Crisis del Coronavirus

Los hachazos invisibles de la pandemia: cómo sobrevivir y no morir en el intento

Tocados. Y en muchos casos, hundidos. El comercio y la hostelería son sectores duramente afectados por la crisis económica que ha traído la pandemia. Una crisis que ha provocado decenas de despidos, ERTE, negocios cerrados para siempre, barras sin pinchos, municipios sin fiestas y verjas bajadas durante demasiados días. Una situación que se alarga en el tiempo y que hace que la desesperación y la incertidumbre campe a sus anchas por demasiados sectores.

“Un manotazo duro, un golpe helado, un hachazo invisible y homicida, un empujón brutal…”, que decía Miguel Hernandez. Y mientras, una pregunta en el aire. ¿Cuándo volverá la normalidad normalizada, la de verdad, la de no hacer las cosas con el miedo de que un rebrote asome por la esquina más cercana? ¿Cuándome volveremos a disfrutar de esas pequeñas cosas a las que muchas veces no dábamos importancia y que hemos visto con este año que eran uno de los motores importantes de nuestra vida?

Pero no son los únicos sectores que se han visto afectados por una pandemia que trae datos escalofriantes de muertos, pero que también deja un país maltrecho en su economía y a muchas familias descontando los días para ver cuándo pueden volver a trabajar con normalidad. Algunos de ellos, quizás los que han hecho menos ruido, son los que desde ese marzo que quedará marcado en los libros de historia no han ingresado ni un solo euro en sus arcas particulares. Con pocas alternativas: la reinvención, buscar otro trabajo o simplemente esperar a que lleguen tiempos mejores… si la cabeza aguanta y el bolsillo también.

Eduardo Cordón. Eventos audiovisuales.

Eduardo llevaba un par de años dedicándose en exclusiva a la organización de eventos audiovisuales. Cuando llegaba la temporada alta un año más para su negocio, comenzó el confinamiento y la suspensión de prácticamente la totalidad de los actos. Comuniones, bodas, fiestas de los pueblos, alquileres de equipos para fiestas particulares, verbenas, tardeos… El verano se quedó en blanco, sólo pudo salvar un par de eventos en pequeño formato y con todas las medidas de seguridad. Un auténtico desastre.

“Sabíamos que el verano iba a estar en blanco. El problema es que las noticias no nos dan esperanza de que el próximo pueda ser más de lo mismo”. Su opción ha sido recuperar todo aquello que se había quedado en el tintero: formación, un posgrado de Imagen y Sonido. En definitiva, ponerse al día para cuando se pueda empezar hacerlo con más fuerza.

“Nuestro trabajo depende de la calle, de la gente y del contacto social. Sin eso no tenemos nada”, reflexiona, esperando que el verano pueda ser el inicio de empezar a realizar algunos eventos de pequeño formato ya más normalizados. “Lo primero es la situación sanitaria, eso lo tenemos todos muy claro; sin solucionar eso, lo demás no arranca”.

Víctor García. Banderillero

Victor cogió un capote frente al público el pasado 1 de marzo por última vez. Casi un año después, nos cuenta su situación. Él se dedicaba en los últimos años de manera exclusiva al toreo: “Las cosas iban bien y con los que hacías en verano conseguías tirar todo el año”. Llegó la pandemia, las cancelaciones y a eso se sumó la “discriminación” que hubo con el mundo del toro. “Estamos desde hace años incluidos en cultura, pero las ayudas no nos llegaron como al resto del sector. Ha habido que ir por lo judicial y ahora los jueces nos dan la razón”.

Se han hecho espectáculos contados gracias al esfuerzo del sector y la televisión. “Tú puedes jugarte la vida una vez para no ganar nada, por intentar que esto empiece a remontar, pero sin público una corrida no es rentable”. No entiende por qué otros espectáculos similares a los toros sí están pudiendo tener público (como es el caso del fútbol en Segunda B o en tercera) y añade que de un espectáculo taurino no sólo vive el torero y el ganadero. “Genera mucho dinero alrededor a otros sectores”.

De momento él se ha buscado un trabajo hasta que la cosa escampe. “A ver quién aguanta ocho meses sin ingresar dinero en casa…”. Pero es que no son ocho, son alguno más porque el virus llegó cuando la mayoría de éstos sectores, también el suyo, iban a comenzar la temporada que había terminado allá por el día del Pilar de 2019.

