Crisis del Coronavirus

Metamorfosis de los centros de mayores: “No somos hospitales, sino residencias”

Desayunaban, comían, cenaban, veían la tele, jugaban, hacían ejercicio… todo, juntos. Un día, un nuevo compañero de residencia entró en sus vidas. El coronavirus llegó para quedarse una temporada en los centros de la Tercera Edad y enturbió una convivencia hasta el momento apacible y tranquila.

Y ahí empezó el cambio. Un cambio radical que trastocó todos esos objetivos de relacionarse, llevar a cabo las actividades en conjunto. En definitiva, convivir. “La manera de trabajar se ha transformado por completo. Todo es distinto. Lo que antes era una residencia se ha convertido en un hospital”, explica la directora de la residencia La Rioja de Albelda.

Esta alteración ha hecho patente la falta de infraestructuras, equipos o servicios médicos. “No sabíamos cómo enfrentarnos a una pandemia de estos niveles. Nosotros trabajamos con mayores que sufren algún deterioro, pero no con enfermos graves. Ese cambio es muy duro. La situación nos ha desbordado, no estábamos organizados para una crisis sanitaria así. No teníamos equipos de protección para poder protegernos nosotros mismos y por consiguiente a los usuarios”.

Los trabajadores de estos centros han sido, junto con los residentes, los protagonistas de esta historia que a veces se antoja de ciencia ficción. “Es muy difícil trabajar así, pero lo único que podemos hacer es ponerle ganas y esconder nuestros miedos. Los ancianos notan el esfuerzo y nos recompensan con su cariño y apoyo total”, afirman.

La dinámica de trabajo ha sufrido una metamorfosis radical, pero los profesionales se han adaptado rápidamente al cambio. “Hemos reorganizado el centro siguiendo las pautas que nos marca la Consejería y tratamos de hacer todas las actividades de manera individualizada”, señala Nuria, directora de la residencia Montesclaros. En su caso, este centro ya trabajaba de esta forma más personal. Otros, sin embargo, optaban por llevar a cabo todas sus labores de manera conjunta. “Aquí siempre lo hacemos todo grupal. Nadie se queda en sus habitaciones, así que el cambio no está siendo nada fácil”, afirma la directora del centro de Albelda.

No cabe duda de que, físicamente, las consecuencias de la pandemia del COVID-19 se están haciendo notar. “La personas que estaban orientadas se están desorientando y las que sufrían un deterioro físico y cognitivo están avanzando a pasos agigantados. Por ello todo el trabajo que se pueda hacer es poco”.

Hoy más que nunca el trabajo en equipo de estas residencias es el que está salvando la situación, sin quitar mérito a todos esos ancianos que, no comprendiendo del todo el escenario actual, siguen sonriendo y dando ánimos a los que, por justicia, se han convertido en parte de su familia.

El coronavirus y su incidencia desigual

Hasta el momento, más de la mitad de las muertes por COVID-19 en La Rioja han tenido lugar en residencias de ancianos, pero todavía hay alguna que sigue cruzando los dedos y celebrando, con cautela, su resistencia frente al virus. Es el caso del centro Montesclaros de Logroño o DomusVi de Quel.

La directora de este último centro, Anabel García, ha señalado en declaraciones a COPE Rioja que la clave del éxito ha sido, “sin duda”, la prevención: “El poner medidas a tiempo formando e informando a trabajadores y familiares”.

García explica que, sin bajar la guardia, no tienen ningún caso. “Estamos trabajando como si lo tuviéramos. Desde el primer día los trabajadores utilizamos material de protección y restringimos rápidamente las visitas”.

La directora del centro también ha indicado que tienen un plan de actuación por si algún residente diera positivo. La residencia cuenta con un total de 39 plazas. Cuatro están libres. “Si algún usuario da positivo, utilizaremos esas habitaciones adaptándolas a la situación y dividiendo la residencia en diferentes zonas intentando así evitar el contagio masivo”.

Como en todo, las formas de trabajar de cada residencia son diferentes. Siempre, eso sí, cuidando y protegiendo al máximo la calidad de vida y la salud de los residentes, pero la suerte no se reparte equitativamente y, por desgracias, algunos centros de la tercera edad de La Rioja no han podido frenar los impulsos de este “maldito” virus.

Subir