando su padre y su tío fallecieron a los pocos años de fundar la bodega Amézola de la Mora en Torremontalbo. Cristina, madre de estas dos hermanas, no dudó en trasladarse de Madrid a La Rioja para tomar las riendas del negocio familiar con el pensamiento puesto en el futuro de sus hijas. Una gerencia que se alargó hasta el 2006, cuando decidió delegar los mandos en María, como gerente de la bodega, y Cristina, como directora técnica.

Vista aérea de Bodegas Amézola de la Mora.

“Aunque nuestra vida estaba en la capital, pasábamos los fines de semana y los veranos entre viñas, poniendo injertos y participando en la reconstrucción de la bodega, datada del siglo XIX. Recuerdo que nuestras primeras pagas fueron embotellando. Así que cuando nos tocó hacernos cargo de la empresa familiar no lo dudamos ni un momento. Era una oportunidad que nos hacía mucha ilusión y, aunque con escasa experiencia en el sector vitivinícola, no éramos del todo ajenas”, asegura María Amézola.

Contaba con el respaldo de su madre, que ya en su día superó todos los estereotipos de la época cuando de ama de casa pasó a dirigir una bodega. “Pero el apoyo que recibió por parte de todo el equipo de la empresa fue increíble. El mismo que recibí yo cuando asumí el puesto de mayor liderazgo. De todos ellos aprendí la experiencia de la que carecía y en ningún momento dudaron de mi capacidad por ser joven y mujer. Sí que, de puertas para afuera, en reuniones con clientes, a priori sorprendía esta combinación cuando acudían a la bodega en busca del gerente y se topaban conmigo. Pero creo que mi forma de trabajar tan participativa y siempre contando con la opinión del resto ha ayudado”, recuerda.

María Amézola, gerente de Bodegas Amézola de la Mora.

Pero María asegura que nunca ha tenido que demostrar más por el mero hecho de ser mujer. Los mayores retos que ha tenido que afrontar a lo largo de su trayectoria profesional, recalca, han sido “la responsabilidad asumida de estar al frente de un negocio y querer hacerlo lo mejor posible, y las diferentes crisis que han golpeado al sector y que han puesto más de relevancia la importancia de saber caminar de la mano con los cambios que experimenta el mercado y las nuevas disciplinas para no quedarse fuera”. Ahora solo quiere que su experiencia sirva de ejemplo para otras futuras bodegueras, “porque a medida que hay más mujeres en puestos de mando, se atrae más talento femenino”.

Elena Adell, enóloga de Pernord Ricard.

Que se lo digan a Elena Adell. Fue la primera mujer de su familia en estudiar una carrera universitaria y, lejos de toparse con pegas o rechazos, lo que encontró en su entorno fuer un gran entusiasmo: “Las mujeres de mi alrededor sentían orgullo”. Tampoco fue fácil ser ingeniera agrónoma en una sociedad que acababa de decir adiós al régimen franquista. “Era un campo todavía muy masculinizado, pero yo tenía claro a qué quería dedicarme. Me especialicé en Viticultura y Enología porque ya desde pequeña palpé ese amor que mi abuelo sentía por el vino en su pequeña bodega de cosechero en Agoncillo.

Elena Adell, enóloga de Pernord Ricard.

Desde 1985, cuando puso un pie en Bodegas AGE, Elena ha vivido la evolución de un sector convulso como algo muy “positivo”, recordando “unos primeros años muy estimulantes” cuando todavía estaba todo por hacer en Rioja: “Creo que la gran virtud de esta Denominación es que refleja una gran diversidad de bodegas, con diferentes tipologías, estilos de vino y filosofías de trabajo, pero sin perder esas raíces y la flexibilidad para poder seguir avanzando”.

Avanzando también en una mayor visibilidad de mujeres aptas para desempeñar puestos de liderazgo. “Se han dado pasos de gigante y estoy contenta de haber formado parte de esta evolución, muchas veces sin ser consciente. Una transformación, además, que ha sido muy natural y espontánea, sin grandes aspavientos, como han de ser los cambios. Ya poca gente se cuestiona si quien tiene que ocupar un alto cargo es hombre o mujer, sino si esa persona es apta o no para desempeñar el cargo”, considera la enóloga. Después de 35 años en el sector, Elena aplaude que el comité de dirección de Pernord Ricard Winemakers España lo conformen seis mujeres de sus ocho miembros, “algo que cada vez se ve en más empresas”.

Raquel Pérez, consejera delegada de Bodegas Ontañón.

“Yo creo en la meritocracia, en el valor del compromiso, y creo que las metas se consiguen con el ejemplo y con la igualdad de oportunidades. En Ontañón Familia hay muchas mujeres en todos los departamentos de la empresa y creo que este es un reflejo de otros sectores de la sociedad”, apunta Raquel Pérez, consejera delegada de Bodegas Ontañón, al tiempo que resalta la importancia de “reconocer a las personas por su talento y esfuerzo, más allá de su sexo”.

Raquel Pérez, consejera delegada de Bodegas Ontañón.

Ingeniera agrónoma y enóloga de profesión, la también vicepresidenta del Grupo Rioja y Vocal de la Interprofesional del Vino de Rioja destaca la importancia de crecer en cada etapa profesional dentro y fuera de la zona de confort: “Es muy enriquecedor conocer otras formas de comprender el trabajo también por la responsabilidad que te otorga representar a tu bodega y a Rioja fuera de España”. Y dentro de esta montaña rusa de retos, ser capaz de encontrar a personas que aporten. “Una de las cosas más bonitas es generar equipos de trabajo. El talento llama al talento”.

Pero uno de los principales retos de Raquel abarca Ontañón Familia en toda su dimensión. “Es mi pasión, la pasión de nuestra familia. Estamos muy convencidos sobre lo que hacemos y cómo lo hacemos y el reto es la mejora continua”. No hay frenos para un mujer que cuyo afán de superación le acompaña en cada uno de sus pasos y en cada uno de los vinos que componen el botellero de Bodegas Ontañón, sin perder la esencia y la calidad de una firma centenaria.

Ana Martínez, directora de Marekting y Comunicación de Bodegas Valdemar.

En Bodegas Valdemar no daban por hecho que la hija pequeña de la quinta generación de bodegueros siguiera la tradición familiar, pero ella sí lo tenía claro: “Siempre tuve la opción de decir que no, pero desde pequeña he tenido muy claro que el mundo del vino era algo apasionante, mi pasión, porque así lo he vivido desde entonces. Dos décadas después de entrar a formar parte de la firma, Ana Martínez compagina su labor con la gerencia de la bodega mientras su hermano se encarga de la que fue hace tres años la primera bodega no estadounidense en establecerse en el país americano. “Los retos son diarios, pero sin duda el embarcarnos en la bodega de Estados Unidos ha sido uno muy bonito e interesante”.

Ana Martínez, directora de Marketing y Comunicación de Bodegas Valdemar.

Ana recuerda sus comienzos en el sector vitivinícola, cuando “la presencia de mujeres ocupando puestos de dirección en reuniones o ferias era muy escasa”. Algo que la animó a seguir trabajando y abriendo camino a las futuras profesionales del mundo del vino: “Yo he tenido el privilegio de hacer algo, de ayudar en ese cambio. El que ahora se decidan los puestos por la valía de la persona y no por su género da mucho orgullo y ganas de seguir esforzándonos por seguir en esa línea. Quedan cosas por hacer, sí, pero lo importante es que vamos por el buen camino”.

Subir