Ángel León. Talismán Management

Ángel lleva tres décadas subido al camión de una orquesta. ¡Ay, las orquestas! ¿Quién no las echa de menos? Era el inicio de la temporada cuando todo se truncó. Desde octubre de 2019 muchas de ellas no han vuelto a subirse a un escenario. “A ver qué empresa con quince o dieciséis obreros aguanta semejante embestida”. Dos temporadas enteras que hacen que mucha gente esté buscando otras alternativas.

“Muchos se han reinventado, se han buscado otras alternativas de negocio, incluso ha habido alguna prueba de verbenas con el público sentado, guardando las distancias, con mascarilla”, explica, pero no es lo mismo. Tampoco ven el futuro claro. “Este verano las fiestas como las conocíamos aún no las veremos, pero se puede intentar hacer cositas en las que se guarden las medidas. Habrá que seguir esperando a que el setenta por ciento estemos vacunados, que es lo principal, que dejemos de llorar cada día a tantos fallecidos”.

Reconoce que habrá muchos problemas para que algunas de esas orquestas puedan volver. “Y las que lo hagan, tendrán que empezar casi de cero”. Ángel no quiere que nadie se olvide de este sector. “No ha hecho mucho ruido durante estos meses, pero siguen ahí. Estuvieron amenizando las tardes en los balcones y han puesto la alegría al final de algunas de las mejores noches de nuestras vidas. No podemos olvidarnos de ellos. Se merecen que cuando las cosas vuelvan a la normalidad se apueste por este tipo de actuaciones: las orquestas, los tributos…”. De momento intentan reinventarse. “Ya se están dando conciertos de orquestas con otros formatos; no hay cha-cha-cha ni pasodobles porque no tienen sentido si la gente no puede bailar pero sí hay bandas sonoras, musicales y mucho espectáculo, como siempre”.

María Sarasúa. Organizadora de eventos

María no se deja arrasar por nada y, sin embargo, la pandemia pudo, en un momento, con ella. Con setenta bodas que planificar, en cuestión de días empezó a sonar el teléfono y empezaron las cancelaciones, los cambios de fecha, las dudas y el intentar consolar a todas esas parejas que habían puesto en una fecha del calendario y en sus manos el mejor día de su vida. “Fue horroroso”. Días y días de llamadas interminables intentando animar a los que se habían quedado sin su día especial y no pensando ni un sólo minuto en la en la deuda que poco a poco estaba contrayendo.

Pero María no se deja arrasar por nada y cuando tocó fondo decidió levantarse y poner todo su afán en seguir construyendo su sueño. “Fue cuestión de resetear y ponerse las pilas, saber que la tristeza no iba a poder conmigo y dedicar todo mi esfuerzo a la pequeña tienda de detalles que tenemos”, cuenta. De las setenta bodas pudieron hacerse sólo un puñado. “Fueron con mucha seguridad, muy pequeñitas y cumpliendo todas las medidas, pero hay mucha gente que ha preferido posponer, ya incluso los que habían cambiado la fecha para abril y mayo de este año nos han dicho que casi mejor esperan a 2022”.

Ahora dedica todo su tiempo a regalos personalizados, desayunos a domicilio, reinventarse, seguir luchando, seguir ilusionándose… “No entiendo que no luches”. Además las sinergías han sido sus mejores aliadas. “Creo que de esto salimos todos juntos y en colaboración con otros negocios de Logroño estamos haciendo pequeñas cositas muy interesantes”.

No ha sido fácil, pero la pandemia también ha venido con aprendizajes que no serán fáciles de olvidar. “Recuerdo a la perfección esas llamadas de proveedores: “María, cuando puedas ya pagarás”, aún me pone los pelos de punta porque sabes que ellos estaban igual que tú”.

David Iborra y Santiago Baroja. Charanga Strapalucio.

El 7 de marzo fue la última vez que la charanga Strapalucio de Aldeanueva de Ebro sonó entre la multitud de la gente. Tenían cerradas noventa actuaciones para el verano, volvían a Fallas después de algunos años y todo apuntaba a que iba a ser un verano de Paquito el Chocolatero, la casita blanca y Oliver y Benji, pero el 14 de marzo todo se acabó. Tres actuaciones en todo el verano. Dos con el formato de escenario y un pasacalles, en Arnedo, con todas las medidas de seguridad.

“Fue importantísimo que contasen con nosotros en Arnedo y la seguridad fue máxima. La concejala se lo curró muchísimo. Había un recorrido, la policía nos iba escoltando y se cumplieron todas las medidas sanitarias”. Desde entonces nada más. Siguen ensayando, siguen preparados para cuando se pueda volver a actuar a pesar de que como sus integrantes están en dos comunidades distintas (Navarra y La Rioja) las medidas no siempre son coincidentes. “Preparamos cosas vía zoom, arreglos musicales y esas cosas, y cuando nos dejan nos juntamos para ensayar”, explican.

La mayoría de los músicos de charangas además tienen otro tipo de trabajos el resto del año, pero algunos compaginaban eso con las escuelas de música que dejan de cotizar por ti esos meses de verano y han tenido que pedir ayudas o acogerse a diferentes planes.

Están deseando que todo vuelva a una normalidad que aún ven un poco lejos. “Sí vemos conciertos en pequeño formato, pero las rondas como las que conocemos no creo que vuelvan antes de 2022. Ojalá me equivoque”, finaliza, a la espera de volver a entonar esas notas que a todos no siguen recordando a tardes de sol y cubata en la mano.

Rebeca Ruiz-Alejos. Agencias de viajes

Rebeca habla en nombre de las cuatro agencias que conviven en Arnedo y recuerda cómo comenzó todo. Su primera cancelación fue un viaje a Tailandia. La situación era complicada en aquel país. Poco a poco llegó el resto. Ferias suspendidas, viajes de estudios suspendidos, viajes de asociaciones suspendidas. Su confinamiento no fue como el de tantas otras madres. “En mi casa no hubo bizcochos ni manualidades. Todo eran emails y llamadas intentando deshacer todo el trabajo que llevábamos haciendo desde octubre”, recuerda.

“Ibas viendo cómo llegaban los cierres de fronteras, los partes de cancelaciones por las navieras, los aeropuertos, todo se iba cayendo…”. Como un castillo de naipes, todo el trabajo hecho durante meses había que deshacerlo con las complicaciones que suponía poder llegar a un acuerdo con todas las partes.

Con la desescalada se prepararon con ilusión para la reapertura, pero poco duró la alegría. “Pudimos trabajar muy poquito. Todo en el territorio nacional. La gente pedía sobretodo Cantabría y Asturias, que en ese momento estaban muy bien, pero se redujeron los días: el que se solía ir una semana, lo dejaba en cuatro días”, recuerda. Con la esperanza de las fiestas de Arnedo llegaron los rebrotes en La Rioja y desde entonces ni un solo ingreso más ni ella desde Viajes Arenetum ni ninguna de sus compañeras. “Es verdad que la gente pregunta para el verano, pero es que parece complicado si la vacunación no va a un ritmo mayor.

“Además está el problema de que no llegan las ayudas y de que parece que no saben colocarnos a las agencias de viajes”. Así una de sus peticiones es que se les contemple por impedimento y no por limitación. “Es verdad que podemos abrir, pero si la gente no puede salir de La Rioja más que por causas justificadas, ¿qué viajes vamos a vender?”.

El sector turístico es sin duda el más afectado desde que comenzó la pandemia. “Nos habían de que se ha perdido en muchos casos el 95% de la facturación y somos los únicos que hemos devuelto el cien por cien del trabajo realizado antes”, cuenta. Pero hasta que llegue el momento de poder volver a viajar necesitan resistir sin ingresos. “Necesitamos que se agilicen los pagos de las ayudas y pensando en el momento de abrir de nuevo pedimos que se contemple la posibilidad de ofrecer bonos turísticos para viajar con los que el ciudadano obtenga un beneficio económico al contratar sus vacaciones en una agencia de viajes local”.

Son algunos de los sectores más dañados por la crisis pero no son los únicos. Circos, ganaderías, instalaciones de ocio infantil, ludotecas, hoteles, pirotécnicos… y así decenas y decenas de personas que están con un ojo puesto en los datos epidemiológicos y con el otro en sus cuentas bancarias esperando que llegue el principio del fin, y que, ahora sí, la nueva normalidad sea una normalidad en toda regla, antes habrá que seguir empujando hacia abajo las olas y que el mar esté en total tranquilidad.

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